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VAMOS DE ESTRENO * Viernes 23 de agosto de 2024 *

MAXXXINE (Ti West, 2024)
USA/Nueva Zelanda/Canadá. Duración: 103 min. Guion: Ti West Música: Tyler Bates Fotografía: Eliot Rockett Compañías: A24, Bron Creative, Film New Zealand Género: Terror
Reparto: Mia Goth, Elizabeth Debicki, Michelle Monaghan, Bobby Cannavale, Kevin Bacon, Moses Sumney, Giancarlo Esposito, Halsey, Lily Collins, Larry Fessenden, Chloe Farnworth, Uli Latukefu, Ned Vaughn
Sinopsis: Años 80 del siglo pasado. Maxine Minx, estrella del cine para adultos y aspirante a actriz, tiene por fin su gran oportunidad. Pero mientras un misterioso asesino acecha a sus compañeras, un rastro de sangre amenaza con revelar el siniestro pasado de Maxine.
En esta trilogía dirigida por Ti West el interés ha ido en aumento. Tras X (2022), una correcta primera entrega ambientada en los años setenta con Mia Goth interpretando dos papeles: el de Maxine, una descarada actriz porno; y el de la anciana Pearl, llegó, precisamente, Pearl (2022), en la que retrocedemos en el tiempo otorgando al film el aspecto de una feliz película de los años cincuenta en Technicolor, a pesar de que la historia realmente se desarrolla en unos años veinte que veían desarrollar un nuevo arte, en blanco y negro y silente. Con todo, el film de West consigue que el espectador penetre en la mente de Pearl y sea testigo de sus ilusiones y decepciones, pero también de su desmoronamiento y bajada a los infiernos. Puro American Gothic en el que Mia Goth tiene todo el protagonismo y se enfrenta a retos interpretativos tales como un largo monólogo y una antológica escena final que convirtieron a Pearl y a la interpretación de la actriz, en inolvidables. Ahora, con Maxxxine, recuperamos el tono y el personaje avanzando en el tiempo, y situando la historia en los años ochenta, con Maxine en la cima del porno y buscando una salida por la que entrar en el cine convencional. Una barrera que no ha conseguido superar ninguna de las actrices que se lo han propuesto, más allá del cine de serie B. Maxxxine retoma la acción e incluso el film hace referencia a X, pero puede verse como un ente autónomo con una historia propia y totalmente disfrutable. Maxxxine, el film que cierra la trilogía es, al igual que Pearl, una declaración de amor al cine, pero que no duda en mostrar a la industria como una secta satánica y el triunfo como un pacto con el diablo.
Al igual que las otras dos entregas anteriores, la época está perfectamente retratada, y la forma de exponerla
también. Colores, grano y estética videográfica para una época en la que los asesinos en serie campan a sus anchas y el cine porno vive su época dorada gracias al video doméstico. Suciedad y esa entente entre el cine X y el de terror como géneros malditos, relegados de la industria y con sus propios canales autónomos de distribución. Géneros que han compartido caudal de seguidores y que, finalmente y en el caso del terror, han sabido situarse y ganar algo de respetabilidad, mientras que el cine pornográfico, como industria, desapareció. Ti West rinde pleitesía al genio del suspense, visitando el Motel Bates y tiñendo a su heroína de rubia a lo Hitchcock, pero no serán los únicos guiños al orondo director y padre del cine de terror moderno al que tanto se le debe. Ni al cine, en general, con un clímax que se produce donde todo comenzó: en la letra H del cartel de Hollywood Land desde la que, el 16 de septiembre de 1932 y con tan solo 24 años, la joven starlette Peg Entwistle se sacrificó saltando al vacío.
Maxxxine es un inmejorable broche de oro a esta trilogía de Ti West, un director al cual personalidades del peso de Paul Schrader ven facultades que le hacen merecedor de pasar a «ligas mayores» que las que les pueden ofrecer estos slashers. Por nuestra parte, y venerando al viejo guionista y director, pensamos que los films de Ti West son dignas películas, que cuentan historias más allá del simple body count, como es este auge, caída y tragedia de una industria, la de Hollywood, fábrica de sueños que sigue siendo secta siniestra y en la que la fama, la frágil y a veces efímera fama, se consigue, muchas veces, a cambio de sacrificar el alma al diablo.
