Archivo
Diario de Serendipia en Sitges 2025: Novena cápsula

Penúltimo día de cinefágia en Sitges y hoy hay platos fuertes: por, un lado ‘Frankenstein‘ de Guillermo del Toro, con la que Serendipia pasaría dos horas y media de metraje hibernado en l’Auditori tras otra de las esperadas ‘Black Phone 2‘. El resto, todas en l’Auditori, serían películas sorpresa de las que, como es habitual en Serendipia, poco o nada habíamos leído más allá de una pequeña sinopsis y ficha artística. Vamos. Vamos, que todavía queda un poco de energía…

Basada en un relato de Joe Hill (osease, el hijo de Stephen King), Black Phone fue un pequeño éxito hace cuatro años entre los fans del cine de terror, entre los cuales Serendipia se cuenta. Ahora, la fórmula se repite con el mismo
director, Scott Derrickson, y los mismos protagonistas: los dos hermanos, que eran niños en la primera entrega y ahora son, Finn (Mason Thames), un adolescente problemático y Gwen (Madeleine McGraw), una adorable jovencita que ya tiene novio y todo. El padre ha pasado de ser un borracho inútil y maltratador a una bella persona que no toma ni bolitas de anís. Y Ethan Hawke sale algo menos, pues sospechamos que tras la máscara de The Raptor no siempre está el actor titular. Y ¿Cómo han sacado punta a la concluida primera entrega? Pues reviviendo a El Raptor, claro, que quiere vengarse de Finn desde la tumba y escoge como objetivo a Gwen, su hermana pequeña. Una adolescente de 15 años con mucho carácter que empieza a recibir llamadas de un teléfono negro en sueños, acompañadas de inquietantes visiones de algo o alguien acechando a tres chicos en el campamento de invierno de Alpine Lake. Decidida a resolver el misterio y a acabar con el tormento de su hermano, Gwen convence a Finn para ir al campamento durante una tormenta de nieve. Juntos, los dos hermanos deberán enfrentarse a un asesino aún más poderoso desde la muerte. ¿El resultado? Una secuela puramente alimenticia y bastante rutinaria, quizás por la presencia constante de la nieve inundando la pantalla hasta conseguir cierto grado de aburrimiento, quizás achacable al cansancio que Serendipia ya tenía encima desde primera hora de la mañana. Será cuestión de verla con más calma… o no.
El plato fuerte del día era Frankenstein, con la que Guillermo del Toro, según declaró, se despedía, eso sí, a lo grande, de este tipo de superproducciones, pues le apetece hacer un cine menos barroco. Por lo pronto Frankenstein recupera el goticismo de la novela con un resultado que, si hiciera falta comparar, la acerca a la versión que realizó Branagh. Un film con un diseño de producción espectacular, muy inspirado en las ilustraciones que para la novela realizara BernieWrightson, y varias estrellas en su reparto como son Oscar Isaac como Víctor, Jacob Elordi como la criatura, Mia Goth como Elizabeth y Christoph Waltz que, por cierto, también era el Van Helsing del Drácula de Luc Besson. Del Toro incluso se permite dar un pequeño guiño (o al menos la parte más entusiasmada de Serendipia ha querido verlo) al maquillaje de Karloff en un pequeño experimento de reanimación que Víctor presenta en público.
El Frankenstein de Guillermo del Toro es un film apabullante, espectacular, agotador, que personalmente el que esto les narra vio con la boca abierta durante toda su duración, pero que al terminar le dejó francamente frío, quizás contagiado por el gélido ambiente que había salido de la enorme pantalla de l’Auditori en Black Phone 2 y que prosiguió con Frankenstein. Esta sí que habrá que volver a verla. Pero de momento les dejo con la parte más reflexiva de Serendipia, que como gran conocedora de la novela original y de todo aquel universo de románticos que veranearon en Villa Diodati, tiene otra opinión sobre la fidelidad del film de del Toro a la novela original de Mary Shelley y a su espíritu. Y como soy invocada en mi rol de sabihonda les invito a seguirme a la separata donde les desarrollaré mi argumentario. Advertidos están, eso sí, de que van a encontrarse spoilers.
Si ninguna de las dos que había visto Serendipia participaban en competición, todavía apabullado y agotado tras esas intensas dos horas y media, Serendipia se aventura a ver Scarlet (果てしなきスカーレット) un nuevo anime de Mamoru Hosoda que sí participaba en la sección Anima’t y que nos narra las aventuras de una princesa medieval experta en el manejo de la espada que se embarca en una peligrosa misión para vengar la muerte de su padre. Tras fracasar en su misión y despertarse gravemente herida en un «Otromundo», conoce a un joven idealista de nuestro presente que no solo la cura, sino que le muestra la posibilidad de un futuro libre de amargura y rabia. Cuando se enfrenta de nuevo al asesino de su padre, Scarlet se enfrenta a su batalla más difícil: ¿podrá romper el ciclo del odio y encontrar un sentido a la vida más allá de la venganza? Como vemos el estupendo anime de Hosoda tiene una lección de vida que se desarrolla en una tierra de nadie entre la vida y la muerte, un extraño intersticio espacial, una especie de purgatorio en el que los muertos pueden comunicarse e interactuar con los vivos.
Mamoru Hosoda ha dicho que esta película es su respuesta a El rey león (1994) como Belle (2021) lo fue a La bella y la bestia (1991) . Tanto El rey león como Scarlet se inspiran libremente en Hamlet, siendo la versión nipona más madura y compleja. Hosoda toma de la tragedia shakespeariana el motivo de la venganza para interpelar al mundo postpandémico de nuestro hoy, a nuestro presente polarizado y crispado, donde la paz mundial está en peligro atrapados como estamos en un ciclo de odio. La película explora y defiende la búsqueda de un propósito más allá de la venganza. Mezcla de estilos de animación, combinando el artesano tradicional de Japón con elementos de CGI, Scarlet abre un resquicio de esperanza con secuencias mágicas como la del baile en Shibuya, que nos muestra un mundo feliz y en paz.
Cofundador del Studio Chizu (2011), Mamoru Hosoda ha ganado cuatro veces el Premio a Mejor Largometraje de Animación en Sitges: en 2006, 2009, 2012 y 2018 y es, sin lugar a duda, el más claro competidor de Miyazaki y sus Studios Ghibli.
Y finaliza Serendipia la jornada con una película Oficial Fantàstic Competició a una hora que le es atípica, a las 19.30, pues la última película seleccionada, Chien 51, tiene dos horas de duración. La película francesa, dirigida por Cédric Jiménez es una distopía social futurista que lamentablemente nos resulta muy cercana y reconocible, pues nos lleva a un París que se divide en tres zonas separadas por clases sociales en la que nadie puede escapar de ALMA, una IA predictiva que ha revolucionado las fuerzas del orden. Tras el asesinato del creador de ALMA, Salia (Adèle Exarchopoulos), una agente de alto rango, y Zem (Gilles Lellouche), un policía hastiado, se ven obligados a colaborar para resolver un caso que podría revelar los oscuros secretos del sistema al que sirven. “No quería hacer una película sobre el futuro, sino sobre un presente amplificado”, explica Cédric Jimenez y añade, “vivimos rodeados de sistemas que ya deciden por nosotros, algoritmos que nos clasifican, cámaras que nos observan«.
Un muy interesante thriller con un París repleto de drones que monitorizan la ciudad controlándolo todo. Allí los dos policías, el duro y desencantado de la zona 3, y la metódica de la zona privilegiada encarnarán a una extraña pareja que descubrirá todos los secretos del (ALMA) programa policial realizado por IA que detiene a los delincuentes acusándolos en base a un cálculo de probabilidades. “Podríamos haber hecho una película de acción pura, pero me interesaba más el conflicto interior. Zem y Salia son dos personajes que ya están rotos. En un mundo donde todo está decidido por una máquina, ellos representan la última chispa de libre albedrío”, declaraba el director sobre la particular pareja de compañeros. Estamos ante una cinta de denuncia y advertencia que reflexiona sobre los dilemas éticos que puede llegar a suscitar el uso indiscriminado de la IA. Asegura el director que cuando la inteligencia artificial se convierte en juez, la línea entre justicia y control se desdibuja, cree que lo peligroso no es la máquina en sí, sino la tendencia del ser humano a delegar en ella. Chien 51 habla de ese riesgo: de cómo, por miedo o comodidad, los humanos ceden su libertad sin apenas darse cuenta.
Y tras este interesante thriller que combina espectáculo, reflexión y emoción, Serendipia se prepara para el que será último día de cinefágia. El Sitges Film Festival comienza a cerrar y pronto todos volveremos a casa…
Diario de Serendipia en Sitges 2025: Octava cápsula

Hablemos del Drácula de Luc Besson. Porque es suyo, para él e intransferible. ¿No quería hacer una película de amor? Pues para ti, Luc. Toda tuya.
Hablemos del Drácula de Luc Besson. Hablemos. Las fotografías que habíamos podido ver ya nos estaban preparando para lo peor: parecía una versión barata del Drácula de Coppola. Un Drácula anciano con abultado pelo blanco, aunque no con el sorprendente tocado que luciera Gary Oldman en la del noventa y dos. También vimos
imágenes de un mundano conde ataviado a la manera de Oldman, con sombrero de copa y traje gris. También como Vlad Tepes, con armadura. Muchas casualidades nos parecían ¿Podría estar Besson haciendo una versión del Drácula de Coppola? Pues busquen una respuesta absurda y esa será la correcta: Sí. Pero es sí porque, tal y como pudimos comprobar en la rueda de prensa que se celebró el día antes, Luc Besson no ha leído la novela, no sabe qué es Drácula y, nos extrañaría mucho pero, se diría que no ha visto otras versiones cinematográficas de la novela que la de Coppola. Así se explica que repita personajes totalmente originales de James V. Hart para el film de Coppola como esa Elisabeta. O ese prólogo con Drácula como Vlad Tepes que está únicamente presente en el film de 1992. O el amor ¡El amor!: Drácula es una alimaña, un chupasangres. Es la epidemia, la enfermedad, pero no es un vampiro que busca a la novia reencarnada hasta…sí, hasta la adaptación de Coppola. Eso, si lo hizo alguien fue Imhotep en La momia (The Mummy, Karl Freud), la obra maestra de 1932. Naturalmente, algunos directores ya reflejaron al vampiro enamorado, pero solo con el film de Coppola se producen tantas y tantas casualidades. Copias. Plagios.

Luc Besson (Foto: Serendipia)
Si algo original tiene la película de Besson son las absurdas gárgolas-sirviente que hacen que parezca una cinta Pixar; o poner como clérigo a Van Helsing; o ese humor fuera de lugar; o ese perfume que atrae a las víctimas y que Besson se saca, al igual que las otras «novedades», de su manga. En una película de dos horas, pero dos horas eternas, en la que la primera escena sangrienta se produce a la hora y cuarenta y cinco minutos de comenzar convirtiendo, ya de paso, a Drácula, más que en un villano en el héroe de la función.
Lo único bueno: la partitura de Danny Elfman. Y tampoco es de las más inspiradas del músico.
Besson se justificó durante la rueda de prensa declarando que en estos tiempos lo que la sociedad necesita es más amor y que él quería hacer una película de amor, algo que nos parece estupendo, pero para ello ya hay otras historias escritas sin tener que tocar las narices a quienes esto están escribiendo y haciendo una película que añadirá más y más confusión a quien quiera entrar en el mundo de Drácula y no lo haga como debe hacerse: leyéndose la novela original.
Lo cierto es que Serendipia tenía previsto comenzar el día con Bugonia (Yorgos Lanthimos) en l’Auditori, pero prefirió un cambio de última hora y ver Drácula en el Prado para comprobar si eran ciertas las conclusiones a las que nos hizo llegar su director el día antes durante la rueda de prensa. Y así fue. No estábamos equivocados: Luc Besson no sabe qué es Drácula y su película deja a la versión de Dario Argento en un buen lugar.
Serendipia volvió a tiempo de ver su siguiente película, Osiris (William Kaufman) en Tramontana. Una película perteneciente a la sección Panorama que nos recordó porqué no vemos más películas de esta sección. Una mala película de acción con extraterrestres de por medio que tiene en Aliens (1986) de James Cameron su modelo a seguir pero que está muy lejos de alcanzar. La aparición estelar de Linda Hamilton añade más pena que gloria a este film bélico en el que casi todos los protagonistas optan por auto inmolarse, algo, precisamente, que se nos pasó también a nosotros por la cabeza ante tal sobredosis de testosterona, tiros y malos actores.

Park Hoon-jung en l’Auditori (Foto: Serendipia)
Nos quedaba una nueva cinta de acción coreana perteneciente a la sección Órbita que sabíamos que era difícil que nos defraudara. Tristes Tropiques es, además del título de este film de Park Hoon-jung el nombre de la organización de jóvenes asesinos especializados en la guerra en la jungla y entrenados por El Maestro, el gobernante absoluto de la selva tropical, una suerte de Coronel Kurtz del mundo mercenario. Cuando El Maestro es asesinado, luchan contra la desconfianza mutua y prometen ejecutar una sangrienta venganza para eliminar al culpable. Pero no todo es lo que parece, múltiples giros de guion después, el espectador descubrirá que El Maestro no ha muerto, sino que todo ha sido una confabulación suya para desaparecer sin dejar huella, y eso implica no dejar vivos a ninguno de sus jóvenes secuaces. El peso del suspense recaerá en si el deseo de aniquilarlos a todos se va a cumplir o será el Maestro el que perezca. El guionista de Encontré al diablo, presentada en la 43ª edición del Festival, vuelve a Sitges y presenta a nivel mundial esta película plena de intrigas, acción, violencia y un elaborado guion. La cinta no satisfizo plenamente a todo el público, en los burladeros se señaló que la historia no fluye con naturalidad debida y que eso, a veces, dificulta seguir el hilo narrativo. Serendipia, por su parte, se divirtió bastante con la mezcla de acción, thriller y humor peculiar.
La jornada fílmica toca a su fin y el agotamiento de Serendipia toca máximos. Por suerte, esa misma noche se recuperaría en un coctel al que había sido invitado, porque no todo van a ser películas y ruedas de prensa.
Les dejamos con el tráiler de Drácula, a ver si se animan y se dejan engañar…
Diario de Serendipia en Sitges 2025: Septima cápsula

Serendipia comienza a acusar el cansancio. La edad no perdona y los madrugones con película, una detrás de otra, comienzan a sentirse hasta la rabadilla. En fin, sarna con gusto…

Un cambio de última hora para tener más tiempo entre película y película hizo que Serendipia se decidiese por Sisu: Camino a la venganza en lugar de Redux Redux (Kevin y Matthew McManus). Seguramente no fue el cambio más inteligente,
pero lo cierto es que la parte más primaria de Serendipia disfrutó de lo lindo con las barrabasadas que pudo ver en pantalla de la mano de «el hombre que se niega a morir». La película, que no competía en ninguna sección, se inicia donde terminaba la anterior. Ahora, su protagonista se dispone a regresar a la casa donde su familia fue brutalmente asesinada durante la guerra, que va a desmantelar y cargar en un camión para reconstruirla en un lugar seguro en honor a ellos. Pero cuando el comandante del Ejército Rojo que los mató regresa decidido a terminar el trabajo, se produce una implacable y espectacular persecución a través del país que deja un sinnúmero de bajas de por medio. Si en la primera entrega el finlandés se despachó a más de 300 rusos ahora la cuenta se pierde en esta cinta de Jalmari Helander, que ganó el festival hace tres años con la primera entrega y también fue merecedor de tres premios con la recordada Rare Exports: Un cuento gamberro de Navidad (Rare Exports: A Christmas Tale, 2010). Con aires de western, esta segunda entrega es un fan service en toda regla, pues el director arriesga poco y ofrece todo lo que gustó de la primera, haciendo pasar un buen rato al espectador a base de furiosas luchas protagonizadas por este héroe un tanto masoquista, entre ellas alguna lucha motorizadas, lo que retrotrae al espectador al mejor Mad Max.

