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Diario de Serendipia en Sitges 2025: Segunda cápsula

12 noviembre 2025 Deja un comentario

El festival ya ha despegado y hoy Serendipia verá algunas cosillas con más ingrediente fantástico, bastante más, que lo que vio ayer. Hoy viernes habrá más variedad y habrá tiempo para el despiporre sangriento, la comedia  e incluso la experimentación, pues ya teníamos muchas ganas de ver cómo se desenvolvía nuestro amigo Indi, protagonista de ‘Good Boy‘, por el cine de terror. También habían llegado al festival presencias tan agradables como la de Joe Dante o Barbara Crampton y por haber… hasta presentábamos dos libros. Un día cargado, que se dice. Vamos con él. 

Serendipia comienza la jornada en l’Auditori, donde verá una película perteneciente a la sección Oficial Fantàstic Competició muy relacionada con la temática de esta edición del festival, el binomio humor-terror, pues Death of a Unicorn es una comedia con tintes fantásticos que se inicia cuando los protagonistas de la trama, un padre (Paul Rudd) y su hija (Jenna Ortega), atropellan a un animal que resulta ser un mitológico unicornio de cuerno multicolor,  cuando se dirigen a un retiro de fin de semana en la mansión de su multimillonario jefe (Richard E. Grant). De manera casual se darán cuenta de que el cuerno y su sangre tienen unas propiedades curativas que el avaro jefe buscará explotar. Pero con lo que no contará es que el gracioso unicornio revive y… es una cría cuyos padres andan buscando. Opera prima de Alex Scharfman, el film cuenta con una eficaz banda sonora de John y Cody Carpenter y la participación de la muy popular Ortega. Su mucha fantasía y su, todavía más, hemoglobina de mentirijilla la convierten en un bocado ideal para un entorno festivalero. No puede faltar nunca una cinta que combine los efectos casi gores y el humor para todos los públicos en las pantallas suburenses, interludios para no pensar demasiado y dejarse llevar por su diversión trivial. Así, Serendipia la puso en relación con Hay algo en el granero (2023) una curiosa película de producción noruega dirigida por Magnus Martens que pudo verse en la Edición 57 en la que el ser fantástico de aspecto entreañable que acaba desatando un festín de sangre era un gnomo. La película de 2023 tuvo más fortuna que la presente, pues fue distribuida en los cines de nuestro país de la mano de A Contracorriente Films, mientras que la película de Scharfmen está disponible en plataformas desde el 20 de octubre, donde se lanzará directamente sin pasar previamente por cines más allá del circuito de festivales.

Aún con la sonrisa perfilada en los labios por el negro humor de Death of a Unicorn, Serendipia se dirige a Tramontana para ver más humor, en este caso salvaje, de la mano, o mejor decir zarpa, de Primate, una clasicona propuesta de Johannes Roberts, un director británico que en su  carrera, que lleva lo que va de siglo, se las ha visto con vampiras, arañas o tiburones y que ahora lleva al espectador al interior de la adinerada casa de los protagonistas, donde hay un encantador chimpancé. Allí se nos presentará a los jóvenes protagonistas, el  chimpancé será contagiado de la rabia al ser mordido por una mangosta y… Voilà! ya tenemos servido el terror. Lo que diferencia Primate de otras propuestas similares es que para el mono se ha desechado utilizar efectos digitales y se ha preferido contar con un pequeño actor ataviado con un disfraz con unos resultados desiguales. Pero lo importante es la cuenta de cadáveres que hará este simio asesino al modo de un slasher, con mucha sangre y diversión, convirtiendo Primate en una de las favoritas entre el público más desprejuiciado. Primate tendrá estreno en salas de la mano de Paramount.

