Ecoterror en 6 películas: ranas, hormigas, cocodrilos, jabalís y mucho más.
Analizamos un subgénero que nació sin tener constancia de serlo con seis películas representativas del mismo.
FROGS (George McCowan, 1972)
Frogs es una película serie B de American International que no engaña a nadie (bueno, quizás el póster un poco), y aunque se esfuerza en dotar a los personajes de personalidad y dar cierta coherencia a la historia, lo cierto es que esta venganza de la naturaleza resulta algo risible, y las muertes son de campeonato de torpes de lo mal resueltas que están. Protagonizada por un Ray Milland en las últimas haciendo de abuelo malas pulgas y un Sam Elliott lozano como único personaje «normal», lo cierto es que este desastre, no se sabe muy bien porqué, tiene su encanto. Como el de ser una simpática serie B pura y dura que, en forma de slasher, es una clara denuncia ecológica protagonizada por reptiles y otros seres de la ciénaga comandados por unas enormes ranas que parecen vengarse de una familia cuya industria echa pesticidas en su hábitat. Otro personaje colecciona mariposas, y el veterano cabeza de familia es cazador, tal y como demuestra su sala de trofeos. Sam Elliott, interpretando a un fotógrafo, deberá refugiarse en la mansión, de la que serán eliminados ordenadamente uno tras otro todos los miembros de la familia mediante tan mal resueltas como ridículas muertes. Como la tiene lugar en el invernadero o las protagonizadas por arañas, sin ir más lejos.
Como ya hemos comentado, además de Elliott, en la cinta podemos ver al veterano e incansable Ray Milland y a muchos actores eminentemente televisivos ¿Lo mejor? El engañoso póster y el tono irreal con ese cabeza de familia que quiere celebrar su 4 de julio caiga quien caiga, nunca mejor dicho, haya o no cadáveres de por medio.
Todo ello en una película cuyo indudable encanto, en lugar de otorgarle solera, la ha avinagrado.
PHASE IV (Sucesos en la IV fase, Saul Bass, 1974)
Diseño Hard Sci-fi con instalaciones futuristas y destacables imágenes de hormigas rodadas con potentes lentes que las convierten casi en seres de otro planeta en esta cinta de Saul Bass en la que estos pequeños seres se rebelan contra la tiranía del hombre. Todo tan bien llevado que hasta nos ha parecido creíble lo que nos han contado, desde su inicio hasta su extraño final. Se trata de una cinta que el tiempo ha revalorizado, interesante, curiosa y protagonizada por una muy joven Lynne Frederick, actriz a la cual los más jóvenes igual no reconocen, pero que fue una prometedora y bella artista que tuvo un final prematuro y bastante triste. Phase IV también es el único largometraje de Saul Bass, un todoterreno del cine, pero especialmente conocido por los memorables títulos de crédito en películas como Con la muerte en los talones, Vértigo, Psicosis, El hombre del brazo de oro o Anatomía de un asesinato.
Por cierto, el cártel original con una hormiga saliendo de la palma de una mano quedó muy Daliniana. Sin ir más lejos, y prosiguiendo en el cine, una imagen idéntica puede verse en El perro andaluz de Luis Buñuel y Salvador Dalí.
El título español es similar y quiere aprovecharse del de la popular Encuentros en la tercera fase, (Close Encounters of the Third Kind, Steven Spielberg, 1977), un film posterior al de Saúl Bass, pero cuya coincidencia en el título se explica porque a pesar de ser anterior a esta, Sucesos en la IV fase llegó a nuestras pantallas con retraso, estrenándose en 1980.
DAY OF THE ANIMALS (William Girdler, 1977)
Un pequeño microcosmos humano recibirá el ataque de diversos animales afectados por los rayos solares a causa de la acción humana sobre la capa de ozona.
Deudora del cine de catástrofes que tanto predicamento tuvo durante los años setenta, cuesta ver a Leslie Nielsen, uno de sus protagonistas, como actor dramático, y más cuando pierde la cabeza, también a causa de los rayos gamma, y comienza a hacer de las suyas. Aunque la premisa que denuncia sigue estando más que vigente, la película ha envejecido bastante mal, la verdad.