Mark Anthony Green, director de ‘Opus’ (Foto: Serendipia)
Después de este entretenimiento salvaje nos esperaba, también en l’Auditori, Opus, la Opera Prima de su director Mark Anthony Green que competía en Oficial Fantàstic Competición. Rodada según el signo de los tiempos, influenciada por internet y los videoclips, traslada al espectador junto a la joven escritora Ariel Ecton (Ayo Edebiri) a la remota residencia de una legendaria estrella del pop, Alfred Moretti (John Malkovich), que desapareció misteriosamente hace treinta años y que se dispone a presentar un nuevo disco. Ecton, rodeada por el culto a la estrella, compuesto por aduladores al modo de una secta destructiva, de una parte, y de periodistas ebrios, por la otra, se verá envuelta en un perverso plan. No tardará en darse cuenta de que si quiere sobrevivir, deberá combatir lo que se le viene encima de la misma manera: con toda contundencia.
A medio camino entre el terror y la comedia, Opus se produjo bajo el paraguas de A24, pero ni ese sello de calidad pudo protegerla del aluvión de críticas negativas que recibió tras su paso por Sundance. Se acusa al debutante de imprecisión en su subtexto, de querer abarcar un abanico amplio de temas pero hacerlo «con una trama sorprendentemente superficial y solo reflexiones básicas sobre la cultura de la fama y el abuso de poder de los fans» (Tomris Laffly, Variety). También se le cuestiona la estructura narrativa porque sigue la fórmula de otros filmes donde los personajes ignoran señales evidentes de peligro, pero sin que el público entienda porque no reaccionan, no se trabaja suficientemente el recorrido de los personajes ni se significa cómo es la frivolidad de Hollywood, así que se dificulta la conexión emocional del espectador, el humor se pierde y el terror se dilata demasiado en el tiempo. Por último se le acusa de falta de originalidad, citando especialmente El menú de Mark Mylod, comparación que le permite a William Bibbianim (para The Wrap) hacerse el ingenioso: «el valor nutritivo y el sabor de esta película brillan por su ausencia, descuidando la exploración profunda de sus temas y el desarrollo de sus fobias. «Opus» es un Cheeto sin el polvo de Cheeto, así que, por supuesto, nos sentimos engañados».
Y Serendipia se descuelga de la crítica, es cierto que los aspectos señalados podrían haber estado más elaborados, pero en conjunto Green nos ofrece una peliculita ligera, pero muy visible, en la que destaca la interpretación de Ayo Edebiri y se beneficia de la presencia de Malkovich que, por cierto, canta él mismo todas las canciones.
Continuamos en l’Auditori con otra película de la Oficial Fantàstic Competició, Eye for an Eye, una nueva Opera Prima en esta ocasión del norteamericano Colin Tilley. Un largometraje basado en
una novela gráfica sobre el bullying que se rodó en tan solo 19 días utilizando efectos especiales artesanales sin recurrir a elementos digitales. En la película Anna (Whitney Peak) está de duelo por la repentina muerte de sus padres y decide mudarse de Nueva York a un pequeño pueblo de Florida para vivir con su abuela, que está ciega. Aislada y en un entorno desconocido, se une a un grupo de chicos conflictivos. Cuando se convierte en testigo de un acto de violencia imperdonable sin hacer nada por evitarlo, se verá atrapada por Mr. Sandman, el alma retorcida de un niño que persigue en sueños a los abusadores para devorarles los ojos cuando despierten. La película retrata bellamente el profundo sur, con sus bosques y ciénagas. Y a sus paletos aburridos dispuestos a hacer el mal gratuitamente y a provocar a ese Mr. Sandman, espíritu del bosque que se materializa cuando los nombres de los acosadores son tallados por el acosado en el tronco de un árbol milenario. Película de terror standard, muy mainstream y con poco novedoso que aportar. Pero, a estas alturas de festival, fue muy bienvenida: tras 27 películas vistas, también apetece ver una menos enjundiosa y de género stricto sensu. Para no pensar (que en caso contrario igual te arrancas los ojos voluntariamente).
Y Serendipia cierra este día lúdico-festivo , en lo que a películas se refiere, con The Old Woman with The Knife (Pagwa, Min Kyu-Dong), película perteneciente a la sección Órbita. Nos apetecía ver una cinta oriental, en este caso coreana, de garrotazo y tentetieso, con ese drama añadido que contiene el cine de esas latitudes. Veamos si no: Hornclaw (Lee Hye-yeong) es una legendaria asesina de sesenta y tantos años, especializada en el «control de enfermedades» o en eliminar «alimañas humanas» desde hace más de cuarenta. Quizás debido a su edad, siente una extraña compasión por un médico que la trató.
Un día, un joven y siniestro asesino llamado Bullfight (Kim Sung-cheol) aparece ante ella. Para Bullfight, Hornclaw no sólo es el enemigo que asesinó a su padre veinticinco años atrás, sino también la primera persona que le mostró bondad. Pero Hornclaw no reconoce al joven, y un malentendido los lleva a apuntarse con sus armas.
Una cinta de acción que ya esperábamos resultona, pero que dio más. Cumple los cánones pero les da una dimensión más humana, ya que se centra en la tensión y la emoción de cada momento narrativo, lo que supone una visión, cuanto menos, refrescante del género. Destaca la buena forma Lee Hye-yeong, que consigue convencernos de que es perfectamente capaz de matar a alguien diez veces más grande que ella. Por su parte, Kim Sung-cheol le da una intensa y excelente réplica. La relación y el juego del gato y el ratón entre Hornclaw y Bullfight son, sin duda, lo más sobresaliente de la película y culminará sustituyendo la adrenalina por la lágrima cuando la anciana reconozca al final al joven. The Old Woman with The Knife es una emocionante actualización del género, que supuso un bonito colofón a una jornada llena de títulos menos sustanciosas conceptualmente hablando, pero que cumplieron con la función del cine como evasión. Tampoco está tan mal que las neuronas descansen.
El día se completó con la rueda de prensa de Luc Besson, que venía con su Drácula bajo el brazo. Pero lo referente a todo esto, mejor lo dejamos para mañana, pues la cosa tuvo su miga…
Por lo pronto les dejamos con el video con el cual el festival recuerda a la gente de cine que ha marchado.
Diario de Serendipia en Sitges 2025: Sexta cápsula

Serendipia se disponía a pasar toda la mañana en Tramontana, su segundo hogar, donde le esperaban algunas películas marcianas más, dos de ellas Noves Visions. Pero lo más loco se lo encontró en l’Auditori ya por la tarde…

New Group fue una de las escasas películas japonesas que se pudieron ver en Oficial Fantàstic
Competició. Su director, Yûta Shimotsu, ya empieza a tener un nombre en Sitges después de haber debutado hace dos años en el festival con su opera prima Best Wishes to All, un excelente y atmosférico ejercicio de terror que hizo las delicias de Serendipia en aquella ocasión. Y aquí estábamos, en sesión despertador, con la intención de comprobar si nuestro juicio de entonces se confirmaba, la sinopsis argumental con la que presentaba New Group el programa. Si más no, era apetecible: «La estudiante de secundaria Ai comienza a observar comportamientos extraños de sus compañeros de clase. Poco a poco, los alumnos y profesores se convierten en una secta sin voluntad propia que transforma las rutinas de gimnasia en una aterradora danza de la muerte.» Como casi siempre, este resumen resultó impreciso e incompleto. Incompleto porque se omite un personaje central, el estudiante Yu Kobayashi, nuevo en el instituto, quien, además de tener un apellido con resonancias cinéfilas, va a representar el complementario de Ai (fíjense que fonéticamente los nombres de la pareja protagonista no son otra cosa que ‘tú’ y ‘yo’ en inglés), mientras ella es discreta y procura pasar desapercibida, incluso llega a pecar de falta de iniciativa cuando ve a un grupo chicas haciendo bullyng a otra, él, que viene de estar largo tiempo en EE.UU, se destaca por ir a contracorriente de las normas. La imprecisión de la sinópsis es que utiliza la palabra secta y no hay tal, o no exactamente, lo que hay es una pirámide humana que se ha ido montando poco a poco, esto no es un spoiler puesto que el propio cartel de la película lo muestra. ¿Qué tenemos pues? El marco de una comedia estudiantil como escenario de una cinta de terror corporal con intención de denuncia social. Y ahora hemos corrido mucho en la explicación. R-a-l-e-n-t-i-c-é-m-o-n-o-s.
La película comienza con una serie de imágenes agresivas que bombardean el subconsciente de Ai, una pareja de famosos es brutalmente golpeada por paparazzis con teclados y monitores. Una anciana se cae en la calle y los jóvenes sacan sus teléfonos con la esperanza de que su indefensión se haga viral. Un político con yenes asomando de los bolsillos de su traje pide el voto a personas sin hogar mientras ríe maniáticamente. Escenas que puntúan el tono del relato, nos estamos moviendo en el terreno de la extrañeza, una extrañeza que surge de deformar lo cotidiano hasta el absurdo. La extrañeza va entrando progresivamente, con verosimilitud, casi con naturalidad, podríamos decir. Así, la vida de Ai y Yu en el instituto es la habitual en las comedias adolescentes que tantas veces nos ha obsequiado el subgénero, hasta que un estudiante se dirige al campo de futbol y se pone a cuatro patas en el centro, y luego, son dos más, y luego más, hasta que se preocupan los padres y los profesdores deciden adoptar esa anomalía como actividad, fagocitar la práctica absurda y convertirla en un modo de orden, y se suman más alumnos, y profesores y padres, y… al final hay una enorme pirámide humana dispuesta a aniquilar al que no se sume. Como en Best Wishes to All, una situación cotidiana, doméstica, se convierte en una pesadilla que recuerda las atmósferas de Junji Ito. Es obvio, además que nos movemos en el ámbito de la metáfora, una muy clara: la pirámide, más allá de su impacto visual, representa la jerarquía y la obediencia ciega, aunque se presente como empoderadora en realidad implica una pérdida de identidad, ya que los individuos se rinden y se refugian en la comodidad de esta ordenación. El objetivo de New Group es la denuncia del conformirsmo y la alienación, el sometimiento a lo establecido y la renuncia al propio yo. Y es que la denuncia es lo que más interesa a su director, «mi interés reside en poder enfocarlos desde una perspectiva social donde siento que puedo aportar algún tipo de mensaje«; eso sí, siempre deesde los mimbres del género «Y sobre todo quiero darle importancia a la puesta en escena y todo lo que se ve, creando imágenes que puedan sorprender«.

Y ya tenemos la respuesta a nuestras expectativas, New Group consolida a Shimotsu como un narrador anárquico y experimental que aborda temas universales de forma sumamente poco convencional. Primera satisfacción matutina, si tuviésemos que poner un pero no sería a la película sino a su ubicación en la parrilla de la edición. Si lo que tenemos es una cinta fuera de lo común que no sólo usa de la alegoría sino de la experimentación con las formas de narrar, ¿No debiera haber figurado en Noves Visions?
A Noves Visions pertenecía la siguiente cinta de este día, y pronto descubriríamos que cambiábamos de país, Japón por Hungría y de sección del festival, pero seguíamos moviendonos en el terreno del cine comprometido, aquel que mediante la metáfora hermana el terror con la crítica social mordaz. Sin olvidar unas gotas de humor.
Feels Like Home del debutante Gábor Holtai fue toda una grata sorpresa para Serendipia. Holtai se estrena en el largo con un trhiller psicológico que, tomando forma de alegoría, es una ácida crítica social de un país, el propio, que abandonó el comunismo para elegir una nueva forma de totalitarismo con la figura del fascista Viktor Orbán. No es, sin embargo, una película localista, este drama de cámara tiene la virtud de mantenernos en tensión durante todo el metraje porque sabemos que nos está apelando a nosotros, a nuestro presente polarizado y convulso, y a un posible futuro próximo en el que la realidad húngara de hoy puede ser la nuestra. Y Feels like Home parte de la su circunstancia nacional, pero se edifica sobre un sustrato que sentimos universal pues retrata cómo, a pesar del vano anhelo de libertad, la mayoría de las personas se sienten seguras dentro de un sistema, por más distorsionado que sea. Su final es demoledor, pero empecemos por su principio.
Y el principio es resumir su trama: la vida de Rita da un vuelco cuando la secuestran durante la noche. Despierta en un extraño apartamento, donde la familia Árpád afirma que es Szilvi, su hija perdida hace mucho tiempo. Aunque Rita conoce su verdadera identidad, poco a poco se da cuenta de que solo podrá sobrevivir en ese grotesco y hermético entorno si sigue las reglas y acepta el papel que le han asignado. Holtai condensa en un entorno familiar claustrofóbico y delirante la lógica de los sistemas políticos basados en la sumisión a la voluntad de los mandatarios. El tirano con piel de cordero, en el film, es Papá, su palabra es ley, su voluntad determina quién puede pertenecer a la «familia» y quién no. Todos quieren someterse a él, aunque aparentemente todos le temen. Esta microsociedad funciona como una secta cerrada y extraña: tras la apariencia de amor se esconde un control absoluto, tras el orden, la desintegración. Rita-
Szilvi se va perfilando como la oposición silenciosa, sabedora de que el poder nunca reside en un solo hombre, sino también en quienes le sirven obedientemente, la protagonista va haciendo trabajo de zapa, ayudando a los otros miembros a desenmascararse y tejiendo alianzas. La acción alcanza su climax con la muerte de papá en una escena en la que, al estilo de Asesinato en el Orient Express, todos participan en la venganza. Pero el clímax no es el final, Feels Like Home no deja margen a la catarsis. Tras la liberación viene el desconcierto y la dolorosa toma de conciencia de que la recién estrenada libertad no basta por sí misma para invertir un sistema, aquí ya el capitalista, que se basa en la desigualdad. La conclusión perturbadora y, a la vez, profundamente lacerante es que, a pesar de nuestro deseo de libertad, la mayoría nos aferramos a un sistema, porque creemos que es la única manera de darle sentido a nuestros días.
Con un buen trabajo de guion en el desarrollo del arco de transformación de los personajes y unas actuaciones solventes, la película evita el problema de las piezas de cámara, no gira en torno a la repetición de los mismos giros argumentales, sino que la tensión es un crescendo. Destaca por su fuerza visual. Las frías y geométricas imágenes del director de fotografía Dániel Szőke, junto con la música del propio Holtai, contribuyen a la sensación de confinamiento. La atmósfera es densa, pero nunca gratuita: cada composición sugiere que nada ocurre por casualidad. El ritmo es lento por momentos, pero eso forma parte de la tensión; la película se basa en la paciencia, no en el impacto. Por eso, llegado el final, nos muerde con más fuerza la desesperanza.