¡Qué diablos! Entre tanta propuesta enrevesada y relamida que busca el fantástico casi en el trasfondo, también apetece ver a una bestia desatada con hidrofobia matando adolescentes o unicornios asesinos. Y para entender este contraste tenemos el siguiente film, Mother’s Baby, una propuesta algo más elevada, pero con una  conclusión de serie B que no pensamos desvelar, faltaría más.  Veamos su trama: Julia (Marie Leuenberger), una directora de orquesta de 40 años, y su pareja, Georg (Hans Löw), ansian tener un hijo cuando el Dr. Vilfort (un inquietante Claes Bang al que muchos recordarán por el polémico Drácula de la miniserie de Netflix), les ofrece una esperanza. De hecho, Julia se queda embarazada tras pasar por un tratamiento en la clínica del médico especialista en fertilidad. El parto no sale según lo planeado y se llevan al bebé inmediatamente, dejando a Julia sin saber qué ha pasado. Cuando se reúne con el niño, Julia se siente distante. Tanto que empieza a dudar de que sea realmente su hijo.

Johanna Moder (Foto: Serendipia)

Dirigida por la austriaca Johanna Moder, esta coproducción entre Austria, Alemania y Suiza que participó en el festival dentro de la sección Oficial Fantàstic Competició, incide en los miedos femeninos, en especial la depresión post-parto, de manera que si no tuviera el final que tiene, Mother’s Baby sería, tal y como lo definió su directora en la presentación, «una historia terrorífica, no un film de terror«. Moder se ha enfrentado a su tercer largometraje como directora y guionista para lanzar una inteligente crítica a los desequilibrios de la conciliación que todavía persisten en nuestra época en una espiral de alucinaciones y descubrimientos macabros. En su film seremos testigos de procedimientos médicos normales que son muy anormales, así como protocolos inhumanos. Todo lo cual viene subrayado por una banda sonora que lleva al espectador a que vea que tras tanta normalidad, algo no marcha como debería y que algo oscuro va a suceder.

Y de los miedos maternales a los miedos animales. Good Boy (Ben Leonberg) es un experimento que queríamos ver desde el momento en el que supimos de ella, pues está protagonizada por un simpático perro, Indy, que, interpretándose a sí mismo, se enfrentará a todo lo que acecha en la noche, y más cuando junto a su dueño Todd (Shane Jensen), se muda a una casa en el campo que, para sorpresa de nadie, resultará estar encantada. El cachorro, atormentado por visiones de la muerte del anterior propietario, deberá luchar contra unas fuerzas malignas que intentan arrastrar a su dueño al más allá. La película está muy bien interpretada por su perruno protagonista, que francamente, debería haber accedido a alguno de los premios a esa categoría del festival, como lo fue en el SXSW 2025, dónde fue galardonado con el «Howl of Fame» (Aullido de la Fama). Pero tras la buena interpretación del animal también está la pericia del debutante Leonberg que declaraba: «para conseguir escenas en las que parece que Indy está enfadado o asustado, lo que ocurre en realidad es que Indy está colocado de tal forma, con la mirada fija en la cámara o fuera de la pantalla, y mi mujer y yo estamos detrás de la cámara diciendo cosas como ‘bocadillo de jamón’, que no significa nada para él, para que incline la cabeza ligeramente. Y como es muy inteligente y está muy centrado, intenta entender lo que queremos. Si coges ese material, lo editas, lo iluminas correctamente, añades la música siniestra, el diseño de sonido, quitas las voces reales, sugieres al público a través del poder del cine que esto da miedo, la audiencia hace los números: el perro está asustado. Pero el perro solo está intentando entender. La narración hace que te asustes, y el público lo proyecta en el personaje. Ese efecto es el motor que impulsa gran parte de la película». La magia del cine y los códigos compartidos se alían para sumarle un significado aterrador a las imágenes, las expectativas del receptor se proyectan sobre lo mostrado y determinan la interpretación final. Así, conocer de antemano que en toda la tradición las mascotas implicadas en un relato de terror no llegan más allá del primer acto, añade una tensión y una angustia que atrapan la atención y las ganas de saber más. Eso estuvo en buena medida bajo el éxito viral del lanzamiento del primer trailer, después de tres años de rodaje.