Day of the Animals cuenta con la participación de otros actores, como Christopher George o Lynda Day, matrimonio en la vida real que más tarde terminaron recalando en el cine de Piquer Simón, para el que protagonizando la, por muchos motivos, mítica, Mil gritos tiene la noche (1982).
LARGO FIN DE SEMANA (Long Weekend, Colin Eggleston, 1978)
Una remarcable película australiana, que mediante dosis de terror clásico refleja la destrucción sistemática de la relación de los protagonistas mientras son atacados por las fuerzas desatadas de la naturaleza. Todo con denuncia ecologista e incluso antiabortista de por medio. Los dos protagonistas, en especial él, consiguen ser dos zoquetes de marca a los que desearemos una muerte lo más dolorosa posible. Maravillosa fotografía y bellos paisajes de la fauna australiana, tan marciana como siempre.
La pareja protagoniza realiza pequeñas acciones inconscientes y cotidianas como usar insecticida, tirar colillas por la ventanilla del coche, llenar todo de basura, cazan y pescan o atropellan incluso un canguro, acciones que, quien más
quien menos, todos ustedes han hecho alguna vez (bueno, sustituyan canguro por perro o gato o paloma o persona).
Todo ello parece provocar un anómalo y violento comportamiento de los animales, que atacan a la pareja. Como es el caso de una zarigüeya, que atacó realmente al actor. Si, ya les dijimos que los protagonistas eran bastante cretinos. Los sucesos y los ataques se desatan sin justificación aparente, aunque en un momento se habla en la radio de avistamientos de ovnis, extremo este en el que, afortunadamente, no se incide.
Posiblemente Long Weekend es la mejor de esta selección, cuyo guion se debe a Everett De Roche, responsable del libreto de otras producciones australianas de terror como Patrick y Razorback, la siguiente que pasamos a analizar.
RAZORBACK, LOS COLMILLOS DEL INFIERNO (Razorback, Russell Mulcahy, 1984)
En Razorback, los colmillos del infierno el mensaje ecologista, quizás animalista, brilla menos por su ausencia. Se centra en un jabalí enorme que se lleva a las personas e incluso las casas por delante. Con algunos afortunados gags, en esta, su primera película, Russell Mulcahy demuestra su escaso cariño por la fauna humana autóctona del sur de Australia, unos rednecks de mucho cuidado. Incluso utiliza el truco de Hitch de cargarse a la supuesta protagonista cuando ya nos habíamos habituado a ella. Por su parte el monstruo es un animatronic al que apenas se ve. Con cierta ambientación apocalíptica (una de sus actrices participa en Mad Max 2) la película posee un diseño de producción muy de su época (azules, humos…) pues no en vano el director se introdujo en el oficio rodando muchos video-clips en los años ochenta, atmósfera que traslada a su película y que alcanzaría su culmen con Los inmortales (Highlander) en 1986.

LA BESTIA BAJO EL ASFALTO (Alligator, Lewis Teage, 1980)
La historia pone en imágenes la leyenda urbana de que en las cloacas de NY hay caimanes que han crecido tras ser tratados como mascotas y tirados por el retrete al crecer, a lo que los guionistas han sumado un vertido de hormonas de crecimiento a las cloacas, todo lo cual han convertido a un cocodrilo normal en un en una mala bestia gigante. Todo ello mezclado con un relato policial sobre un agente caído en desgracia.
Alligator es una simpática producción protagonizada por el recientemente fallecido Robert Foster, al que Tarantino dotó de nueva vida al ponerlo de co-protagonista en Jackie Brown (1997). Los efectos especiales son imaginativos, con un pequeño caimán andando en cámara lenta por calles en miniatura secundado por los animatronics de turno. A esto se suman unos saludables toques de comedia y un Henry Silva haciendo de cazador chulopiscina.
El director, tres años después rodaría la adaptación cinematográfica de Cujo, la novela de Stephen King, así como Los ojos del gato (Cat’s Eye, 1985), también basada en narraciones de King.
Por cierto, como el final es abierto, once años después un nuevo director tomó el relevo y rodó una secuela: La bestia bajo el asfalto 2 (Alligator II: The Mutation, Jon Hess, 1992).
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