Hay pesimismo en el joven Holtai, «la humanidad ha desarrollado una terrible necesidad de comodidad a través del estilo de vida capitalista. Dado que este es uno de los principales objetivos en la vida de las personas, también es la principal fuerza que nos impulsa a ignorar tanta injusticia y negatividad, y a renunciar a nuestro propio sistema de valores por ello». Pero también combatividad, busca un cine que golpee conciencias, un cine denuncia que resulta especialmente arriesgado en Hungría porque, como dijo él mismo en su presentación de la proyección, Orbán no quiere saber de críticas. La suma de pesimismo y fortaleza le lleva a abrazar la fórmula del absurdo, para él «una gran oportunidad para hablar con claridad sobre cuestiones morales y humanas que de otro modo serían difíciles de comprender«. Gábor Holtai es
también un autor vehemente que se implica emocional e intelectualmente con su obra, «si solo iba a hacer una película en mi vida, tenía que ser esta». Realizada sin el apoyo del Fondo Nacional de Cine, la cinta tardó cinco años en llegar a término y fue posible gracia a la colaboración y financiación independientes, en una coproducción de FP Films y CineSuper, con la participación de los productores Péter Fülöp, Zoltán Mártonffy y Ádám Farkas.
El esfuerzo mereció la pena, la sátira absurda y claustrofóbica de Holtai fue de las mejores y más recomendables cintas que pudieron verse durante el certamen, aunque su pasó por el mismo fuese de manera bastante desapercibida. Afortunadamente no se fue de vacío, regresa a Hungría con el Méliès de Plata bajo el brazo, esperemos que eso sea un reclamo para el público húngaro y no pierdan la ocasión de verla cuando se estrene el 19 de febrero de 2026.
Con el corazón latiendo y la mente efervesciendo, nos volvimos a sentar en nuestra butaca preferida de nuestra sala preferida para cambiar el color degradado por la paleta más saturada y chillona. Cambio de tercio radical, es el turno de
Fucktoys, también dentro de Noves Visions, una producción estadounidense dirigida, escrita y protagonizada por Annapurna Sriram en la que interpreta a una trabajadora sexual a tiempo parcial e imán del caos a tiempo completo llamada AP y que está convencida de que el universo la tiene en su poder. Y puede que tenga razón.
En este debut salvaje y sin filtros, AP busca un reinicio cósmico después de que una peculiar tarotista le diga que necesita mil dólares y un cabrito para romper su maldición. Para ello recorre en scooter los sórdidos bajos fondos de Trashtown, una mezcla de Luisiana del sur con un toque de Los Ángeles, con más barras de alterne que guarderías, y va encontrándose con extraños personajes por el camino. La cinta avanza sumergiéndonos en una sucesión de encuentros que podrían funcionar como tiras de viñetas independientes, pero que están unidas con lógica. Una lógica que no es lineal sino asociativa y que nos hace perseguir a AP por un universo continuamente sorprendente como si el suyo fuera el viaje de cualquier Alicia en una país de maravillas. Fucktoys es un paraíso distópico en sí mismo.
Grosera, cruda y desquiciada, esta hilarante aventura punk está dirigida por una alumna aventajada de John Waters que juega a las texturas filmando en glorioso formato de 16 mm. Fucktoys es tanto una provocación estética como moral a las convenciones del cine independiente. Una patada en el estómago de esa América que ha tolerado que se aliente el movimiento MAGA, una crítica feroz al capitalismo con espíritu grindhouse. Se oyeron quejas por haber sido seleccionada sin ser género, ¿De verdad no lo es? No importa la respuesta, no a Serendipia al completo esta vez. Fucktoys es una joya del kitsch más verdaderamente transgresor.
Esta jornada estaba resultando grande y original, poco sabíamos que cuando llegaramos a l’Auditori el delirio iba a tocar cotas máximas.

Ben Wheatley y su Màquina del Temps (Foto: Serendipia)
Cerramos el día con Bulk película que también formaba parte de la sección Oficial Fantàstic Competició y que sería otro de los momentos más memorables del festival. Bulk está dirigida por Ben Wheatley, un rostro habitual en el festival desde que presentara Kill List en 2011, Turistas en 2012 y A Field in England un año después, entre otras. La propuesta de este año la definió el propio director británico como «jodidamente rara«, tras lo cual deseó suerte a los espectadores, entre los cuales estuvo él mismo, ya que se quedó junto con su equipo a ver la película. El director antes de la presentación del film recogió el premio Màquina del Temps de la mano de Ángel Sala, director del festival.
Bulk, rodada en color y blanco y negro con un reducido equipo artístico, artesanales efectos especiales y en formato 16.9 es una locura en forma de thriller negro (retro)futurista del que es bastante complicado especificar su argumento: cuando un científico lleva sus experimentos con la teoría de cuerdas demasiado lejos, algo sale mal, provocando la explosión de su enigmático invento, el colisionador cerebral, y la propia desaparición del científico. Nuestro héroe Corey Harlan (Sam Riley) es enviado para arreglar el desastre generado por el doctor Anton Chambers (Noah Taylor), y recibirá la ayuda de Aclima, un ser multidimensional. Enigmática sinopsis de la que sin duda es la película más anticomercial del británico hasta la fecha. Pero igualmente, esta locura, este híbrido de thriller de conspiración, ciencia ficción con viajes en el tiempo y parodia de género absurda, tiene más inspiración que casi todo lo que ha hecho hasta aquí. Una delicia repleta de recovecos narrativos de tan solo noventa minutos y llena de referencias metatextuales que van desde la fantasía artesanal de la clásica serie británica Thunderbirds, hasta la
opaca y minimalista construcción de mundos de ciencia ficción de Alphaville de Godard, pasando por la paranoia exagerada de películas de serie B de mediados de siglo pasado como El experimento del dr. Quatermass. Del mismo modo que integra referencias dispares, Wheatley combina estilos diversos en su realización, dando como resultado un catálogo desordenado de modos y técnicas de género del siglo pasado. Planea sobre este abigarrado conjunto una sensación: todos se han divertido muchísimo en su ejecución.
Con sus efectos croma premeditadamente evidentes, Bulk es una carta de amor al cine de bajo presupuesto con ecos lynchianos, tan extraña como fascinante, que culmina con unos créditos finales que les recomendamos que no se pierdan. Una película de las escasas de esta edición que a Serendipia le gustaría volver a ver de nuevo en la intimidad de su hogar para intentar desentrañar sus misterios.
Y ya estaba bien de películas para ese martes. Ahora tocaba ir a ruedas de prensa y encuentros, que no solo de películas vive el cinéfago en los festivales. Les dejamos con el tráiler de Bulk, a ver si les entran ganas de entrar en sus misterios y recovecos.
Diario de Serendipia en Sitges 2025: Quinta cápsula

Comienza una semana completa e intensiva en la que tendremos películas de lunes a sábado. Un sprint que traerá a Serendipia horas y horas de cinefagia y que se inicia con tres títulos de la sección Oficial Fantàstic Competició y uno, Crushed, perteneciente a la sección Órbita ¿Qué puede salir mal? ¡Comenzamos!

Un fastasma útil (Pee Chai Dai Ka, Ratchapoom Boonbunchachoke) era uno de esos títulos de los que todo el mundo hablaba y que era conocida oficiosamente como «la de la aspiradora». Y todo ello no debe extrañar a nadie,
pues hablamos de una comedia absurda cuyo argumento es carta de presentación: Tras la trágica muerte de Nat (Davika Hoorne) a causa de una contaminación por polvo, March (Wisarut Himmarat) se ve consumido por el dolor. Pero su vida cotidiana da un vuelco cuando descubre que el espíritu de su mujer se ha reencarnado en una aspiradora. Por absurdo que parezca, su vínculo se reaviva, haciéndose más fuerte que nunca. Lo dicho, un disparate que personalmente nos retrotrae al cine de Roy Andersson. Comedias en las cuales los personajes son casi inexpresivos y realizan acciones absurdas. Comedias tragicómicas con tono de cuento de hadas, como sucede con este fantasma útil, que fue la película marciana del festival y que simultáneamente importunaba y fascinaba al espectador, totalmente entregado a las peripecias del film del director tailandés, que con esta cinta participaba en sección Oficial Fantàstic Competició.
La trama reinterpreta la leyenda tailandesa de Mae Nak, en la que el fantasma de una mujer muerta se niega a abandonar el mundo de los vivos por amor a su esposo. Una reinterpretación que se pinta de comedia hasta que se metamorfosea en drama social y enarbola una llamada a la rebeldía frente a un sistema que sojuzga a las clases trabajadoras, todo ello sin renunciar nunca al tono melancólico que
requiere toda historia de fantasmas (una melancolía que la banda sonora de Chaibovon Seelukw, dominada por el arpa, acentúa). Un fantasma es un resistente, se dice expreso en una línea de diálogo, porque se niega a desaparecer en el olvido, es un paladín de la memoria histórica que los opresores quisieran hacer desaparecer, todo espectro es un opositor al afán de los gobiernos por utilizar la ignorancia del pasado como arma de represión. De este modo, entre gag y gag, la película invita a reflexionar sobre cómo percibimos la historia y la importancia de no dejarla perderse entre la desinformación actual. Un fantasma útil es un debut impresionantemente ambicioso y complejo que se presenta como un sueño surrealista que utiliza la poética de lo absurdo para alentar la sublevación que implica no olvidar el pasado. En definitiva, es una invitación a conservar nuestros sueños y nuestra memoria. Sobrevuela la narración una hermosa premisa: son los soñadores quienes pueden cambiar el mundo, y por eso, si pudieran, las clases dominantes nos arrebatarían nuestros sueños. El resultado es una película que oscila entre lo ridículo, lo emotivo y lo tenso, pero que siempre se mantiene original. Boonbunchachoke consigue que la excentricidad que impera en la cinta no sea un inconveniente para lograr generar empatía y reflexión, todo un rasgo de maestría en un director que recién se estrena en el oficio y cuyo talento fue reconocido por el jurado de la crítica con el premio a mejor dirección novel. Por su parte el jurado de la sección oficial le otorgó el galardón a mejor guion.
Todavía asombrados ante lo que habíamos visto de buena mañana, Serendipia marcha a l’Auditori a por Todos los males (Nico Postiglione), una película magnífica que también formaba parte de la sección Oficial Fantàstic Competició pero a la que, todavía hoy, le estamos buscando el elemento fantástico que la hizo ser seleccionada para el festival de Sitges. Veámoslo.
La sinopsis informaba que la acción de Todos los males se sitúa en la Valdivia (Chile) de finales de los años 50, donde Daniel, un niño que acaba de perder a su madre, conoce a la familia alemana de su padre, los Riedel, quienes se encargarán de cuidarlo. Aislado por su desconexión cultural, encuentra consuelo en Ema, la hija de un peón que le revelará los oscuros secretos de los Riedel. Cuando Ema desaparece y la tragedia es encubierta, Daniel enfrenta la traición y decide buscar venganza antes de marcharse. Con este argumento uno tiende a pensar que esos prometedores «oscuros secretos» serían los que harían entrar a la cinta en los terrenos del género. Pero no, nos movemos siempre en las arenas del drama social, con su tono de denuncia que busca mover el pathos del espectador hacia el deseo de subvertir el orden inicuo que somete a los desposeídos y perpetúa los privilegios de la clase dominadora. Con personajes bien definidos y con buen pulso en la narración de la atmósfera de opresión, Todos los males es una cinta eficaz que consigue su propósito de contagiarnos la emoción del protagonista. Nosotros mismos quisiéramos cobrarnos la venganza. Se trata de una sólida película, interesante, bien interpretada y con un magnífico diseño de producción, elementos que la convierten en una fantástico film, pero, no en un film del género que define al festival de nuestras entrañas. Con una cierta buena voluntad, podríamos asentir a su categorización como thriller, puesto que es cierto que la intriga se dosifica inteligentemente para conseguir suspense. Con más buena voluntad, podríamos aceptar que eso la lleva a poder ampararse bajo la estela del género, pero, ¿No existe ya una sección en la que se engloban las cintas que orbitan la esfera del fantástico? Seleccionarla para la Sección Oficial fue hacerle un flaco favor, desubicada no pudo ser bien valorada. Una lástima.

El director y el equipo artístico de ‘Todos los males’ (Foto: Serendipia)
Nuevamente asombrados, pero por otros motivos, trotamos hacia Tramontana donde nos espera la prometedora producción británica Crushed (Simon Rumley). Veamos si no: Olivia, una niña de diez años que quiere descubrir al autor de unos brutales vídeos de matanzas animales que circulan por su escuela, desaparece repentinamente. Ante esta situación de peligro extremo, la desesperación de su madre no tarda en aparecer, mientras que su padre, predicador de una iglesia cristiana, acepta la situación como una prueba enviada por Dios.

Simon Rumley, director de ‘Crushed’ (Foto: Serendipia)
Como explicó el director, este film, que principalmente trata sobre la fe, se rodó en Bangkok porque parte de la financiación vino de ese país. Ya se le había ocurrido su trama desde antes de su participación en The A,B.C of Death (vv.dd. 2012), así que desde que comenzó a escribir el guion en 2011 hasta ahora ha tenido muchas variaciones. Rodado un tanto a la manera de un documental, sin música, con «descuidados» cortes de continuidad, todo ello con la intención de ofrecer más realismo al espectador, la película no termina de quedar redonda, pues se queda a medio camino de todo. En un llano desierto. Y todo ello a pesar de tratarse de una interesante reflexión sobre el daño que algunas imágenes pueden hacer en una mente no preparada y sobre la crueldad y la maldad que hace que incluso esas terribles imágenes sean subidas a internet y circulen como si de una broma inocente se tratara. Unas filmaciones que como muestra Crushed, pueden ir dirigidas a objetivos mayores. Todo se desarrolla como un true crime con un innegable trasfondo escabroso que, con la exagerada muerte de uno de los villanos, se pasea peligrosamente por los parajes del slapstick. Por lo menos estaba mejor ubicada puesto que Crushed sí competía en Sección Órbita.
Serendipia prosigue en su asombro, que está derivando en perplejidad, y se prepara, también en Tramontana, a por otra película, la última del día y también perteneciente a la Oficial Fantàstic Competició.
De sugerente título, Si pudiera te daría una patada (If I Had Legs I’d Kick You, Mary Bronstein), no sabemos si con esta producción norteamericana veríamos o no un film de género fantástico. Veamos de qué va esto… Linda (Rose Byrne) está desbordada por el nacimiento de su hija —que padece
una misteriosa enfermedad—, la ausencia de su marido, una casa difícil de habitar, la desaparición de una persona y una relación cada vez más hostil con su terapeuta. Hasta aquí la sinópsis.
Rose Byrne, Oso de Plata a Mejor Interpretación en Berlín, les sonará a los aficionados al género fantástico por su participación en algunas entregas de la saga X-Men y por ser la protagonista de las dos partes de Insidious. Y sencillamente está genial como madre desbordada, cuya situación se refleja estando durante toda la película en plano y un plano muy cerrado que consigue agotar al espectador de esta producción independiente distribuida por A24. Pero… Como suponían, nuevamente el género fantástico brilla por su ausencia. Y no, ciertos efectos visuales con los que la directora quiere hacernos partícipes de la intoxicación de marihuana de la protagonista no justifican tampoco la presencia de esta cinta en sección Oficial Fantàstic Competició. Si fuéramos malpensados, casi insinuaríamos que, o la «cosecha» del fantástico ha sido escasa (o mala), o se quieren colocar cintas con calzador para engrosar tantos por cientos e intentar igualar la participación de directoras a competición. El jurado no debió de compartir nuestro punto de vista puesto que galardonó a Byrne con el premio a la categoría de mejor actriz.
No se confundan, no despreciamos el trabajo de Mary Bronstein, la directora demuestra dominar a la perfección la puesta en escena y tener un perfecto criterio sobre qué ritmo de acción nos iba a hacer partícipes de la odisea mental que sufre la protagonista. Se proyecta sobre nosotros y nosostros proyectamos sobre ella. El estrés es uno de los principales monstruos que nos atenazan en nuestro día a día, y Bronstein ha clavado su retrato. Y lo ha clavado porque sabe hacer uso del humor, sabedora de que darle un toque a los ingredientes con la vis cómica los hace todavía más subrayados. Si pudiera, te daría una patada es una ácida crítica al exceso de exigencia de la madre moderna, que equilibra a la perfección la amargura y el encanto, y, sin duda, una de las mejores comedias dramáticas del año. Nos gustaría haberla visto en un marco que le hiciera más justicia. En otro festival, no en este.
Y tras esto Serendipia se recoge nuevamente en nuestra acogedora mazmorra para reposar, pues mañana nos esperan cuatro películas más. Les dejamos con este bonito video de aniversario de películas que lo celebran este 2025. Se sorprenderán de lo viejos que son ya… (para verlo denle a ‘ver en youtube’)
Diario de Serendipia en Sitges 2025: Tercera cápsula

Hoy tenemos cosas importantes. Nos tenemos que decidir entre Gaua, la última película de Paul Urkijo y We Bury the Dead y, sabiendo que más adelante habrá pases de prensa en Barcelona de la cinta del vasco, nos decidimos por la del australiano, aunque su protagonista, Daisy Ridley haya anulado su presencia en el festival en el último momento. Pero hay más: animación, cine para toda la familia y el reencuentro con el maestro Mariano Baino.

