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Programas de mano del cine fantástico de Metro-Goldwyn-Mayer.
A pesar de que el sistema de estudios ya ha expirado hace infinidad de años, siempre que salta alguna noticia como la que leímos hace poco, nos hace pensar en aquellos tiempos en los que los estudios de Hollywood tenían todo el poder para crear y hundir carreras a voluntad y en los que, únicamente ver el sello de la productora, uno sabía el tipo de película que vería . La noticia en cuestión comunicaba que Metro Goldwyn Mayer va a ser vendida y parece ser que el máximo pujador es Warner, curiosamente en los tiempos de máximo explendor de la política de estudios, uno de los menores en comparación con Paramount o la misma Metro, que tal y como presumía tenía más estrellas que el firmamento: Greta Garbo, Clark Gable, Jean Harlow, John Barrymore, Spencer Tracy, Joan Crawford… hasta la selva del mismísimo Tarzán- Johnny Weissmuller, que también estaba en nómina, estaba repleta de un glamour que tuvo su punto álgido durante los años treinta y cuarenta.
Pero si bien durante el periodo silente rodaron alguna cinta de cine fantástico, fue al ver el boom que inició Universal en 1931 con su Drácula (Tod Browning), cuando la Metro no se mantuvo al margen y creó, al igual que otros grandes estudios, sus propios films de terror, contando cuando pudieron, con actores y directores que formaron parte del equipo de Universal films.
Durante el mudo, el inmortal Lon Chaney trabajó profusamente para Metro, realizando films de la categoría de Entre locos anda el juego (The Monster, 1925 Roland West), La obsesión de un sabio (A Blind Bargain, 1922 Wallace Worsley), Garras Humanas (The Unknown, 1927 Tod Browning) o la mismísima La casa del horror (London After Midnight, 1927 Tod Browning). También, además de importar de Alemania films de la categoría de Fausto (Faust, 1926 F. W. Murnau), importó a uno de sus actores, Paul Wegener (¡El mismísimo Golem!) con quien rodó The Magician (1926 Rex Ingram), film inspirado por el mago Aleister Crowley.
Entre otros títulos, Metro-Goldwyn-Mayer también produjo La isla misteriosa (The Mysterious Island, 1929 Lucien Hubbard) rodada en un 90% en color, pero lo dicho, no es hasta la eclosión del ciclo de Universal que no se lanzan un poco más en serio con el cine fantástico, aunque de forma más bien discreta, quizás únicamente para demostrar que, de quererlo, podían hacerlo tan bien como los demás.
Vamos a ver algunos de los más importantes títulos fantásticos que lanzó Metro-Goldwyn-Mayer durante los años treinta, cuarenta y más allá.
Tras realizar Tod Browning la última película interpretada por Lon Chaney, la versión sonora de El trío (The Unholy Three, 1929) y dar la alternativa a un Bela Lugosi que alternaba la versión teatral de Drácula con el rodaje de The Thirteenth Chair (1929), films más policíacos que horroríficos, la Metro hace un biopic: Rasputín y la Zarina (Rasputin and the Empress, 1932 Richard Boleslawski) sobre el misterioso personaje histórico que contó con la “familia imperial de Hollywood”, los hermanos John, Lionel y Ethel Barrymore en un film, con todo ello, tímidamente fantástico también, así que la productora no entra de lleno en el género hasta rodar La Máscara de Fu Manchú (The Mask of Fu Manchu, 1932 Charles Brabin) posiblemente la mejor película que se ha rodado sobre el perverso oriental, con una magnífica interpretación de Boris Karloff (no olvidemos, estrella descubierta el año antes por la Universal con su personaje inmortal: la creación del Dr. Frankenstein). El film también cuenta con la colaboración de la adorable Mirna Loy como la hija de Fu Manchú.
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Se realizaron tres programas de mano, uno doble y dos sencillos tipo tarjeta.
