Diario de Serendipia en Sitges 2025: Octava cápsula

Hablemos del Drácula de Luc Besson. Porque es suyo, para él e intransferible. ¿No quería hacer una película de amor? Pues para ti, Luc. Toda tuya.
Hablemos del Drácula de Luc Besson. Hablemos. Las fotografías que habíamos podido ver ya nos estaban preparando para lo peor: parecía una versión barata del Drácula de Coppola. Un Drácula anciano con abultado pelo blanco, aunque no con el sorprendente tocado que luciera Gary Oldman en la del noventa y dos. También vimos
imágenes de un mundano conde ataviado a la manera de Oldman, con sombrero de copa y traje gris. También como Vlad Tepes, con armadura. Muchas casualidades nos parecían ¿Podría estar Besson haciendo una versión del Drácula de Coppola? Pues busquen una respuesta absurda y esa será la correcta: Sí. Pero es sí porque, tal y como pudimos comprobar en la rueda de prensa que se celebró el día antes, Luc Besson no ha leído la novela, no sabe qué es Drácula y, nos extrañaría mucho pero, se diría que no ha visto otras versiones cinematográficas de la novela que la de Coppola. Así se explica que repita personajes totalmente originales de James V. Hart para el film de Coppola como esa Elisabeta. O ese prólogo con Drácula como Vlad Tepes que está únicamente presente en el film de 1992. O el amor ¡El amor!: Drácula es una alimaña, un chupasangres. Es la epidemia, la enfermedad, pero no es un vampiro que busca a la novia reencarnada hasta…sí, hasta la adaptación de Coppola. Eso, si lo hizo alguien fue Imhotep en La momia (The Mummy, Karl Freud), la obra maestra de 1932. Naturalmente, algunos directores ya reflejaron al vampiro enamorado, pero solo con el film de Coppola se producen tantas y tantas casualidades. Copias. Plagios.

Luc Besson (Foto: Serendipia)
Si algo original tiene la película de Besson son las absurdas gárgolas-sirviente que hacen que parezca una cinta Pixar; o poner como clérigo a Van Helsing; o ese humor fuera de lugar; o ese perfume que atrae a las víctimas y que Besson se saca, al igual que las otras «novedades», de su manga. En una película de dos horas, pero dos horas eternas, en la que la primera escena sangrienta se produce a la hora y cuarenta y cinco minutos de comenzar convirtiendo, ya de paso, a Drácula, más que en un villano en el héroe de la función.
Lo único bueno: la partitura de Danny Elfman. Y tampoco es de las más inspiradas del músico.
Besson se justificó durante la rueda de prensa declarando que en estos tiempos lo que la sociedad necesita es más amor y que él quería hacer una película de amor, algo que nos parece estupendo, pero para ello ya hay otras historias escritas sin tener que tocar las narices a quienes esto están escribiendo y haciendo una película que añadirá más y más confusión a quien quiera entrar en el mundo de Drácula y no lo haga como debe hacerse: leyéndose la novela original.
Lo cierto es que Serendipia tenía previsto comenzar el día con Bugonia (Yorgos Lanthimos) en l’Auditori, pero prefirió un cambio de última hora y ver Drácula en el Prado para comprobar si eran ciertas las conclusiones a las que nos hizo llegar su director el día antes durante la rueda de prensa. Y así fue. No estábamos equivocados: Luc Besson no sabe qué es Drácula y su película deja a la versión de Dario Argento en un buen lugar.
Serendipia volvió a tiempo de ver su siguiente película, Osiris (William Kaufman) en Tramontana. Una película perteneciente a la sección Panorama que nos recordó porqué no vemos más películas de esta sección. Una mala película de acción con extraterrestres de por medio que tiene en Aliens (1986) de James Cameron su modelo a seguir pero que está muy lejos de alcanzar. La aparición estelar de Linda Hamilton añade más pena que gloria a este film bélico en el que casi todos los protagonistas optan por auto inmolarse, algo, precisamente, que se nos pasó también a nosotros por la cabeza ante tal sobredosis de testosterona, tiros y malos actores.

Park Hoon-jung en l’Auditori (Foto: Serendipia)
Nos quedaba una nueva cinta de acción coreana perteneciente a la sección Órbita que sabíamos que era difícil que nos defraudara. Tristes Tropiques es, además del título de este film de Park Hoon-jung el nombre de la organización de jóvenes asesinos especializados en la guerra en la jungla y entrenados por El Maestro, el gobernante absoluto de la selva tropical, una suerte de Coronel Kurtz del mundo mercenario. Cuando El Maestro es asesinado, luchan contra la desconfianza mutua y prometen ejecutar una sangrienta venganza para eliminar al culpable. Pero no todo es lo que parece, múltiples giros de guion después, el espectador descubrirá que El Maestro no ha muerto, sino que todo ha sido una confabulación suya para desaparecer sin dejar huella, y eso implica no dejar vivos a ninguno de sus jóvenes secuaces. El peso del suspense recaerá en si el deseo de aniquilarlos a todos se va a cumplir o será el Maestro el que perezca. El guionista de Encontré al diablo, presentada en la 43ª edición del Festival, vuelve a Sitges y presenta a nivel mundial esta película plena de intrigas, acción, violencia y un elaborado guion. La cinta no satisfizo plenamente a todo el público, en los burladeros se señaló que la historia no fluye con naturalidad debida y que eso, a veces, dificulta seguir el hilo narrativo. Serendipia, por su parte, se divirtió bastante con la mezcla de acción, thriller y humor peculiar.
La jornada fílmica toca a su fin y el agotamiento de Serendipia toca máximos. Por suerte, esa misma noche se recuperaría en un coctel al que había sido invitado, porque no todo van a ser películas y ruedas de prensa.
Les dejamos con el tráiler de Drácula, a ver si se animan y se dejan engañar…
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