Serendipia comienza el día en Tramontana con We Bury the Dead, que como Oficial Fantàstic Competició, pasea al espectador por un paisaje apocalíptico tras un catastrófico experimento militar que diezma la población de Tasmania, lugar en el que se encontraba el marido de
Ava (Daisy Ridley). Pero tras producirse unos escalofriantes efectos no esperados cuando algunos de los cadáveres muestran signos de vida, Ava decide unirse a una “unidad de recuperación de cadáveres” con la esperanza de encontrarlo todavía con vida, muerto o… revivido. Narrada desde el dolor y la esperanza de la protagonista, We Bury the Dead añade un enfoque original y emocional al tema de los zombis mostrándolos como lo que fueron antes de morir: seres humanos. Así que olvídense de devoradores de cerebros pues, como suele suceder en tantos y tantos relatos de no muertos, los peores de la función son los vivos. Hilditch se instala en una perspectiva humanista, el motivo del regresado de la muerte le sirve para reflexionar sobre qué nos da carta de naturaleza, cuál es la esencia que nos define, y qué supone la muerte en nuestra existencia. El dolor y el humor se aúnan en su retrato y, paradójicamente si se quiere, cuando más lírico se muestra, más sobrecogedor resulta. Parte de la crítica lamenta, de hecho, que no descarte todos los tópicos, y, en ocasiones, seguramente la motivación de avanzar en la trama, caiga en una imaginaria más gastada y que en algunas ocasiones los revividos sean más agresivos, tengan peor aspecto y anuncien su llegada con un escalofriante crujir de dientes. A Serendipia, sin embargo, le pareció una película suficientemente calibrada, que maneja bien sus ingredientes y regala algunas imágenes poderosas para la memoria, como ese cadáver en vida dando sepultura a los suyos. Y es que ya nos sentíamos atraídos por el director de la función, el australiano Zak Hilditch que ya había demostrado pericia a la hora de caminar por parajes apocalípticos, tan solo hace falta recordar la magnífica Las últimas horas (These Final Hours, 2014), con la que el director participó en una edición anterior del festival.

Kenichiro Akimoto (Foto: Serendipia)
Buen comienzo de jornada y corriendo a l’Auditori para ver la primera participante en la sección Anima’t que Serendipia se iba a meter entre pecho y espalda. All you need is Kill (Kenichiro Akimoto) es, por supuesto, una cinta de animación, en esta ocasión procedente de Japón que adapta una novela de 2004 de Hiroshi Sakurazaka que se adaptó al manga en 2014 y, ese mismo año, se convirtió en un film de imagen real en Estados Unidos como Al filo del mañana (Edge of Tomorrow, Doug Liman, 2014). La historia, como en el manga y el filme, gira en torno a un bucle temporal que obliga a su protagonista a revivir la misma batalla cada vez que muere. La diferencia radica en el tono: lejos de resultar reiterativo o agotador, Akimoto logra dotar de ritmo y curiosidad a cada nuevo ciclo. La repetición se convierte en aprendizaje, y el aprendizaje en desesperación, pero también en humor. Hay momentos en los que morir se vuelve casi cómico, mientras que en otros el dramatismo se impone con crudeza. Una obra de ciencia ficción bélica muy imaginativa, que equilibra acción y reflexión sin perder su espíritu de entretenimiento. No defraudó las expectativas, tampoco, por lo que hace relación a su apartado visual.
Con un rodaje que duró cuatro años, según detalló su director que presentó la proyección, All you need is Kill tiene una animación 3D para los fondos, aunque para los personajes se decanta por un dibujo lineal que aleja visualmente al film de los animes más habituales. Las líneas duras y los trazos que esquivan las redondeces alejan a los personajes de los estereotipos estéticos del manga comercial, lo que les otorga una personalidad diferenciativa, casi acercándolos al cómic occidental. Una cinta interesante, como todas las que Serendipia disfrutó provenientes de Japón en esta 58 edición. Pero no podíamos demorarnos a relamernos, tocaba abandonar la sala grande y cambiar radicalmente el tercio.

Coralina Cataldi-Tassoni y Mariano Baino (al fondo) presentando su película en Tramontana (Foto: Serendipia)
Vuelta a Tramontana para ver la esperada por Serendipia Astrid’s Saints, tercer largometraje (o segundo, según como se mire) del director de culto Mariano Baino tras Dark Waters (1993). Un film cuyo rodaje se ha prolongado durante 14 años y que es un cuento de hadas con santos y oraciones en vez de duendes y brujas, un tanto abstracto, en el que está esmerada la puesta en escena. Cada uno de los planos que dan cuenta de la acción y su escenario tiene pleno sentido narrativo (o poético), el duelo de Astrid se escenifica en un universo hierático formado por un sistema de cuevas, auténticas catacumbas, iluminadas con velas y en las que la iconografía cristiana tiene todo el protagonismo, la partitura y los efectos de sonido, partes también de la narración, hacen el resto. Astrid (una gran Coralina Cataldi-Tassoni), una madre afligida por la muerte de su hijo, deberá desentrañar los misterios que la unen a otras madres en duelo, a sus hijos, y también a los jóvenes santos a quienes todas ellas adoran. Desgarradora exploración de la psique de una mujer atravesada por la pérdida que, a través del realismo mágico, encuentra su equilibrio entre lo sobrenatural y el sufrimiento terrenal. Una conmovedora historia sobre la fe y el poder de la oración.
Una pieza de orfebrería que requeriría de más de un visionado para apreciarla por completo. En este espacio habremos de limitarnos a esbozar la somera explicación de su esencia que un primer contacto con ella nos deja como fondo de paladar. Casi experimental, la cinta no se apoya en la acción y el diálogo, el esfuerzo compositivo se centra en la fuerza de las imágenes convenientemente sazonadas con un diseño sonoro tortuoso y atormentado (obra de la propia Cataldi, que a la par es coguionista) que da razón de una deriva mental, la de la protagonista y su conflicto. No estamos ante una peripecia, ante un obrar en el mundo, sino que los recovecos de esa casa-cueva que sirve de escenario son una prolongación del profundo laberinto que atraviesa la mente de la protagonista. Así, no quedará claro si los encuentros con otros personajes, todas mujeres atravesadas por la pérdida de sus vástagos, se da más allá de su imaginación, la película flirtea continuamente con la irrealidad y la atmósfera surreal. No avanza el filme fundamentándose

en el diálogo, repetimos, pero ello no significa que no haya verbo: las palabras brotan incesantes de la voz de Astrid, repetidas y repetitivas, como una tonadilla infantil, quizás mejor como una letanía religiosa, como si tratará con ello de conjurar la acción de lo sobrenatural para resucitar a su niño. Resucitarle para salvarle. Resucitarle y salvarse ella. Pero en el sentido profundo que tiene la salvación para un creyente, como consecución de la bienaventuranza, la felicidad humana máxima, en la Gloria. El uso de la imagenería hagiográfica no es una mera cuestión estética, va más allá, desde su función como secuenciación de lo relatado (cada santo un día, un episodio), hasta su significación en el subtexto que fluye bajo la superficie de las imágenes. Baino sigue siendo una especie de Igmar Bergman experimental que se interroga sobre el valor de la fe y la posibilidad de obtener respuesta trascendente, si el sueco nos abocó al silencio de Dios, el italiano nos instala en la duda, pero una duda que, inversa a la de Hamlet, no impide actuar. Y es que, circular y reiterativa, como un laberinto minimalista, en el centro de la reflexión está la espiritualidad femenina (no en vano Cataldi es pareja y musa, pero también coautora). Astrid lleva la práctica de la fe hasta su manifestación más extrema, como aquellas muradas medievales, mujeres que elegían ser emparedadas en los muros de la ciudad para obtener el beneficio del diálogo con lo divino, Astrid con su hábito de eremita se arroga el Don del Martirio y ejercerá sobre ella misma el sufrimiento como acto de caridad suprema capaz de vencer la mortalidad y poner en su lugar la redención.
Astrid’s Saints es un drama litúrgico que extrae belleza del horror. Críptica, desgarradora y edificante a partes iguales, bien está que haya sido seleccionada en un festival de cine fantástico. Porque está más allá de las categorías estanco, pero, desde luego, como la fantasía, está diametralmente enfrentada a cualquier vocación de realismo. Una Noves Visions de las de antaño que satisfizo por completo a Serendipia, despertándole el deseo de repetir sesión (aunque es consciente de que eso será muy difícil). Bravissimo film!
En contraste con la oscuridad del film italiano, la luminosidad de La leyenda de Ochi (The Legend of Ochi, Isahia Saxon) nos esperaba, a continuación, en nuestra estancia en Tramontana, otra
incursión de Serendipia en una pieza perteneciente a la sección Oficial Fantàstic Competició que igual que la anterior la satisfizo por completo. Y es que Serendipia es una entidad cinéfaga de gustos eclécticos. También somos un ser contradictorio, como todo aquel que se precie, capaz de dejarse llevar y sorprender por lo moderno y, a la vez, pensando en clásicos como El ladrón de Bagdag de 1940, pronunciar boutades tales como que, llegado cierto punto en la vida mejor sería encerrarse en el refugio de la propia colección y repasar en bucle aquellas obras de las que el resto no son más que notas a pie de página. Las chanzas son sinceras y nunca carecen totalmente de verdad, pero la temperancia es un grado, el «nunca demasiado» délfico es la luz guía de Serendipia y por eso mantiene intacta su capacidad de disfrutar de operas primas como La leyenda de Ochi que, salvando las distancias, como la cinta de Michael Powell, está imbuida del sentido de la aventura.
La simbología de la aventura está ligada a lo extraordinario y el riesgo, también a la incertidumbre que nos mueve a la búsqueda del sentido. Su origen latino, adventura, significa «lo que ha de venir», lo que implica un futuro ignoto y, por extensión, cualquier suceso fuera de lo común. Representa una experiencia emocionante que puede involucrar peligro y una meta importante, está en la raíz del viaje del héroe definido por Joseph Campbell que describe un patrón común en muchos mitos e historias, donde un personaje sale de su mundo ordinario para enfrentar desafíos en un mundo extraordinario, y regresa transformado. Esa es la estructura narrativa de La leyenda de Ochi. Veamos de qué iba la cosa: Yuri (Helena Zengel) ha sido educada para temer a las criaturas del bosque conocidas como Ochi. Sin embargo, cuando descubre a un bebé Ochi abandonado por su manada, se embarca en un peligroso viaje para reunir a la criatura con su familia. A medida que Yuri se adentra en el bosque, se enfrenta a peligrosos desafíos y aprende relevantes lecciones sobre el valor, la amistad y la importancia de proteger la naturaleza. Relato de encuentro entre una criatura formidable y un humano inadaptado a su grupo, transita terrenos ya
circulados por obras anteriores, rápidamente nos viene E.T., el extraterrestre a la memoria, pero también La historia interminable y, aunque sólo sea por el diseño de la criatura, los Gremlins de Joe Dante, quien, por cierto, estaba en la sala. Pero que tenga esos puntos en común con obras precedentes, no la convierte en una de esas meras péliculas nostálgicas tan en boga, y aunque, como señalan algunos, aspectos de su trama como la relación fracturada de Yuri con sus padres no quedan suficientemente fundados, La leyenda de Ochi brilla con luz propia porque en su espíritu, en su alma conductora, están inscritos modos narrativos de un cine de otras épocas, de aquel que fue capaz de crear mundos improbables, pero totalmente creíbles y fascinantes. La pieza de Isahia Saxon es cine de otro tiempo, de aquel que tenía fe ciega en las aventuras que narraba y, así, era capaz de transferir al espectador la magia recreada por sus imágenes. El aspecto visual es casi un personaje más, justo aquel que nos permite abandonar con la mente el patio de butacas y sentir que atravesamos la pantalla y somos parte de la historia. Nos conecta con nuestro asombro infantil. Y si evoca con autenticidad tiempos más sencillos y mágicos es porque nos invita a un mundo imaginario que nos resulta tangible gracias al uso de efectos prácticos tan distintos a la frialdad de los generados por computador.
Creados mediante una combinación de animatrónica, marionetas y actores disfrazados, los Ochi son una maravilla del cine. Pasamos la mayor parte de la película con el pequeño Ochi cuyos movimientos oscilan entre lo adorable y lo feroz, todos ellos completamente creíbles. Cada respiración y expresión suya están tan llenas de energía que a veces resulta fácil olvidar que esta criatura es una marioneta que cobra vida gracias a siete hábiles titiriteros, y no un animal real. Y no sólo es lo que afecta a las criaturas, la recreación del espacio en el que transcurre la aventura es igual de fabulosa. La ficticia isla de Carpathia, envuelta en niebla, está también magníficamente recreada. El matte painting, los decorados artesanales y la fotografía de estilo retro de Evan Prosofsky se combinan para crear un escenario que parece a la vez hiperrealista y de otro tiempo. Si faltara algo, donde no puede llegar lo visual ni el guion literario, lo pone la banda sonora de David Longstreth. La música es parte integral de la narrativa, ya que el idioma ochi es en sí
mismo una forma de música, lo que permite que la banda sonora y el idioma se complementen a la perfección. La suma de todos estos elementos técnicos, artesanales, arte en sí mismos, elevan la película a la atalaya en la que permanecen las leyendas. Un prodigio. Y fantasía con moraleja, pues al deseo humano de doblegar la naturaleza a su voluntad, le enfrenta la necesidad de que el objetivo colectivo sea aprender de su sabiduría. Cuenta con la participación, siempre bienvenida, de actores de la talla de Willem Dafoe y Emily Watson cuya presencia no hace más que redondear esta película que encandiló, tal y como nos dijo, incluso a Joe Dante. Y es que el director de Matinee también sabe mucho de la necesidad de la mentira del cine como vehículo revolucionario que nos permite creer en que un mundo diferente es posible.
Y felices y con el cántico de los Ochi todavía en la cabeza, Serendipia se retiró a sus aposentos pues el festival de Sitges no ha hecho más que comenzar y es necesario reservar energía para las jornadas que restan.
Mientras tanto, hordas de Zombis han invadido la Blanca Subur: se celebra una nueva Zombi Walk y Sitges está lleno de devoradores de carne. Les dejamos con el spot de este año:
Diario de Serendipia en Sitges 2025: Segunda cápsula

El festival ya ha despegado y hoy Serendipia verá algunas cosillas con más ingrediente fantástico, bastante más, que lo que vio ayer. Hoy viernes habrá más variedad y habrá tiempo para el despiporre sangriento, la comedia e incluso la experimentación, pues ya teníamos muchas ganas de ver cómo se desenvolvía nuestro amigo Indi, protagonista de ‘Good Boy‘, por el cine de terror. También habían llegado al festival presencias tan agradables como la de Joe Dante o Barbara Crampton y por haber… hasta presentábamos dos libros. Un día cargado, que se dice. Vamos con él.

