Las lecturas de Serendipia: ‘Villanueva’ de Javi de Castro
VILLANUEVA
Javi de Castro
Astiberri Ediciones, 2021. Tapa dura, 17 x 24. 160 pgs. Bitono
Midsommar, el segundo largometraje del director Ari Aster, fue el responsable directo de la popularización de una vertiente practicamente no catalogada hasta entonces dentro del cine de terror, el denominado Folk Horror, término que acuñó Piers Haggard para definir su película The Blood on Satan’s Claw (1971), cuya accion se aleja de los habituales castillos góticos para desarrollarse en plena naturaleza, en pequeñas poblaciones en las que todavía se adoran a extraños dioses paganos mediante ritos ancestrales heredados generación tras generación. El subgénero, primordialmente británico y cohetaneo con las producciones de terror realizadas por Hammer Films y más tarde Amicus, emplea a parte de los actores más populares de aquellas, como es el caso de Christopher Lee, Linda Hayden, Ingrid Pitt o, en menor medida, Vincent Price. Así, al título mencionado, se suman otros de temática similar o cercana, como Witchfinder General (Michael Reeves, 1968) y la mejor de todas, El hombre de mimbre (The Wicker Man, Robin Hardy, 1973). Aunque si bien los estudiosos han sabido encontrar, a partir de estos tres pilares, películas anteriores que englobar bajo esta etiqueta, quizá la culpa de este interés haya sido la coincidencia en el tiempo de dos estupendas cintas como son The Witch (Robert Eggers, 2015), que sitúa su acción en Nueva Inglaterra, y la propia Midsommar, que lo hace en un lugar de Suecia.
Naturalmente también puede hablarse de Folk Horror en España, donde extraños ritos se perpetúan ante la extrañeza de todo aquel que los ve por primera vez, como la bajada de la cuesta de Anguiano (La Rioja) por unos mozos extrañamente ataviados y alzados con zancos; el salto de la cabra de Manganeses de la Polvorosa, (Zamora); el descabezamiento a caballo de 21 gansos colgados en las fiestas de Carpio de Tajo (Toledo); o las comparsas de Zanpantzar, compuestas por mozos que visten enaguas de puntillas, abarcas, chalecos de oveja por hombros y cintura, pañuelos de colores (generalmente de cuadros azules) al cuello, gorros cónicos con cintas, hisopos de cola de caballo y un par de cencerros de gran tamaño sujetos a los riñones que los mozos mueven al unisono. Ritos que se resisten a desaparecer. Religiosos unos, todos de iniciación a la edad adulta de los jóvenes del lugar.
En el cine español podrían encajar, dentro de la clasificación de Folk Horror, películas como Flor de Santidad (Adolfo Marsillach, 1973); la magistral El bosque del lobo (1973) y Akelarre (1984) de Pedro Olea; o la reivindicable Dagon, la secta del mar (Stuart Gordon, 2001), con su traslación a Galicia del imaginario de H. P. Lovecraft.
Pues bien, de todo esto ha tomado buena nota Javi de Castro para conformar su novela gráfica Villanueva, que recientemente ha aparecido de la mano de Astiberri. Un relato que se adentra en un horror con regusto a cecina y matanza; tradición y folklore; pero con elementos muy actuales como la España vaciada y la identidad sexual. Para el autor, fan declarado de este subgénero cinematográfico, “España, y más concretamente la región leonesa, a la que pertenezco, está plagada de tradiciones ancestrales: el antruejo y sus personajes, el ramo leonés, los hombres musgo de Béjar, los Mayos… Muchas cosas que se ven en aquellas películas las he visto yo desde niño, y para este cómic he querido aprovecharlas y crear mi propia mitología basada en esa realidad”. Y lo hace mediante un trazo elegante, aparentemente esquemático pero rico en detalles y matices realizado en blanco, negro y azul. El azul de la noche, de la oscuridad, del momento en el que suceden los hechos más extraños (al contrario, por cierto, que en Midsommar, en la que una de sus características más celebradas es la presencia constante de la radiante luz solar). Javi de Castro a preferido retornar el terror a la oscuridad y las tinieblas sin abandonar, en ningún momento, la aparente normalidad reinante en Villanueva, lugar imaginario e idílico cuyo nombre es el topónimo más común en España, con 132 localidades homónimas.
Un magnífico trabajo, bien narrado e ilustrado, que abre nuevos caminos en el cómic de terror realizado en España partiendo de un imaginario plenamente autóctono.
Javier de Castro (León, 1990) comienza en el mundo del fanzine y el webcómic colaborando en publicaciones y autoeditándose. Escribe y dibuja su primera obra larga, Sandía para cenar (Thermozero, 2014), y colabora junto al guionista Josep Busquet en La última aventura (Dibbuks, 2015) y junto a María Hernández Martí en Que no, que no me muero (Modernito Books, 2016). En 2016 es reconocido con el premio al autor revelación en el Salón del Cómic de Barcelona y poco más tarde vuelve como autor completo con Larson, el hombre con más suerte del mundo (Modernito Books, 2017). En 2019 lanza el webcómic The Eyes, que le vale una nominación a los premios Eisner y a los Harvey 2020. Aparte del cómic, se dedica a la ilustración, donde recientemente ha destacado su colaboración junto a Modesto García en un juego viral de redes sociales que ha acabado convertido en libro, Crímenes ilustrados (Plaza & Janés, 2021).En 2021 publica Villanueva en Astiberri.
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