VAMOS DE ESTRENO * Viernes 14 de febrero de 2025 *

LA TUTORÍA (Armand, Halfdan Ullmann Tøndel, 2024)
Noruega. Duración: 117 min. Guion: Halfdan Ullmann Tøndel Música: Ella van der Woude Fotografía: Pål Ulvik Rokseth Compañías: Eye Eye Pictures, Keplerfilm, ONE TWO Films, Film I Väst, Prolaps Produktion Género: Drama.
Reparto: Renate Reinsve, Ellen Dorrit Petersen, Endre Hellestveit, Øystein Røger, Thea Lambrechts Vaulen, Vera Veljovic-Jovanovic, Loke Nikolaisen, Assad Siddique
Sinopsis: Armand, un niño de 6 años es acusado de traspasar ciertos límites con su amigo y compañero de clase Jon. Nadie sabe exactamente lo que ha ocurrido, así que la dirección del colegio convoca a los padres para discutir el tema, desencadenando un agitado conflicto que pondrá sobre la mesa cuestiones como la sexualidad en la infancia, la culpabilidad o la complejidad de las zonas grises que existen entre la violencia y el juego.
En diciembre de 1871 (aunque en la solapa de la primera edición figure 1872) se publicaba en Leipzig El nacimiento de la Tragedia del espíritu de la música. El genitivo del título es, por supuesto, una referencia a Richard Wagner, por entonces valedor de aquel Friedrich Nietzsche insultantemente joven al que habría acogido con la certeza de que su verbo vehemente iba a retribuirle las atenciones que tuviera con él. El filósofo veía en la obra del músico el renacimiento de la obra de arte total que había sido la Tragedia Ática mientras el propio Wagner sería el genio que iba retornarle el sentido al mundo (siempre simplificando). Quince años más tarde la coletilla que remataba el título en la reedición había cambiado, sustituyéndola por el subtítulo “Helenismo y pesimismo”, clara muestra de que, después del cruce de sables que fue la simultánea publicación del Humano, demasiado humano y el estreno de Parsifal en Bayreuth, Nietzsche volaba con ala propia y ya no fiaba al autor de la Tetralogía el rol de restaurar el espíritu de la Tragedia. Pero aquel referir su nacimiento a la música, también daba cuenta de que el autor defendía que la célula primigenia del arte teatral había sido el coro el cual no era otra cosa que la estilización artística de los comos rituales (κῶμος, kỗmos), los cortejos bulliciosos y festivos de bebedores acompañados de músicos que procesionaban en las fiestas consagradas a Dionisos. Así, aunque para Nietzsche la Tragedia bebe de lo dionisíaco y de lo apolíneo, sentenciaba, en el fondo, que su auténtica carta de naturaleza era lo primero manifestado en esas danzas orgiásticas que se habrían domado dando nacimiento al arte escénico. Bien, pues toda esta excursión la hemos relatado para señalar que lo que, a nuestro entender, da carácter y originalidad al debut de Halfdan Ullmann Tøndel es que con La tutoría devuelve la narrativa escénica al espíritu de la danza (contemporánea, eso sí) del que surgió. Y aún queremos añadir otra comparación. El nacimiento de la Tragedia venía a sustituir la tesis doctoral que no había escrito aún cuando le fue concedida la cátedra de filología clásica en Basilea, pero el libro creció en sus manos y desbordó los límites del estudio filológico para dar a luz a su propio pensamiento filosófico, por eso el propio Nietzsche calificaba a su primara publicación como centauro, y algo de híbrido tiene también la ópera prima del nieto de Bergman y Ullmann, porque su sonda a las profundidades de temas tan peliagudos como pueden ser el de la sexualidad infantil, la violencia como elemento de juego y/o los límites de la verdad, no elige descender por un camino formalmente lineal, al contrario, rompe los esquemas y mezcla, ya no géneros, sino disciplinas artísticas, fundiendo sus códigos. Más que giros de guion, La tutoría tiene directamente fracturas llamadas a despertar al espectador, a incomodarle y obligarle a reprocesar todo lo visto hasta el momento en que lo coreográfico irrumpe volviéndolo todo imprevisible. La tutoría es un debut arriesgado y una primera obra que promete un universo tan personal e intransferible como aquel que anunciaba El nacimiento de la Tragedia en relación a Nietzsche (siempre salvando las distancias).