Serendipia comienza la jornada en l’Auditori, donde verá una película perteneciente a la sección Oficial Fantàstic
Competició muy relacionada con la temática de esta edición del festival, el binomio humor-terror, pues Death of a Unicorn es una comedia con tintes fantásticos que se inicia cuando los protagonistas de la trama, un padre (Paul Rudd) y su hija (Jenna Ortega), atropellan a un animal que resulta ser un mitológico unicornio de cuerno multicolor, cuando se dirigen a un retiro de fin de semana en la mansión de su multimillonario jefe (Richard E. Grant). De manera casual se darán cuenta de que el cuerno y su sangre tienen unas propiedades curativas que el avaro jefe buscará explotar. Pero con lo que no contará es que el gracioso unicornio revive y… es una cría cuyos padres andan buscando. Opera prima de Alex Scharfman, el film cuenta con una eficaz banda sonora de John y Cody Carpenter y la participación de la muy popular Ortega. Su mucha fantasía y su, todavía más, hemoglobina de mentirijilla la convierten en un bocado ideal para un entorno festivalero. No puede faltar nunca una cinta que combine los efectos casi gores y el humor para todos los públicos en las pantallas suburenses, interludios para no pensar demasiado y dejarse llevar por su diversión trivial. Así, Serendipia la puso en relación con Hay algo en el granero (2023) una curiosa película de producción noruega dirigida por Magnus Martens que pudo verse en la Edición 57 en la que el ser fantástico de aspecto entreañable que acaba desatando un festín de sangre era un gnomo. La película de 2023 tuvo más fortuna que la presente, pues fue distribuida en los cines de nuestro país de la mano de A Contracorriente Films, mientras que la película de Scharfmen está disponible en plataformas desde el 20 de octubre, donde se lanzará directamente sin pasar previamente por cines más allá del circuito de festivales.
Aún con la sonrisa perfilada en los labios por el negro humor de Death of a Unicorn, Serendipia se dirige a Tramontana para ver más humor, en este caso salvaje, de la mano, o mejor decir zarpa, de Primate, una clasicona propuesta de
Johannes Roberts, un director británico que en su carrera, que lleva lo que va de siglo, se las ha visto con vampiras, arañas o tiburones y que ahora lleva al espectador al interior de la adinerada casa de los protagonistas, donde hay un encantador chimpancé. Allí se nos presentará a los jóvenes protagonistas, el chimpancé será contagiado de la rabia al ser mordido por una mangosta y… Voilà! ya tenemos servido el terror. Lo que diferencia Primate de otras propuestas similares es que para el mono se ha desechado utilizar efectos digitales y se ha preferido contar con un pequeño actor ataviado con un disfraz con unos resultados desiguales. Pero lo importante es la cuenta de cadáveres que hará este simio asesino al modo de un slasher, con mucha sangre y diversión, convirtiendo Primate en una de las favoritas entre el público más desprejuiciado. Primate tendrá estreno en salas de la mano de Paramount.
¡Qué diablos! Entre tanta propuesta enrevesada y relamida que busca el fantástico casi en el trasfondo, también apetece ver a una bestia desatada con hidrofobia matando adolescentes o unicornios asesinos. Y para entender este contraste tenemos el siguiente film, Mother’s Baby, una propuesta algo más elevada, pero con una conclusión de serie B que no pensamos desvelar, faltaría más. Veamos su trama: Julia (Marie Leuenberger), una directora de orquesta de 40 años, y su pareja, Georg (Hans Löw), ansian tener un hijo cuando el Dr. Vilfort (un inquietante Claes Bang al que muchos recordarán por el polémico Drácula de la miniserie de Netflix), les ofrece una esperanza. De hecho, Julia se queda embarazada tras pasar por un tratamiento en la clínica del médico especialista en fertilidad. El parto no sale según lo planeado y se llevan al bebé inmediatamente, dejando a Julia sin saber qué ha pasado. Cuando se reúne con el niño, Julia se siente distante. Tanto que empieza a dudar de que sea realmente su hijo.

Johanna Moder (Foto: Serendipia)
Dirigida por la austriaca Johanna Moder, esta coproducción entre Austria, Alemania y Suiza que participó en el festival dentro de la sección Oficial Fantàstic Competició, incide en los miedos femeninos, en especial la depresión post-parto, de manera que si no tuviera el final que tiene, Mother’s Baby sería, tal y como lo definió su directora en la presentación, «una historia terrorífica, no un film de terror«. Moder se ha enfrentado a su tercer largometraje como directora y guionista para lanzar una inteligente crítica a los desequilibrios de la conciliación que todavía persisten en nuestra época en una espiral de alucinaciones y descubrimientos macabros. En su film seremos testigos de procedimientos
médicos normales que son muy anormales, así como protocolos inhumanos. Todo lo cual viene subrayado por una banda sonora que lleva al espectador a que vea que tras tanta normalidad, algo no marcha como debería y que algo oscuro va a suceder.
Y de los miedos maternales a los miedos animales. Good Boy (Ben Leonberg) es un experimento que queríamos ver desde el momento en el que supimos de ella, pues está protagonizada por un simpático perro, Indy, que, interpretándose a sí mismo, se enfrentará a todo lo que acecha en la noche, y más cuando junto a su dueño Todd (Shane Jensen), se muda a una casa en el campo que, para sorpresa de nadie, resultará estar encantada. El cachorro, atormentado por visiones de la muerte del anterior propietario, deberá luchar contra unas fuerzas malignas que intentan arrastrar a su dueño al más allá. La película está muy bien interpretada por su perruno protagonista, que francamente, debería haber accedido a alguno de los premios a esa categoría del festival, como lo fue en el SXSW 2025, dónde fue galardonado con el «Howl of Fame» (Aullido de la Fama). Pero tras la buena interpretación del animal también está la pericia del debutante Leonberg que declaraba: «para conseguir escenas en las que parece que Indy está enfadado o asustado, lo que ocurre en realidad es que Indy está colocado de tal forma, con la mirada fija en la cámara o fuera de la pantalla, y mi mujer y yo estamos detrás de la cámara diciendo cosas como ‘bocadillo de jamón’, que no significa nada para él, para que incline la cabeza ligeramente. Y como es muy inteligente y está muy centrado, intenta entender lo que queremos. Si coges ese material, lo editas, lo iluminas correctamente, añades la música siniestra, el diseño de sonido, quitas las voces reales, sugieres al público a través del poder del cine que esto da miedo, la audiencia hace los números: el perro está asustado. Pero el perro solo está intentando entender. La narración hace que te asustes, y el público lo proyecta en el personaje. Ese efecto es el motor que impulsa gran parte de la película». La magia del cine y los códigos compartidos se alían para sumarle un significado aterrador a las imágenes, las expectativas del receptor se proyectan sobre lo mostrado y determinan la interpretación final. Así, conocer de antemano que en toda la tradición las mascotas implicadas en un relato de terror no llegan más allá del primer acto, añade una tensión y una angustia que atrapan la atención y las ganas de saber más. Eso estuvo en buena medida bajo el éxito viral del lanzamiento del primer trailer, después de tres años de rodaje.

La inquietud por la suerte de Indy, que llevó a unos registros históricos de la búsqueda en Google sobre si el perro muere o no al final, se tradujo en más de un millón de visualizaciones en apenas 24 horas. Esta extraordinaria acogida llevó a IFC Films a cambiar radicalmente su estrategia, pasando de un estreno limitado a una distribución amplia en cines. Y, sin embargo, las mismas expectativas generadas, la idea preconcebida en los espectadores por la propia viralidad, han sido responsables de la tibieza en la recepción del filme una vez visto al completo. Todos tenían claro, crítica especializada incluida, que Good Boy era el fénomeno de la temporada, una cinta de terror con la originalidad de ser contada desde un punto de vista novedoso, la mirada de Indy, y eso y nada más es lo que todo el mundo estaba dispuesto a ver. Pero, Good Boy no es sólo original en el punto de vista, porque no es una mera historia de hogar máldito, la gracia final está en su giro final que nos revela a la cinta como un auténtico drama de final agridulce. Cualquier juntaletras que se precie es consciente de que el final debe resultar sorprendente, pero no impuesto, el lector debe tomar conciencia de que esa sorpresa estuvo siempre ante sus ojos desde el planteamiento del conflicto. Así ocurre en la opera prima que nos ocupa, la secuencia inicial es clave porque es la que va a dar sentido al final y la que va a permitirnos explicar la naturaleza de las visiones y pesadillas de Indy. Good Boy no es una pieza más en el tópico, al contrario, como ocurre, por ejemplo, en Relic el tópico está puesto al servicio de un tema mucho más humano y lacerante que una mera maldición sobrenatural. Y hasta aquí podemos leer sin caer en el spoiler, un sólo consejo, si ya vieron Good Boy y no le acabaron de pillar la gracia, si les decepcionó en parte, vuélvanla a ver. Y si no la vieron, olviden las expectativas propias y los comentarios a pie de sala de quienes la vimos antes. Muchos se (nos) equivocaron.
Debiera reflexionarse algún día sobre la paradoja de que los festivales son las únicas plataformas para poder ver ciertas películas que sin ellos quedarían en los trasteros de lo no compartido, pero, simultáneamente, por el afán de abarcar cuantos más títulos mejor, el público está demasiado sobreestimulado como para comprender en un sólo visionado lo que acaba de ver (también habría que hablar largo y tendido sobre la imperiosa necesidad de ser el primero en opinar y ser la estrella de las Redes Sociales).
fotos: Quim Crusellas
Y en esta segunda jornada se cumplieron los quince minutos de fama de Serendipia. Ello gracias a la oportunidad que nos ofrecía Fnac y el festival para presentar nuestros dos últimos libros. Dos monumentales trabajos: Siempre nos quedará Pekín y Japón Ibérico, ambos producto del encargo de nuestro amigo Quim Crusellas para su festival Nits de Cinema Oriental de Vic. Unos trabajos en los cuales hemos hablado de las sinergias y cinergias entre la historia y el cine de Hong Kong, China y Taiwan y el español y de la historia y el cine japonés y la española y hemos encontrado todo un universo de convergencias que han conseguido que completemos 400 páginas en cada uno de los tomos. Entrar en detalle sería largo y tedioso, pero queremos hacer constar que la presentación contó con el
propio Quim, que hizo un pequeño prolegómeno y pasó el testigo a Josep Rodríguez, maquetador de ambos libros, que realizó una florida presentación y nos realizó algunas preguntas con las que intentamos no aburrir al respetable que se congregó, sin duda, esperando algún tipo de espectáculo al uso, a todos los cuales queremos agradecerles encarecidamente su calor y presencia, así como la confianza demostrada a los que se aventuraron a adquirir alguno de los dos libros o incluso ambos.
Ahora sí, con todo el trabajo hecho, Serendipia vuelve a casa…¡No! Pues hubo que celebrar y mojar como es debido nuestra presentación, alargándose la sobremesa hasta, eso sí, una hora prudencial de la noche, pues al día siguiente nos esperaba otra jornada cinéfaga.
Y finalmente un tráiler que hemos encontrado escarbando en los baúles del audiovisual del festival. Un spot alternativo que, que nosotros sepamos, no se vio en ninguna pantalla del festival y en el que conviven el bien y el mal. El payaso «bueno» y el payaso «malo» y que, dada su duración, afortunadamente no se utilizó, decantándose el festival por el que pudimos ver en la primera cápsula
Diario de Serendipia en Sitges 2025: Primera cápsula

Había llegado el momento, ya era jueves día 9 de octubre. La nevera estaba llena, la ducha matinal había hecho su efecto y el bocadillo de media mañana ya estaba en la cartera. Serendipia estaba, ya acreditado, nuevamente en Sitges, con el festival listo para estrenar. Había nervios pero no tensión y la ropa olía a limpio. Ya eran la ocho y salimos del lugar que durante esta edición volvería a ejercer de hogar y en esta ocasión comenzaríamos por una sala que no habíamos pisado, Escorxador, cuarto espacio del festival.

Especie de Tramontana en miniatura l’Escorxador es, sin lugar a duda, el peor espacio del festival. Pero no por la pantalla o por lo reducido de sus dimensiones, lo que llama la atención es que sus butacas tienen una inclinación que las hace muy incómodas. Pero no olvidemos que se trata de una solución que se ha hecho
mientras El Retiro se encuentra en obras de remodelación. Unas obras que, según hemos podido saber de buena tinta, van a dejar una sala memorable, moderna y con todos los adelantos. Ya tenemos ganas de que sea una realidad.
Pero vamos a por las películas, que es de lo que se trata. Y Serendipia comienza con una Noves Visions, The Infinite Husk, una económica producción norteamericana en la que los alienígenas, como aquellos ladrones de cuerpos, ocupan cadáveres humanos como si fueran cascarones. Desde ahí descubrirán las miserias y ventajas del ser un humano. Temas como el racismo o el machismo saldrán a colación y harán de esta pieza de cámara mucho más que una historia de invasiones alienígenas. Repetimos, con escaso presupuesto, pero con una inteligente puesta en escena y unos actores eficaces, su director y guionista, Aaron Silverstein, debuta en el largometraje con una obra que guarda puntos en común con
Pi, fe en el caos (Pi, 1998) la también opera prima de Darren Aronofsky. Si el protagonista de Aronofsky busca las pautas de regularidad del universo y su apariencia caótica en los números, Silvernstein nos presenta unos personajes que indagan la naturaleza del lenguaje partiendo de la premisa de que no hay conocimiento fuera de él, así, encontrar el fundamento del lenguaje es tanto como descubrir la esencia de lo real, la explicación total del Todo. Ciencia ficción existencialista ambas cintas, las dos operas primas comparten también el haber utilizado para su desarrollo los mimbres del thriller, porque The infinite husk se viste de noir (como en su día Blade Runer) cuando nos muestra las calles de un L.A. turbio, el Los Ángeles de los márgenes y los marginados, contribuyendo en la creación de la atmósfera tensa (y densa) que requieren la trama y su subtexto. Hay una pátina de pesimismo en su exploración de la condición humana, pero no todo nihilismo es paralizante, en el caso que nos ocupa todo está pensado para dejar entrever que en lo sórdido se puede hallar la belleza y que en la deficiencia de lo humano puede tener cabida la esperanza. Paradójica en si misma, esta cinta pausada en su tempo (abundan unas larguísimas conversaciones punteadas de café) es enérgica y vibrante en su concepto. No fue un mal despertar para Serendipia, siempre es estimulante enfrentarse a una película que está concebida como acicate para el debate intelectual ¡A por más!
Nueva caminata de vuelta a l’Auditori, donde nos esperaba la película inaugural de esta 58 edición del festival, Alpha, la tercera película de Julia Ducournau y la que muestra a su directora y guionista como la creadora de complejos universos que es. La película nos presenta a Alpha (Mélissa Boros), una niña de 13 años que vive con su madre (Golshifteh Farahani) y cuyo mundo se derrumbará cuando aparezca con una A tatuada en el brazo. Ese tatuaje hará barajar en el argumento del film temáticas como la enfermedad (¿el Sida?); la adolescencia y los problemas sociales que atañen a las clases menos favorecidas, sirviendo como argamasa de todo ello la sangre. Mucha sangre.
Ducourneau se estrenaba en Sitges hace nueve años con una opera prima que le mereció una tripleta de premios (Dirección novel, Melies de plata, Mejor película Jurado Joven), Crudo (Raw, 2016), cinta en la que ya estaban los intereses temáticos que iban a definir a la cineasta como futuros rasgos de autoría. Lo que descubrió Sitges pareció confirmarlo Cannes al concederle en 2021 la Palma de Oro por su segundo largo, Titane (Sitges la relegó al fuera de competición), una obra que no concitó la unanimidad, pero sí fue respaldada por una aprobación mayoritaria de la crítica. No hay dos sin tres, Alpha también compitió este año (2025) por la Palma de Oro, pero esta vez recibió auténticos varapalos por parte de la prensa especializada. En este espacio no podemos hacer un estudio pormenorizado de los argumentos aducidos, pero sí podemos decir que lo que se le censura a Alpha es, en muchos casos, lo mismo que se le elogiaba a Titane, a saber, su extrañeza, la insondabilidad de las metáforas, su dificultosa estructura narrativa. La crítica profesional todavía se arroga el papel de crear y destruir ídolos (otra cosa es que tenga el poder de influencia que tuvo en el siglo anterior), por suerte, tampoco en este caso el juicio es unánime. Mientras
Nando Salvá (como botón de muestra) la define como «rotundo fiasco«, Ángel Quintana la considera «una película importante de una cineasta que no cesa de buscar nuevas formas para pensar y representar el cuerpo«. A Serendipia le gustaría hacer un análisis comparativo pormenorizado de las tres piezas de Ducorneau, pero tampoco este es el espacio para ello, baste una apreciación aproximada: la francesa, es una de esas directoras que juegan en liga propia, que no pueden ser comparadas con otros coetáneos, tiene un universo personal muy rico que indaga en cada cinta, como si se interrogara a sí misma, por eso en sus cintas hay afinidades temáticas y formales, aunque no siempre resueltas con el mismo resultado de acierto, pero nunca desdeñables. Tampoco Alpha debiera haber sido menospreciada. Como en Crudo, nos encontramos con esos ambientes adolescentes opresivos, como en Titane se explora el horror de la deformidad del cuerpo como manera de indagar los límites de lo humano, en las tres hay un destino final de todo el esfuerzo: al final lo único que vale es el amor, una premisa que ha ido cobrando cada vez más protagonismo, el cierre de Alpha lo evidencia, extraño y no sabemos si suficientemente fundado en la narración, pero sí que es bello, un vuelo hacia lo poético para concluir que el amor perdura incluso cuando los cuerpos se desmoronan.
Concluimos. Más un drama social, en el que Cronenberg se da la mano con de la Iglesia (con Eloy), el fantástico tan solo se muestra en los estragos que afectan a los infectados, con ese casi poético fin que nos propone, elementos que hacen que el film resulte sobrecogedor, doloroso e incluso duro y que confirman a Ducournau como una importante voz a tener muy en cuenta.