Por cierto, además de Mia Goth, gran protagonista del film y de la trilogía, la cinta cuenta con la participación de reputados actores y actrices, de entre los cuales destaca un Kevin Bacon al que no dejan de sacudir la badana durante todo el metraje.
ISLA PERDIDA (Haunted Heart, Fernando Trueba, 2024)
España/Colombia Duración: 128 min. Guion: Rylend Grant, Fernando Trueba Música: Zbigniew Preisner Fotografía: Sergio Iván Castaño Compañías: Fernando Trueba P.C., Caracol Televisión, Atlántika Films, RTVE, ICAA Género: Thriller
Reparto: Matt Dillon, Aida Folch, Juan Pablo Urrego, Kika Georgiou, Polydoros Vogiatzis
Sinopsis: Álex es una española que comienza un nuevo trabajo como camarera en un restaurante de una isla perdida. A pesar de ganarse rápidamente el corazón del brasileño Enrico, Alex se enamora de Max, el gerente norteamericano del establecimiento. Mientras su amor florece, se empiezan a descubrir inquietantes pistas sobre el oscuro y misterioso pasado de Max.
Fernando Trueba no comparte generación con José Luis Garci, pero ambos cineastas tienen más en común que el mero hecho de haber sido obsequiados por la industria norteamericana con un Óscar. Los dos poseedores de la ansiada estatuilla se definen por tener en el cine clásico el cofre que alberga su memoria sentimental, hombres que se han forjado como personas a partir de su fascinación infantil por la fábrica de sueños y sensaciones que es el séptimo arte. Cinéfilos de pro, esencialistas del lenguaje clásico, aman al cine, otra cosa es que sean correspondidos por éste. Y es que es necesario algo más que admiración y dominio técnico de los recursos a imitar para conseguir que la imagen-movimiento sea arte y no un mero ejercicio de copista monacal, comparación que no es del todo justa con los monjes pues al menos éstos hacían gala de su pericia artística en su control de la iluminación miniada. Si acaso Trueba llegó a tener la gracia del cine, ésta hace décadas que lo abandonó. Desde su adaptación cinematográfica de la novela de Marsé, El embrujo de Shanghái (2002), el madrileño ha encadenado productos que, aunque sean bellos en su esteticismo, no tienen alma. Isla perdida es una película hueca, pero con pretensiones. Quiere emular el suspense hitchcockiano y hasta parece que quiere elevarse hasta entrar en el reino de la tragedia shakespeariana (si aguantan hasta el final, entenderán por qué lo decimos), pero el infierno está empedrado de buenas intenciones. Su preciosismo es impostado, su intriga no sorprende nunca (el espectador siempre va dos pasos por delante de la acción) y su diseño de personajes, que se pretenden complejos y profundos, no llega a tener ni el grosor del A4 de 80 gramos que emplea cualquier impresora doméstica. Nada funciona en la isla, no sabemos si perdida o no, pero de lo que sí estamos seguros es de que invertir dos horas largas en desentrañar el macguffin menos disimulado de toda la historia del cine es una absoluta pérdida de tiempo.
Hay quien ha dicho que Fernando Trueba rinde tributo, en su última película, a los maestros del suspense, en especial a Alfred Hitchcock y Patricia Highsmith, y es posible que esa sea su intención, pero es una crítica muy generosa, pues el resultado no pasa de ser un anticuado thriller de consumo televisivo que se toma la molestia de detenerse en todos y cada uno de los habituales tópicos y que bien podría haberse titulado Isla letal. En el film, además, el director añade detalles propios que tan solo el oscarizado director sabrá el porqué han sido incluidos (no se pierdan la serpiente, el 11-S y el mimo, sobre todo, el mimo), todo lo cual ofrece un resultado tan exagerado que, de haber estado protagonizado por un actor como Will Farrell, tendríamos una estupenda comedia. Isla griega en al que todos se lo pasan en grande trabajando, jugando al ajedrez y bailando el sirtaki y, por supuesto, cocina mediterránea (increíble el plato que el personaje que interpreta Matt Dillon prepara al que encarna Aida Folch, un menú que no nos imaginamos ni en las peores pesadillas de Ferran Adrià). Todo tiene encanto en esta isla. Todo es de ensueño: mercados de antigüedades vintage, playas de aguas cristalinas, diálogos que invitan a la hilaridad, desorden ordenado en las rústicas estancias ¡Si hasta el misterioso protagonista fue un reputado clarinetista de jazz antes de dejarlo todo y montar, de la nada, un restaurante de lujo en una isla griega! Pero no todo es negativo. Lo mejor es la expresión de felicidad de Aida Folch cuando ve cumplido uno de sus sueños de juventud besando y retozando con un Matt Dillon muy, muy perdido. Tan perdido y remoto como la isla.