Ullmann Tøndel y El nacimiento de la Tragedia tal vez solo estén relacionados en esta crónica, pero lo que sí es documentable son las profundas influencias de otras narrativas cinematográficas, de carácter ecléctico, que el propio director confiesa: “Me inspiré mucho en las sátiras de Luis Buñuel. Todas las interrupciones en La Tutoría (la alarma de incendios, los sangrados de nariz, etc.) se inspiran en la cena constantemente interrumpida en El discreto encanto de la burguesía… y cómo la pared invisible en El ángel exterminador se convierte en una verdad establecida también fue una fuente de inspiración. Para la última secuencia coreografiada, me inspiré en Pina Bausch y su trabajo. Vi a David Hockney pintando (California Art Collector) y eso definió la evolución de Sarah en la película (la última imagen de Sarah en la película tiene similitudes con la obra de Hockney). Para el ambiente de la película, me inspiré en la versión de 2018 de Suspiria y Alguien voló sobre el nido del cuco (aunque el final de la película es bastante diferente). Muchas de las composiciones de la película se inspiraron en La doble vida de Verónica (Kieslowski) y Corazón salvaje (Lynch). También me sirvieron de inspiración el carácter juguetón de Empieza el espectáculo (Bob Fosse), la crueldad de Holiday (Isabella Eklöf), la tensión de Celebración (Thomas Vinterberg) y la sinceridad de El hilo invisible (Paul Thomas Anderson)”. Un cúmulo dfe referencias que, sin embargo, no convierten el filme en una especie de monstruo de Frankenstein en el que se adivinen las costuras. Al contrario. El amplio bagaje cinéfilo del nórdico está perfectamente asimilado, tanto, que puede pasarle desapercibido al espectador sin que por ello se resienta su comprensión. Ciento treinta años después de la histórica primera proyección de los Hermanos Lumiere es prácticamente imposible partir de cero a la hora de hacer cine, así, la valía de un cineasta se mide también por su capacidad de almacenar la herencia de quienes le precedieron y saber remodelarla hasta que resulte un producto nuevo y autónomo. Un reto del que Ullmann Tøndel sale plenamente victorioso. En La tutoría lo prestado y lo creado están perfectamente equilibrados, y, en todo caso, si algo decanta por momentos el fiel, es lo segundo. Estamos ante una de esas óperas primas, que tal vez no son impecables, pero si valientes y rebosantes de energía y ganas de experimentar. No tiene nada que envidiarle a Angst de Gerald Kargl ni a Las vírgenes suicidas (Sofia Coppola) tan admiradas por el director novel. Sin duda estamos ante una cinta vigorosa, valiente y arriesgada, que pone muy altas las expectativas ante lo que nos pueda venir de la mano de Halfdan Ullmann Tøndel. Se nota su casta en los genes.
Item más. La tutoría es también un recital interpretativo, todo el elenco brilla, pero, por supuesto, es Renate Reinsve la que destaca de calle. Vital para el proyecto, el director refiere como, la noche en la que Renate ganó el premio a la mejor actriz en Cannes, le mandó un mensaje diciendo: «¡Piensa en lo que nos va a beneficiar para nuestra película!», su talento y su carisma acaban de dar solidez a este proyecto tan valioso. Por lo que supone en la búsqueda de nuevas formas estéticas y de técnicas expresivas renovadoras. Por su colaboración en el debate sobre límites difusos de la verdad, la dificultad por discernirla, pero también la necesidad de esclarecerla. Todo lo que guarde relación con la reflexión sobre la verdad es candente y necesario en este año cero del nuevo imperio Trump-Musk.
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