El pérfido oriental, interpretado por Warner Oland, ya había protagonizado poco antes dos films para Paramount, The Mysterious Dr. Fu Manchu (1929, Lloyd Corrigan) y The Return of Dr. Fu Manchu (1930, Rowland V. Lee), estrenada por aquí como La expiación de Fu Manchú, así que la propuesta no es nada original y, en vista del éxito de estos films, juega sobre seguro.
Mientras Paramount hace una apuesta ganadora adaptando a R. L. Stevenson en El Hombre y el monstruo (Dr. Jekyll & Mr. Hyde, 1931 Rouben Mamoulian), -consiguiendo Fredic March un oscar por su memorable interpretación- y a H. G. Wells en La isla de las almas perdidas (Island of Lost Souls, 1933 Erle C. Kenton); RKO triunfa por todo lo alto con King Kong (1933, Cooper & Schoedsack); y Warner Bros lanza dignos productos interpretados por Lionel Atwill como El doctor X (Doctor X, 1932 Michael Curtiz) y Los Crímenes del museo (Mystery of the Wax Museum, 1933) ambos dirigidos por Michael Curtiz, la Metro, ahora sí hace una apuesta del todo arriesgada, contando para ello con la colaboración de su director de confianza Tod Browning, que realiza La parada de los monstruos (Freaks, 1932), film que como es sabido tiene que mutilar tras los primeros pases y que, aún así, termina siendo retirado y cedido a Dwain Esper, que remonta lo que tiene, le pone un prólogo y cambia varias cosas para exhibirlo en el circuito de explotaition. No sería hasta más tarde que sería recuperado y puesto en su justo lugar como una obra maestra.
En esa época el público no estaba preparado para ver a personas deformes reales en la pantalla. Nada de maquillaje, nada de trampa ni cartón y todo ello proveniente del estudio del glamour…
Aquí pienso que no se llegó a estrenar, ya que aunque se preparó el lanzamiento con cuatro programas de cine impresos en formato tarjeta, todas las que he podido ver estaban sin letras impresas por el cine en la parte trasera, lo que me hace sospechar de ello. En todo caso durante los años cuarenta circulaba alguna copia por la península, como vemos en la parte trasera de este programa, en el que se especifica que la que se pasó era la original de Tod Browning con el sello de la Metro.
Tras esto la Metro tarda tres años en animarse y ya lo hace a lo grande con otros grandes clásicos: Las Manos de Orlac (Mad Love, 1935 Karl Freund) el primer papel americano de Peter Lorre, secundado por Colin Clive (el mismo Dr. Frankenstein de la Universal) y la cautivadora Frances Drake; y La marca del vampiro (The Mark of the Vampire, 1935 Tod Browning), nueva versión de London After Midnight, con Bela Lugosi en su segunda interpretación de vampiro (aunque en esta ocasión falso).
Al año siguiente lanzan Muñecos Infernales (The Devil Doll, 1936) otro sorprendente film de Tod Browning con un Lionel Barrymore interpretando un doble papel en la línea del Lon Chaney de The Unholy Three. Tras este título, Metro realiza una versión “Light” de Freaks, Miracles for Sale, dirigida por el propio Browning en 1939.
La producción de cine fantástico y de terror de la Metro durante los años cuarenta pasa a ser del todo secundaria, más bien inexistente, pero aún así Victor Fleming dirige una nueva versión de Dr. Jekyll and Mr. Hyde, que se estrena en España bajo el nombre de El extraño caso del doctor Jekyll y que cuenta con un trío protagonista de auténtico lujo: Spencer Tracy, Ingrid Bergman y Lana Turner. También produce una versión de El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray, 1945 Albert Lewin) con el siempre perfecto George Sanders.
De ahí no volverán al fantástico hasta la década de los cincuenta realizando una de las obras capitales de la ciencia-ficción: Planeta Prohibido (Forbidden Planet, 1956 Fred McLeod Wilcox) y ya en los sesenta: El tiempo en sus manos (The Time Machine, 1960 George Pal); Las siete caras del doctor Lao (The 7 Faces of Dr. Lao, 1964, George Pal) y 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1968 Stanley Kubrick), film que revolucionó el género.
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