Las flamantes primeras filas del Tramuntana
Serendipia ya va calentando motores. Ya ha pasado por l’Auditori y l’Escorxador, ahora es momento de ir a la sala en la que es acogido con más calor, Tramontana. Allí puede sentarse en primeras filas, al contrario que en el resto de salas, donde la prensa es relegada a ponerse detrás, en la lejanía. Allí le esperan dos películas seguidas con las que dar la jornada por finiquitada en lo que a cine respecta, comenzando con otra Noves Visions, The True Beauty of Being Bitten by a Tick de Pete Ohs, director que ofrece, en su séptimo largometraje, una curiosa pieza de esas que encajarían a la perfección en un festival como Americana. El film nos cuenta la visita de una mujer (Zoë Chao) a la casa de campo de una amiga, donde espera recuperarse del dolor que le ha causado la muerte de su perro. Allí se encontrará, además, a una pintoresca pareja de invitados. Entre gastronomía de diseño no siempre gustosa y juegos, todo cambiará cuando ella sea picada por una garrapata. La acción se tornará inquietante, tragicómica, mezclando lo idílico y lo pesadillesco.
Remitida a una (¿supuesta?) cita de Baz Luhrmann, «Una vida vivida con miedo es una vida a medias«, esta picadura de garrapata resulta inclasificable. Es la extrañeza la que te invade cuando abandonas la sala. Recapitulando ideas y sensaciones puede llegarse a la conclusión de que lo que se acaba de ver es eminentemente una sátira, un cuestionamiento lúdico al culto contemporáneo al bienestar que se traduce en frases de autoayuda y superalimentos orgánicos, en la persecución de un Zen prêt-à-porter adaptado a una sociedad de consumo que se camufla con la apariencia de vida sana. Una sátira tejida con unas metáforas quizás no totalmente identificadas, empezando ya por el significado de la propia garrapata del título, preguntado sobre ello, Pete Ohs sólo esboza una respuesta imprecisa que tiene más de suposición que
de definición: «Creo que son, sobre todo, trauma. Creo que son las cosas que nos pasan en la vida que no elegimos. Desafortunadamente, tuvimos que pasar por eso. Desafortunadamente, crecimos en esta época, en esta ciudad, en este pueblo, en este estado, en este país, y eso nos cambia. Nos perjudica bastante. Es un elemento con el que tenemos que lidiar y que puede frenarnos, destruirnos. No podemos deshacernos de él. En el mejor de los casos, encontramos algún valor en él, lo que nos fortalece y nos permite desenvolvernos mejor en el mundo a pesar del miedo. Para mí, eso es lo que representan las garrapatas«. En cuanto al género al que se adscribe el filme, más allá de la comedia más o menos negra, flirtea con los recursos del terror, especialmente la creación de una atmósfera a la que contribuye la puesta en escena y la música, así un crítico la ha llegado a definir como «una especie de secta del bienestar al estilo de La Matanza de Texas», y podría añadirse que entra por momentos en una especie de body horror de bajo voltaje. Todo ello, siempre, muy lúdico y muy Queer. Si algo deja entrever la cinta es lo bien que se lo ha pasado su equipo haciéndola, quizás valga la pena referir brevemente cómo se procedió en su creación.
The True Beauty of Being Bitten by a Tick fue creada en colaboración por su elenco principal: como explicó Ohs durante el estreno en SXSW, se aislaron en una casa de campo donde escribían tres escenas a la vez, las filmaban, las analizaban y luego seguían adelante. No es plena improvisación, se partía de una escaleta, pero desde luego dista mucho de la mecánica habitual de un rodaje que deja poco margen a la variación del plan. Ohs llama a este método «Bubble Table» y su esencia vendría a ser dar más relevancia al proceso de creación que al resultado final, eso probablemente es lo que hace que esta película resulte huidiza e inconcreta, pero eminentemente divertida por cómo sus artífices transmiten la sensación de haberlo pasado pipa en su realización. No podemos por más que concluir que si el objetivo de la sección Noves Visions es hacerse eco de aquellas cintas que abordan el fantástico con modos alternativos, nunca un premio estuvo mejor dado que el que recibió nuestra garrapata en esta edición.

Y Serendipia cierra su completo primer día con un film mucho más convencional, perteneciente a la sección Oficial Fantàstic Competició, La virgen de la Tosquera: una coproducción realizada entre Argentina, México y España que adapta dos relatos de Mariana
Enríquez y que está dirigida por Laura Casabé. En el film, Natalia, Mariela y Josefina son tres inseparables amigas que viven en las afueras de Buenos Aires y están locamente enamoradas de Diego, su amigo de la infancia. En el verano caluroso de 2001, tras el estallido de violencia que terminó en una profunda crisis económica y social, aparece Silvia, más mayor y más mundana, que cautiva a Diego. Natalia, decidida a reconquistar a Diego, pide ayuda a su abuela, Rita, que realizará un hechizo que no funcionará. Feminidad, pubertad, celos, deseo, drogas, angustia existencial…todo con el ropaje de comedia juvenil, de relato de crecimiento, pero con un trasfondo y un tono tenebrosos.
El corralito argentino de 2001, las protestas masivas y violentas que provocó y la profunda crisis socio-político-económica que se derivó de todo ello, con el aumento drástico de la pobreza como consecuencia más lacerante, despertó en el país una conciencia de pesadumbre, amargura y conflicto dejando como poso una impresión de terribilidad existencial. Y ese desconsuelo social es el marco referencial de la obra de Mariana Enríquez en la que se fusiona lo cotidiano con lo macábro. Considerada reina del terror en su país, su colección de cuentos Los peligros de fumar en la cama aborda temáticas que van desde lo sobrenatural al terror de vísceras, con elementos tópicos tradicionales, como fantasmas y rituales, pero siempre con un enfoque contemporáneo y local. A esa serie pertenecen los dos relatos que adapta Casabé con fidelidad y personalidad a partes iguales, así, cualquier espectador atento descubre el sustrato literario, la naturaleza propia de los relatos breves, pero a la vez puede apreciar que todo viene servido con los recursos puramente cinematográficos, con especial esmero en la fotografía, que, de hecho, fue reconocida por el jurado de la Sección Oficial con el galardón a esta
categoría. La autora de Los que vuelven (2019) siempre se ha definido por la combinación de lo sobrenatural con la crítica social, y esa sigue siendo la carta de naturaleza de La Virgen de la Tosquera, una cinta que se mueve en un terreno a caballo entre el terror psicológico y el terror social. El tópico narrativo de las aristas de la pubertad, de la adolescencia como momento de doloroso despertar al mundo y al sexo, cobra en manos de Casabé (con la cooperación en el guión de Benjamín Neishtat) un desasosiego perverso que culmina en una explosión de violencia y punición. No son pocos los que han querido ver en esta película una Carrie suburbial y más argentina que el mate, pero en la que la protagonista no es víctima sino victimaria. Efectivamente, Natalia no es la muchacha marginal e inocente, objeto de acoso por parte de sus compañeras, que era Carrie, al contrario, es la líder de su grupo, es audaz y segura de sí misma, pero un mal asumido síndrome de abandono, el distanciamiento de Diego, pero ya antes la ruptura y marcha de los padres, va minando su estabilidad emocional y acaba siendo un volcán en erupción. Podríamos decir que la protagonista de La virgen de la tosquera es la heroína del relato y, a la vez y simultáneamente, la antagonista malévola. El trabajo de Casabé aporta, sobre la exposición del despertar de las adolescentes, un toque femenino que impregna de mayor realismo (y perversidad) al retrato. Películas como La virgen de la tosquera hablan en favor de la iniciativa Woman in fan en la que está empeñado el festival, las mujeres tienen mucho que aportar a los lugares comunes del fantástico. Al menos algunas.
Así de ecléctica resultó la primera jornada de Serendipia en Sitges. Cuatro películas con las que comenzar este festival de entre las cuales quizás destacara Alpha, pero acompañada de una tríada de curiosas películas cada una a su estilo. Serendipia, como ente bimembre que es, tiene un juicio dual sobre lo visto, de una parte ninguna sería una clara apuesta a caballo ganador, no acabaron de parecerle redondas en ese momento, pero de otra, la reflexión a posteriori sugiere que fueron piezas interesantes que tal vez merecerían un visionado pausado, algo imposible en la vorágine infernal que es Sitges. Pero esto tan solo acababa de empezar, en el mañana siguiente habían cuatro películas más esperando su turno, con las expectativas puestas en Good Boy, pero eso lo contaremos ya en la siguiente cápsula.
Por cierto, el spot oficial de este año dedicado al humor-terror, al principio dejó un tanto frío a Serendipia, pero con la repetición, el chascarrillo acabó por convencerle.
Diario de Serendipia en Sitges 2025: Décima cápsula

Serendipia ya está en su último día de festival. Un día en el cual por si no había visto muchas películas (38) aún pagó un ticket para poder ver un documental al que no tenía acceso como prensa. Un día flojo que, precisamente, arreglo el documental que llevó a Serendipia a terminar donde comenzó esta edición, a l’Escorxador.

Más Drácula con Abraham’s Boys: A Dracula Story, una película basada en una buena idea de Joe Hill, hijo de Stephen King, pero ineficazmente llevada a la pantalla por Natasha Kermani. Max (Brady Hepner) y Rudy
Van Helsing (Judah Mackey) han pasado sus vidas bajo el estricto control de su padre, Abraham (Titus Welliver). Ignorando su oscuro pasado, luchan por comprender su errático comportamiento, cada vez más paranoico. Cuando empiezan a descubrir las violentas verdades de la historia entre su padre y Drácula, su mundo se desmorona, obligándolos a enfrentarse a un -no tan- aterrador legado. Una barata infraproducción coproducida entre Reino Unido y Estados Unidos que amenazará a los espectadores desde la plataforma Shudder, que la ha producido y de donde no debería volver a salir. Seamos serios, por favor.
Quisimos ver El susurro porque era la nueva película del director de La casa muda (2010), Gustavo Hernández, pero Serendipia estaba irremediablemente agotado y aunque lo intentó, no llegó a entrar en la enrevesada trama que le ofrecía el film, que espera poder recuperar en un futuro próximo. Lean si no: Huyendo de su violento padre, Lucía (Ana Clara Guanco) y Adrián (Marcelo Michinaux) se refugian en una mansión remota. Con la ayuda de una microcámara oculta en un gato, Lucía descubre un secreto aterrador: sus vecinos forman parte de una red criminal que secuestra a adolescentes para hacer películas snuff, y pretenden deshacerse de los hermanos. Mientras Lucía lucha por proteger a su hermano, debe enfrentarse a una oscura maldición familiar que los persigue hasta su nuevo refugio.
Y con esta nos despedimos por este año de nuestra querida Tramontana. No hay palabras suficientes para agradecerles la amabilidad de los muchachos de esta sala.

Los productores de ‘El susurro’ presentándola en Tramontana (Foto: Serendipia)
Y es increíble. Ni en la primera, más mala que la carne de pescuezo, ni en la tercera, Serendipia se durmió, tan solo se adormiló en la más interesante, El susurro, y, lo dicho, se mantuvo totalmente despierto también en Night Patrol (Ryan Prows), una película de pandilleros y policías que se toman la justicia por su mano, con unas dosis de magia y vampirismo. Y zulús ¡Una cosa! Un agente del Departamento de Policía de Los Ángeles, Xavier Carr (Jermaine Fowler), se enfrenta a una complicada situación cuando su hermano pequeño, Wazi (Flying Lotus), aún involucrado en la vida de pandillas, es nombrado sospechoso de un brutal asesinato. Lo que Xavier no sabe es que la víctima era la novia de Wazi, miembro de un grupo rival, y que fue asesinada por un grupo antipandillas de su mismo departamento llamado “Night Patrol”, una división que esconde un horrible secreto.
Una película floja, muy floja,
para despedirnos por este año de l’Auditori. Suerte que por la tarde nos esperaba el documental Eloy de la Iglesia: Adicto al cine, de Gaizka Urresti, un acercamiento a la personalidad y la carrera del director vasco desde diversas voces, las de actores que han trabajado con él, las de otros directores y amigos y también desde estudiosos de la obra y biógrafos. Entre todos, a lo que se suman diversas imágenes de archivo, sobre todo de entrevistas, ofrecen un válido acercamiento a la compleja época y obra de Eloy de la Iglesia, un director que no deja de ser reivindicado tras años de olvido, cuando no desprecio, por parte del público y de la crítica cinematográfica. Cronista combativo contra la censura, Eloy de la Iglesia, dedicó parte de su filmografía a mostrar el lado más oscuro de la transición, fijándose en la marginalidad, la delincuencia y el consumo de sustancias, acabó cayendo en la drogadicción, siendo olvidado durante más de una década. Urresti aborda la figura de un valiente cineasta cuyos inicios como enfant terrible lo llevaron a investigar los límites de la libertad de expresión.
Y esto ya está, señores y señoras. Serendipia ha cumplido su itinerario por 39 películas seleccionadas, una presentación de sus libros, tres ruedas de prensa /encounters, y su lado más lúdico durante la invitación a un cóctel. Ya se ha ganado una cena reposada en ese cruce de caminos que, al lado del majestuoso pasaje a la eternidad (¡el cementerio, córcholis!, que hay que explicarles todo), les espera en forma de amigos y pizza con chorizo picante, su favorita.
CONCLUSIONES
Ya pasó un festival más. Otra edición del Festival de Sitges con una programación cargada de películas, alguna con una duración que en algunas ocasiones casi no daba tiempo de pasar por el lavabo y volver a la sala. Pero eso son gajes del oficio, ya es habitual desde hace tiempo y tan solo cambió en la edición de la pandemia. Lo que no es tan «normal» es la presencia de infra películas. Películas malas que, no es estuvieran en una sección equivocaba, si no que sencillamente manchaban la categoría de este, nuestro festival. Se me ocurren algunos ejemplos que Serendipia ha sufrido en propia carne como Night Patrol, Abraham’s Boys y Osiris. No sé, igual es que este año Serendipia ha tenido muy mal tino a la hora de escoger, pero algunas de estas películas casi eran meras fan movies de esas que llenan las plataformas de cine malo.