 

La inquietud por la suerte de Indy, que llevó a unos registros históricos de la búsqueda en Google sobre si el perro muere o no al final, se tradujo en más de un millón de visualizaciones en apenas 24 horas. Esta extraordinaria acogida llevó a IFC Films a cambiar radicalmente su estrategia, pasando de un estreno limitado a una distribución amplia en cines. Y, sin embargo, las mismas expectativas generadas, la idea preconcebida en los espectadores por la propia viralidad, han sido responsables de la tibieza en la recepción del filme una vez visto al completo. Todos tenían claro, crítica especializada incluida, que Good Boy era el fénomeno de la temporada, una cinta de terror con la originalidad de ser contada desde un punto de vista novedoso, la mirada de Indy, y eso y nada más es lo que todo el mundo estaba dispuesto a ver. Pero, Good Boy no es sólo original en el punto de vista, porque no es una mera historia de hogar máldito, la gracia final está en su giro final que nos revela a la cinta como un auténtico drama de final agridulce. Cualquier juntaletras que se precie es consciente de que el final debe resultar sorprendente, pero no impuesto, el lector debe tomar conciencia de que esa sorpresa estuvo siempre ante sus ojos desde el planteamiento del conflicto. Así ocurre en la opera prima que nos ocupa, la secuencia inicial es clave porque es la que va a dar sentido al final y la que va a permitirnos explicar la naturaleza de las visiones y pesadillas de Indy. Good Boy no es una pieza más en el tópico, al contrario, como ocurre, por ejemplo, en Relic el tópico está puesto al servicio de un tema mucho más humano y lacerante que una mera maldición sobrenatural. Y hasta aquí podemos leer sin caer en el spoiler, un sólo consejo, si ya vieron Good Boy y no le acabaron de pillar la gracia, si les decepcionó en parte, vuélvanla a ver. Y si no la vieron, olviden las expectativas propias y los comentarios a pie de sala de quienes la vimos antes. Muchos se (nos) equivocaron.

Debiera reflexionarse algún día sobre la paradoja de que los festivales son las únicas plataformas para poder ver ciertas películas que sin ellos quedarían en los trasteros de lo no compartido, pero, simultáneamente, por el afán de abarcar cuantos más títulos mejor, el público está demasiado sobreestimulado como para comprender en un sólo visionado lo que acaba de ver (también habría que hablar largo y tendido sobre la imperiosa necesidad de ser el primero en opinar y ser la estrella de las Redes Sociales).

fotos: Quim Crusellas

Y en esta segunda jornada se cumplieron los quince minutos de fama de Serendipia. Ello gracias a la oportunidad que nos ofrecía Fnac y el festival para presentar nuestros dos últimos libros. Dos monumentales trabajos: Siempre nos quedará Pekín y Japón Ibérico, ambos producto del encargo de nuestro amigo Quim Crusellas para su festival Nits de Cinema Oriental de Vic. Unos trabajos en los cuales hemos hablado de las sinergias y cinergias entre la historia y el cine de Hong Kong, China y Taiwan y el español y de la  historia y el cine japonés y la  española y hemos encontrado todo un universo de convergencias que han conseguido que completemos 400 páginas en cada uno de los tomos. Entrar en detalle sería largo y tedioso, pero queremos hacer constar que la presentación contó con el propio Quim, que hizo un pequeño prolegómeno y pasó el testigo a Josep Rodríguez, maquetador de ambos libros, que realizó una florida presentación y nos realizó algunas preguntas con las que intentamos no aburrir al respetable que se congregó, sin duda, esperando algún tipo de espectáculo al uso, a todos los cuales queremos agradecerles encarecidamente su calor y presencia, así como la confianza demostrada a los que se aventuraron a adquirir alguno de los dos libros o incluso ambos.

Ahora sí, con todo el trabajo hecho, Serendipia vuelve a casa…¡No! Pues hubo que celebrar y mojar como es debido nuestra presentación, alargándose la sobremesa hasta, eso sí, una hora prudencial de la noche, pues al día siguiente nos esperaba otra jornada cinéfaga.

Y finalmente un tráiler que hemos encontrado escarbando en los baúles del audiovisual del festival. Un spot alternativo que, que nosotros sepamos, no se vio en ninguna pantalla del festival y en el que conviven el bien y el mal. El payaso «bueno» y el payaso «malo» y que, dada su duración, afortunadamente no se utilizó, decantándose el festival por el que pudimos ver en la primera cápsula

Categorías: Sitges Film Festival