ODIO EL VERANO (Fernando García-Ruiz, 2024)
España, Guion: David Marqués Música: Vanessa Garde Fotografía: Ángel Amorós Compañías: Telecinco Cinema, Sony Pictures, Mediaset España. Distribuidora: Sony Pictures España Género: Comedia
Reparto: Julián López, Kira Miró, Jordi Sánchez, María Botto, Roberto Álamo, Malena Alterio, Mariano Venancio
Sinopsis: Alonso (barrendero; Roberto Álamo) y Marisa (tarotista; Malena Alterio), Torres y Fátima (propietarios de una charcutería; Jordi Sánchez y María Botto) y Calatrava (cirujano estético; Julián López) y Vicky (influencer; Kira Miró) han reservado una casa aislada en Canarias para pasar las mejores vacaciones de su vida con sus respectivas familias. Lo que no saben es que, por un error de la agencia, han alquilado la misma casa. Ninguno está dispuesto a renunciar a ella y tampoco hay muchas alternativas, por lo que se ven obligados a compartir habitáculo durante todas sus vacaciones. Las patentes diferencias entre cada uno de sus miembros convierten esos días en un caótico cúmulo de divertidas y desmadradas situaciones. A pesar de ello, tienen que aprender a convivir y comprender a toda esa gente tan distinta… Y a ellos mismos.
No engañan el título ni el cartel de esta adaptación española de la italiana Odio l’estate (Massimo Venier, 2020), comedia coral que se centra en la historia de tres hombres que reservan, sin saberlo, la misma casa para sus vacaciones estivales en familia, convirtiendo el verano en un cómico ejercicio de tolerancia, y basando el supuesto humor en las situaciones derivadas de las abisales diferencias entre las diferentes unidades familiares por pertenecer a diferentes clases sociales. Una situación que, como es previsible, terminará uniendo a estos polos opuestos, pues todos tienen su corazoncito y el dinero, ya saben, no da la felicidad.
No hay verano sin comedia coral de situación desternillante para toda la familia con la que forzar un poco el mecanismo del humor, y más si se cuenta con caras tan conocidas realizando variaciones de sus personajes habituales: Jordi Sánchez no hace de cascarrabias pescatero. En esta ocasión tiene una charcutería; Malena Alterio retoma su caricatura de esposa de clase media-baja que sabe disfrutar con lo (poco) que le ha deparado la vida; Kira Miró es una estirada pija de cuerpo vertiginoso y quizás la más digna dentro de esta comuna, pues sabe poner una impecable cara de desagrado ante todas las situaciones; Julián López es el cómico al que todos conocen por Julián López, aunque con un papel menos histriónico y la dentadura reparada; y Roberto Álamo y María Botto salvan sus papeles de la mejor forma posible, pues por ello son unos todoterreno.
El director, Fer García-Ruiz, que este año ha estrenado, por el momento, dos películas, pues no hace mucho llegaba a los cines Mala persona, ya había recurrido anteriormente a un reparto coral en la más destacable Descarrilados (2021), que además de contar con Julián López en su reparto, tenía un guion escrito por David Marqués, responsable de esta adaptación y que además de guionista es director. Entre sus películas recordamos El club del paro (2021).
En conclusión, Odio el verano ofrece al espectador justo lo que se espera de ella. No engaña a nadie. Un rato de agradable distracción con algún afortunado gag bien defendido por curtidos actores en el campo de la comedia.
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