Los simpáticos Hélène Cattet y Bruno Forzani (Foto: Serendipia)
Lo de las ruedas de prensa abiertas al público, bueno, bien. Otros años hubo días que éramos cuatro gatos asistiendo a las mismas y quedaba la cosa bastante deslucida, así, por lo menos hay más presencia y de cara al invitado queda bastante mejor. Hay que decir que las ruedas de prensa se hacen por la mañana durante las horas en las que la mayoría de la prensa, precisamente, está viendo películas, así que es prácticamente imposible asistir, hacerlas por la tarde es un avance. Pero lo de hacer pagar incluso a prensa por los «encounters» pues ya como que no, como que ya pagamos bastante con la subida anual por la acreditación de prensa. Ya se pagaba antes un simbólico euros y vale, pero ahora ya la cosa ascendió de golpe a cuatro, que no, no es mucho, pero a lo que seleccionaras cinco pues… sumen ustedes. Incluso les diríamos que en las grandes figuras (por ejemplo, Joe Dante) estaría «justificado», pero en otras como Hélène Cattet y Bruno Forzani, directores muy interesantes y dignos, pero que presentaban película y, como era de esperar, llamaron la atención de escasos asistentes, varios de ellos miembros del festival y algunos periodistas y miembros de la prensa que, como nosotros, tuvimos que pagar.
En fin, no hay que quejarse mucho pues, en general, ir al festival de Sitges todos los días, aunque sea acreditado, se ha convertido en un lujo que no deja de subir año tras año (comida, alojamiento…), a no ser que sean ustedes, compañeros de prensa, de esos que van con gastos pagados y, por tanto, invitados a esa selectiva comida que les ofrece el festival. Por nuestra parte, ha sido una edición con muchos invitados, que han dado color, y algunas buenas películas, pero también bastantes correctas, algunas flojas y, unas pocas, infumables. ¿Lo mejor? Pues como siempre la organización en general, prensa en particular y esos voluntarios, tan profesionales y amables con los asistentes ¿Lo divertido? esa nueva ubicación de la red carpet que dejaba tan poco paso a los viandantes. Aún recuerdo la mirada de agente bestiajez que puso uno de los vigilantes cuando, sin darme cuenta, puse un pie donde no debía con el consiguiente peligro de que le arrebatase el oxígeno a algún invitado mientras hacía cucamonas ante el cartel de propaganda del festival y sus proveedores. En fin, lo dicho, sangre, sudor y mucha diversión. Algunas gotas de lluvia de las que conseguimos zafarnos (no porque se nos pusiera toldo, no, que los de prensa seguimos siendo los únicos que cuando llueve nos mojamos en las colas) y ese vacío cuando se termina, ese faltarte algo, ese quedarse huérfano ante la falta de esa balsa de salvamento de la realidad que es el Sitges Film Festival.
Y ahora sí, terminamos dejándoles con el…
PALMARÉS
SECCIÓ OFICIAL FANTÀSTIC A COMPETICIÓ
Jurado: Mary Harron, Peter Chan, Hernán Findling, Jovanka Vuckovic, Laura Pedro
Mejor Película
La hermanastra fea (The Ugly Stepsister) de Emilie Blichfeldt
Premio Especial del Jurado
(ex aequo)
The Furious de Kenji Tanigaki
Obsession de Curry Barker
Mejor Dirección
Park Chan-wook por No Other Choice
Mejor Interpretación Femenina
Rose Byrne por Si pudiera, te daría una patada (If I Had Legs I’d Kick You)
Mejor Interpretación Masculina
The entire cast of The Plague
Mejor Guion
Un fantasma útil (A Useful Ghost) de Ratchapoom Boonbunchachoke
Mejor Fotografía
Diego Tenorio por La virgen de la tosquera
Mejor Música
Yasutaka Nakata & Shouhei Amimori por Exit 8
Mejores Efectos Especiales, Visuales o de Maquillaje
Tenille Shockey & François Dagenais por Honey Bunch
NOVES VISIONS
Jurado: Santiago Fillol, Alison Peirse, Miguel Llansó
Mejor Película
(ex aequo)
Lesbian Space Princess de Emma Hough Hobbs & Leela Varghese
The True Beauty of Being Bitten by a Tick de Pete Ohs
Mejor Dirección
(ex aequo)
Adam C. Briggs & Sam Dixon por A Grand Mockery
Toshiaki Toyoda por Transcending Dimensions
Mejor Corto
Monstruo Obscura do Hong Seung-gi
BLOOD WINDOW
Jurado: Carmen Cuba, Darío Lavia, Lluís Arcarazo
Premio Blood Window a la Mejor Película
No dejes a los niños solos de Emilio Portes
ÒRBITA
Jurado: Carmen Cuba, Darío Lavia, Lluís Arcarazo
Mejor Pel·lícula de la Sección Òrbita
The Forbidden City (La città proibita) de Gabriele Mainetti
MÉLIÈS DE ORO
Jurado: Josep Maria Bunyol, Daniela Urzola, Antonio Weinrichter
Premio Méliès de Oro a la Mejor Película de Género Fantástico
Mr. K de Tallulah Hazekamp Schwab
Premio Méliès de Oro al Mejor Cortometraje de Género Fantástico
Don’t Be Afraid de Mats Udd
MÉLIÈS DE PLATA
Jurado: Marcus Stiglegger, Marc Mounier, Diana Peñalver
Premio Méliès de Plata a la Mejor Película de Género Fantástico
Feels Like Home de Gábor Holtai
Premio Méliès de Plata al Mejor Corto Europeo de Género Fantástico
El fantasma de la Quinta de James A. Castillo
ANIMA’T
Jurado: Alba Sotorra, Anastasiia Falileieva, José Luis Farias
Mejor Largometraje
Lesbian Space Princess de Emma Hough Hobbs & Leela Varghese
A niche film for the general public that, in addition to laughter, will shake up the norm.
Mejor Cortometraje
Luz diabla de Gerva Canda, Paula Boffo & Patricio Plaza
For its artistic direction that subverts the horror genre.
PREMIOS BRIGADOON
Jurado: Carles Torrens, Marina Queraltó, Xavi Rubí
Premio Brigadoon Paul Naschy al Mejor Corto
Floor de Jo Bareun
JURADO DE LA CRÍTICA
Jurado: Daniela Urzola, Josep Maria Bunyol, Antonio Weinrichter
Premio de la Crítica José Luis Guarner a la Mejor Película SOFC
(ex aequo)
La vida de Chuck (The Life of Chuck) de Mike Flanagan
Reflection in a Dead Diamond de Hélène Cattet & Bruno Forzani
The jury would like to recognize two radically different proposals that illustrate two important paths in contemporary cinema: one, an emotional and luminous film that allows us to imagine other possible worlds, and the other more cerebral, the best example of how cinema is still capable of inventing new narratives, playing with originality and the generic appropriation of references from the past to look towards the future. Fortunately, cinema has many faces, which are not at all mutually exclusive, but rather complementary.
Premio Citizen Kane para el Mejor Director Revelación
Ratchapoom Boonbunchachoke per Un fantasma útil (A Useful Ghost)
Mejor Cortometraje de la SOFC
The Man That I Wave At de Ben S. Hyland
JURADO CARNET JOVE
Jurado: Lucía Fabó Oses, Pepe Rico Piqué, Marc Negra Panadès, Javier Méndez Cañada, Martina Rodríguez Correa
Premio Jurado Carnet Jove a la Mejor Película SOFC
Obsession de Curry Barker
Premio Jurado Carnet Jove a la Mejor Película Sitges Documenta
Endless Cookie de Peter Scriver & Seth Scriver
SGAE NOVA AUTORIA
Jurado: Belén Funes, Laia Aguilar, Francesc Gener
Premios SGAE Nova Autoria: Mejor Dirección-Realización
Fran Moreno & Santiago Pujol per Furia
Premios SGAE Nova Autoria: Mejor Guion
Fran Moreno & Santiago Pujol por Furia
Premios SGAE Nova Autoria: Mejor Música Original
Sergio Rojas per Matcha
PREMIOS DEL PÚBLICO
Gran Premio del Público a la Mejor Película de la SOFC
Obsession de Curry Barker
SITGES 2025 – Un fortín de títulos nacionales
|
|
|
|
|
|
|
|
Line-up y Premios Honoríficos para la 58a edición
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
SITGES 2025 – Proyectos seleccionados para Sitges Industry
![]() |
|
|
|
![]() |
|
|
|
![]() |
|
|
|
![]() |
SITGES 2025 – Panorama / Midnight X-Treme
|
|
|
|
|
![]() |
|
|
|
![]() |
|
|
|
![]() |
|
|
|
![]() |
|
|
|
![]() |
|
|
|
![]() |
|
|
La (sub)cultura siempre ha hecho frente al horror y esto en Sitges no es excepción: Deathgasm II: Goremageddon de Jason Howden, secuela de la película de 2015 que también estuvo en esta misma sección, sigue la historia de Brodie, quien en esta ocasión resucita a sus compañeros de banda para ganar una batalla de bandas y recuperar a su novia. En esta línea también baila Queens of the Dead de Tina Romero, quien nos sumergirá en una batalla campal de zombies contra drag queens. Aunque si hablamos de confrontaciones tenemos que hablar de Meat Kills de Martijn Smits, una propuesta subversiva que sigue a un grupo de activistas por los animales que se enfrenta a un granjero cuando éste asesina a sus cerdos.
*Títulos ya anunciados anteriormente |
SITGES 2025 – Primeros títulos e invitados que se suman a los ya conocidos

|
|
|
En la Fàbrica Moritz Barcelona, Ángel Sala y Mònica Garcia i Massagué, Director Artístico del Festival y Directora de la Fundación respectivamente, han ofrecido un primer avance de la 58ª edición del certamen referente del cine fantástico. Alpha, de Julia Ducournau, será la encargada de inaugurar la 58ª edición de SITGES -Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya tras el impacto en el certamen de Crudo (2017) y Titane (2022), los trabajos previos de la directora francesa que se llevó la Palma de Oro de Cannes por ésta última. La proyección contará con la presencia de la directora francesa y marca la tercera ocasión que el festival estará inaugurado por una película dirigida por una mujer (las dos primeras fueron American Psycho (2000) de Mary Harron y Mona Lisa and the Blood Moon (2021) de Ana Lily Amirpour). En Alpha, Julia Ducournau nos presenta un drama familiar en un contexto de distopía social que aborda temas como el desastre climático, la transformación del cuerpo y las tensiones familiares en un fascinante viaje visual y sensorial que juega constantemente con la percepción del espectador. |
|
|
Alpha abrirá una amplia selección de títulos que se desplegarán por las diferentes secciones del festival que demostrarán la heterodoxia de temáticas, enfoques y estilos visuales del género en la actualidad. Precisamente una de esas temáticas recurrentes en el género es la de la maternidad. Mother’s Baby, de Johanna Moder es un título que expone los miedos de una madre en torno al extraño comportamiento de su bebé mientras que If I Had Legs I’d Kick You, de Mary Bronstein, ejemplifica en clave de relato paranoico la ansiedad derivada del nacimiento de un hijo en una mujer en crisis emocional brillantemente interpretada por Rose Byrne. De crisis emocionales, en este caso referidas a la pérdida, habla The Thing with Feathers, dirigida por Dylan Southern y protagonizada por un Benedict Cumberbatch que lucha contra sus propios fantasmas y otras presencias invisibles que habitan los silencios. Y esas mismas amenazas serán las que afrontará el protagonista de Good Boy, de Ben Leonberg, aterradora historia de fantasmas contada desde la mirada del fiel perro que convive con su dueño en una apartada casa de campo. |
|
|
Mike Flanagan adapta a Stephen King en La vida de Chuck, una fábula moderna que nos cuenta la vida de Charles Krantz, interpretado por Tom Hiddleston en su versión adulta, en orden inverso, desde su muerte hasta su infancia en una casa encantada. En plena campiña británica nos encontraremos con una peculiar venganza con katanas en Tornado, la nueva película de John Mclean (Slow West) con Tim Roth como protagonista. El terror más canónico, aunque reformulado desde puntos de vistas visuales contemporáneos estará representado por Eye for an Eye, de Colin Tilley, que construye un universo de terror fascinante con algunas de las imágenes más impactantes del año mientras que The Home, el esperado retorno de James DeMonaco (responsable de la saga The Purge), convierte una residencia de ancianos en un espacio donde lo cotidiano se vuelve retorcido. Por otra parte, el aterrador psycho-thriller Dolly, de Rod Blackhurst, propone un cuento de terror retorcido sobre infancia secuestrada y crianza monstruosa. |
|
![]() |
|
|
También habrá espacio para la ciencia ficción y la fantasía en Sitges. Redux Redux, de Kevin y Matthew McMAnus, es una experiencia metacinematográfica que desafía los límites del lenguaje audiovisual a través de la repetición, la reescritura y la memoria, mientras que Orang Ikan, de Mike Wiluan, convierte una isla perdida en el Pacífico en un campo de batalla donde la guerra entre hombres queda eclipsada por el acecho de una criatura implacable. Y como todo buen Sitges necesita su dosis de espada y brujería, llega Deathstalker, la reimaginación del clásico de culto homónimo de los 80, con la firma de Steven Kostanski y todos los ingredientes que amamos: bárbaros, hechiceros malvados y monstruos. Más poética pero igual de épica es The Legend of Ochi de Isaiah Saxon, que nos transporta a un universo de fantasía en el que una joven protagonista se lanza a explorar un mundo desconocido habitado por criaturas asombrosas. El cine de terror japonés regresa a Sitges con tres propuestas que demuestran la vigencia y capacidad de reinvención del género. Exit 8, de Genki Kawamura, convierte un trayecto en metro en una pesadilla psicológica de primer nivel inspirada en el videojuego homónimo. New Group, de Yuta Shimotsu (Best Wishes to All) encierra al espectador en una atmósfera claustrofóbica de un instituto donde los alumnos se comportan de pronto de manera inquietante en un filme que recoge las texturas del horror de Junji Ito así como las dinámicas narrativas del género en las redes sociales. Por su parte, The Curse, de Kenichi Ugana, de recupera el espíritu de la maldición tradicional taiwanesa para llevarla a nuevas cotas de tensión y renovar el estilo del J-Horror de comienzos del milenio. También desde Asia, en este caso de Tailandia, llega A Useful Ghost de Ratchapoom Boonbunchachoke, una fantasía poética sobre la pérdida en la que el espectro de un ser querido regresa poseyendo a un aspirador, en una de las películas más sorprendentes y originales del género en 2025, ganadora de la Semana de la Crítica del último Festival de Cannes. Otros títulos de Sitges 2025 explorarán nuevas temáticas o renovarán las viejas historias en clave contemporánea. La hermanastra fea, de Emilie Blichfeldt, reimagina el cuento clásico de La cenicienta desde una óptica feminista, oscura, sarcástica y muy dolorosa mientras Fucktoys, de Annapurna Sriram, es otra odisea femenina donde una joven maldita recorre los suburbios de Trashtown intentando reunir mil dólares para librarse de una maldición. Uno de los títulos más celebrados del año está siendo Dead Lover, de Grace Glowicki una comedia de terror gótico donde una sepulturera se ve atrapada en un romance imposible. Touch Me, de Addison Heimann, por su parte, apuesta por una mezcla de sci-fi, relaciones poliamorosas con visitantes de otros planetas y estética camp mientras que Mermaid, de Tyler Cornack, ofrece un cuento oscuro sobre la marginalidad, que arranca cuando un adicto encuentra una sirena herida en la costa de Florida. |
|
![]() |
|
|
El cine español de género busca nuevos caminos La producción española de este año vuelve a destacar por su personalidad arrolladora y su capacidad para explorar lo fantástico desde perspectivas únicas. Gaua, el nuevo trabajo de Paul Urkijo, nos sumerge en una oscuridad ancestral inspirada en el folclore vasco; en un viaje hipnótico y aterrador hacia las raíces del mito y la naturaleza. También conectada con el territorio, pero desde una óptica femenina y radical, La virgen de la tosquera de Laura Casabé, a partir de la obra literaria de Mariana Enriquez, ofrece una experiencia sensorial que promete sacudir los límites de lo real. Más contemporánea y provocadora, Silencio encumbra el universo estético y emocional de Eduardo Casanova, con una propuesta tan incómoda como hipnótica que derriba tabúes y cuestiona nuestra relación con el cuerpo, el dolor y la belleza en una sorprendente historia de vampiros queer. Decorado apuesta por una crítica existencial cargada de sarcasmo y con la estética inconfundible de un conocido del festival como es Alberto Vázquez, que tras el éxito de Unicorn Wars vuelve a poner en un listón altísimo el nivel del cine de animación español. Con su ópera prima Luger, Bruno Martín aborda las segundas oportunidades a través de un violento y trepidante thriller que se desarrolla a tiempo real en un vasto y laberíntico polígono industrial, cine desacomplejado y de impacto donde volveremos a encontrarnos con parte del elenco de Os reviento, el filme de acción que sorprendió al público de Sitges en 2023. |
|
![]() |
|
|
Protagonismo de la animación en Sitges2025 La animación cobra este año un gran protagonismo en el festival, con una selección que demuestra la fuerza creativa y la versatilidad del formato para explorar universos fantásticos. Heart of Darkness de Rogério Nunes ofrece una adaptación visualmente arrolladora de la obra de Joseph Conrad, mientras que The Great History of Western Philosophy plantea un viaje tan ácido como brillante por las grandes ideas de la civilización occidental, su proyección dará testimonio, por desgracia de manera póstuma, del gran talento de su directora, Aria Covamonas. El festival también acoge propuestas valientes que juegan con el lenguaje y el tono: Lesbian Space Princess de Emma Hough y Leela Varghese mezcla ciencia ficción e identidades disidentes con humor pop y espíritu punk, y ChaO, dirigida por Yasuhiro Aoki, explora los límites de la percepción en una propuesta experimental hipnótica. El lado más emocional llega con Arco, una tierna y esperanzadora cinta de animación dirigida por Ugo Bienvenu y premiada en Annecy, y Another World de Tommy Kai Chung Ng, que aborda el duelo y el afecto con una gran delicadeza visual. Otra cinta que podrá verse es All you need is Kill, una explosiva cinta de acción y ciencia ficción con sello japonés que adapta la novela gráfica homónima (también fue adaptado al live-action con Al filo del mañana) y que firma Kenichiro Akimoto. Para los nostálgicos del anime clásico, Angel’s Egg (1985) brindará una experiencia mística e hipnótica, una auténtica obra de culto a manos de Mamoru Oshii, que sigue fascinando. Otra obra que va a recuperarse en la gran pantalla es Willy, el gorrión (1989), una joya de animación húngara que firma József Gémes. Siguiendo en el apartado de clásicos, Sitges2025 ofrecerá una oportunidad única con la retrospectiva dedicada al director de animación e historietista italiano Bruno Bozzetto, conocido en Italia sobre todo por la creación del famoso personaje de Señor Rossi (Signor Rossi). Se podrán ver obras que recorren toda su carrera, desde los largometrajes The SuperVips (1968) y Allegro non troppo (1976) hasta cortometrajes como Tapum! La storia delle armi (1958), Opera (1973), Rapsodeus (2011) o Cavallette (1991), por el que estuvo nominado al Oscar. |
|
![]() |
|
|
Recuperando y reivindicando clásicos de culto El Festival de Sitges siempre ha sido un lugar de recuperación y reivindicación de clásicos del cine fantástico. En este sentido, podemos encontrar dos documentales que reivindican el cine de género que tanto nos gusta: Strange Journey: The Story of Rocky Horror de Linus O’Brien es una mirada afectuosa al fenómeno del cine de culto y Hammer: Heroes, Legends and Monsters de Benjamin Field nos cuenta la historia de la productora Hammer Films a través de los ojos de sus actores, cineastas y aficionados. Por otro lado, tendremos la recuperación de algunos hitos del cine de género como Vera, un cuento cruel (1973) un clásico a reivindicar del cine español que protagoniza Fernando Fernán Gómez y dirige Josefina Molina. Siguiendo en el terreno del cine clásico nacional, se podrán ver Atolladero (1995), western futurista de Óscar Aibar y Memoria (1976), cinta de ciencia-ficción de Francisco Macián, ambos títulos gracias a una ambiciosa restauración por parte de la Filmoteca de Catalunya y que formarán parte de nuestro sello Catalunya Imaginaria. Seven Chances, la Semana de la Crítica del Festival, proyectará Lo spettro (1963), clásico del terror italiano que firma Riccardo Freda con Barbara Steele y Peter Baldwin como pareja protagonista, en una espectacular restauración en 4K por parte de Severin Films. Por su parte, Jigoku (1960) la aterradora visión del infierno de Nobuo Nakagawa también se podrá disfrutar en su restauración en 4K auspiciada por Toho Co. Por último, celebraremos el cuadragésimo aniversario de una cinta de culto que aúna a la perfección terror y comedia, el leitmotiv de la edición: Re-Animator (1985). En este sentido, se realizará una proyección especial de la película que contará con las presencias estelares de la actriz Barbara Crampton, el compositor Richard Band y parte del equipo. Una oportunidad única de revivir el clásico con algunos de sus grandes protagonistas. Además de Re-Animator, tendrá lugar una retrospectiva sobre el género de la comedia de terror, con títulos que anunciaremos en la próxima rueda de prensa. |
|
![]() |
|
|
Brigadoon Este año, la sección Brigadoon vuelve a convertirse, como ya es tradición, en un punto de encuentro para los amantes del cine más outsider. Clásicos por redescubrir, joyas ocultas del género y una selección de documentales que celebran la pasión cinéfila y la resistencia creativa conforman una programación rica y sin complejos. En cuanto a los largometrajes de ficción, este año podrán verse Test Screening, de Clark Baker, una deliciosa carta de amor al cine de género ambientada en un pequeño pueblo de Oregon; The Devil’s Teardrop, de Gonzalo Otero, que nos traslada a los Andes, donde un grupo de documentalistas ignora las advertencias sobre un espíritu demoníaco ancestral; Thinestra, de Nathan Hertz, una inquietante distopía sobre una droga milagrosa capaz de darte el cuerpo de tus sueños; y Death Cycle, de Gabriel Carrer, que ofrece un intenso thriller slasher en el que un misterioso asesino en moto pone patas arriba la vida de una mujer y de un investigador obsesionado con detenerlo. En el apartado documental, Brigadoon acoge Occupy Cannes, de Lily Hayes Kaufman, un viaje irrepetible entre bastidores del Festival de Cannes de la mano de Lloyd Kaufman, mítico creador de The Toxic Avenger y figura clave de la contracultura cinematográfica. También podrá verse Masters of the Grind, de Jason Rutherford, una celebración visceral del cine más extremo, barato y excesivo, y un homenaje a los directores que, sin dinero ni permisos, hicieron historia desde la marginalidad. |
|
|
|
|
Jurados para Sitges 2025 Una de las conditio sine qua non de un buen festival es la de tener un jurado a la altura. Este año no podemos estar más orgulloso de los nuestros. En sección oficial tendremos al director, guionista y productor Peter Chan, a Mary Harron, directora de American Psycho (2000) en el vigésimo quinto aniversario de la película, a la supervisora de efectos especiales Laura Pedro, doble ganadora de un Goya, al director, productor y presidente de la Academia de Cine de Argentina Hernán Findling y a la directora canadiense Jovanka Vuckovic. #Sitges2025 también puede leerse Como viene siendo habitual estos últimos años, en el Festival de Sitges se presentarán dos publicaciones que harán las delicias de los aficionados al cine de terror. La primera de ellas, Horror Girls: Estados Unidos & Canadá, llega con el sello WomanInFan e invita a recorrer dos territorios clave donde lo monstruoso, lo sobrenatural y lo inquietante han sido moldeados por la mirada femenina. Desde los tiempos silentes de Lois Weber hasta el fenómeno global de The Walking Dead producido por Gale Anne Hurd, este ensayo colectivo traza un mapa tenebroso y fascinante, celebrando el talento de la mujer creadora en la historia del género. Escriben Ángel Sala, Heidi Honeycutt, Shelagh Rowan-Legg, Amanda Reyes, Alexandra West y Paul Corupe, bajo la batuta de Mònica García i Massagué. El segundo será Risas y escalofríos, un ensayo colectivo que trata sobre dos pulsiones en principio antagónicas: el espanto y la carcajada, leitmotiv de esta edición. Y, sin embargo, ahí están, entrelazadas, desafiando categorías estéticas, contaminando géneros y poniendo en cuestión nuestras formas de mirar. La confluencia del horror y la risa ha generado no solo nuevas formas de narrar, sino también nuevas formas de sentir y pensar. El trayecto incluye a los clásicos, el exceso camp, el carnaval gore, la sátira lúcida y las reescrituras del monstruo irónico. Escriben Violeta Kovacsics, Lluís Rueda, Guillermo Triguero, Víctor Matellano y Gerard Casau, bajo la coordinación de Jordi Sánchez-Navarro y Ángel Sala.
|
El Festival de Sitges presenta el cartel y adelanta los primeros premiados e invitados

En un acto en el Festival de Cannes, el certamen da el pistoletazo de salida a su 58ª edición, que contará con invitados especiales como Joe Dante, director de Gremlins, y buena parte del equipo del icónico film Re-Animator; y rendirá homenaje a la trayectoria de Sean S. Cunningham, director de Viernes 13.
Hoy, el Fantastic Pavilion del Marché du Film del Festival de Cannes ha acogido el pistoletazo de salida oficial de la 58ª edición de SITGES – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya.
Ángel Sala, director artístico del Festival, y Mònica Garcia i Massagué, directora de la Fundación Sitges, han presentado, ante medios de comunicación, profesionales del sector audiovisual y representantes institucionales, el cartel oficial de esta edición —uno de los momentos más esperados por los seguidores del Festival—, así como un avance de los primeros premiados e invitados de este año.
La presentación ha incluido también una conversación entre Ángel Sala y el cineasta Pablo Berger, como antesala de Fantastic 7, un proyecto liderado por el Festival de Sitges (del cual Berger es el padrino este año), que mañana celebrará su 7ª edición en un acto en la Sala Palais K del Palais des Festivals, con la participación de más de 150 profesionales de la industria.
El horror-comedy, el gran protagonista
La 58ª edición del Festival se celebrará del 9 al 19 de octubre y pondrá el foco en la comedia dentro del cine de terror y ciencia ficción.
La imagen de este año invita al público a jugar, siguiendo el leitmotiv de una edición que quiere reivindicar el placer de reír con las películas de terror, así como el estimulante goce de recordar que el humor puede ser el mejor catalizador de nuestros miedos. Celebraremos una de las combinaciones que mejor ha sabido reinventar, renovar, subvertir y desmontar los motivos recurrentes que, históricamente, han definido el cine fantástico.
Un año más, la identidad surge de la colaboración con la agencia CHINA, parte de LLYC.
“El cartel de esta edición parte de la pregunta más directa posible: ¿qué pasa cuando el universo Sitges se cruza con la comedia? Y nos ha salido responderla con dos elementos deliberadamente obvios que conviven en un punto intermedio entre lo inquietante y lo lúdico. Y que dejan una lectura tan abierta como lo es el propio cine nacido de ese cruce de géneros”, dicen desde la agencia, que ha confiado, como ya hizo en la edición de 2023, para su elaboración en el fotógrafo Nacho Alegre.
Reanimando el género 40 años después
Para rendir homenaje al género, el Festival contará con la presencia de uno de sus grandes maestros: Joe Dante. El cineasta estadounidense revolucionó el humor macabro con Gremlins (1984) y Gremlins 2: La nueva generación (1990), producidas por Steven Spielberg, consolidando así el subgénero del horror-comedy; y con películas como Piraña (1978), una parodia salvaje del clásico Tiburón; o Hollywood Boulevard (1976), su ópera prima codirigida con Allan Arkush. Su visión única —que combina terror, ironía y un impecable sentido del ritmo— lo llevó a dirigir muchos otros títulos emblemáticos, entre los que destacan Aullidos (1981), La dimensión desconocida (1983), Exploradores (1985), Vecinos invasores (1989), Matinee (1993) y The Hole (2009).
También visitará Sitges buena parte del equipo de Re-Animator, de Stuart Gordon, una de las películas más emblemáticas y cómicas del cine de terror y ciencia ficción. Nos pondremos nostálgicos y reuniremos al equipo para recordar su premio a Mejor Película del Festival de Sitges, hace ahora 40 años, en 1985, un reconocimiento que consolidó su estatus de obra de culto. Además, proyectaremos una espectacular versión restaurada del filme en 4K, producida especialmente para celebrar su 40 aniversario. Basada en el relato corto de H. P. Lovecraft, la película es una excelente muestra del terror de los años ochenta que, como proclamaba Sam Raimi, concebía los baños de vísceras como una irresistible disolución donde “la risa y el escalofrío” se presentan como dos caras de la misma moneda.
Sean S. Cunningham, padre de Viernes 13, Premio Máquina del Tiempo
El Festival de Sitges reconoce este año la trayectoria de Sean S. Cunningham, creador de la legendaria franquicia de terror Viernes 13, que dio vida al icónico Jason Voorhees y se convirtió en una de las sagas más influyentes del género slasher. Con el estreno de la primera película en 1980, asentó las bases de una nueva corriente de cine de terror adolescente, convirtiendo el miedo en un fenómeno de masas para toda una generación.
Con más de una decena de secuelas, un remake, adaptaciones en cómics y videojuegos, y una comunidad de fans fiel en todo el mundo, podemos afirmar que Cunningham ha influido en cineastas de todo el planeta y ha dejado una huella imborrable en el imaginario popular. A lo largo de su carrera, también ha producido otras películas de terror, entre las que destacan House (1985) y House II: The Second Story (1987), que consolidaron su reputación como productor de referencia en el género.


propio Quim, que hizo un pequeño prolegómeno y pasó el testigo a Josep Rodríguez, maquetador de ambos libros, que realizó una florida presentación y nos realizó algunas preguntas con las que intentamos no aburrir al respetable que se congregó, sin duda, esperando algún tipo de espectáculo al uso, a todos los cuales queremos agradecerles encarecidamente su calor y presencia, así como la confianza demostrada a los que se aventuraron a adquirir alguno de los dos libros o incluso ambos.





























Últimos comentarios