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Tomás Aznar, una rara avis del cine español

Tomás Aznar ha dejado una huella y un legado poco profundos en la historia del cine Español. Tan poco que escasea la información sobre el realizador, nacido en Valencia recién estallada la Guerra Civil y fallecido sesenta años después. Tan solo dirigió cinco películas. E incluso podrían ser cuatro, pues los datos sobre una de ellas no están nada claros y se atribuye, según la fuente, a un director galo. Con una carrera que se inició por todo lo alto con una película de éxito comercial, es recordado hoy por los aficionados al cine de terror de todo el mundo por Más allá del terror, una cinta alimenticia y de bajo presupuesto protagonizada por actores desconocidos que, 40 años después cuenta con una cuidada edición remasterizada realizada en Estados Unidos.

Tomás Aznar, nacido en 1936, pronto demuestra una sensibilidad artística que le lleva a matricularse en Bellas Artes, carrera que no finaliza y que abandona para iniciar sus estudios en la Escuela Oficial de Cinematografía. Allí realiza sus primeros pinitos en el cine participando como actor en algunos cortometrajes de sus compañeros, producidos por la Escuela Oficial de Cinematografía a modo de prácticas: Los delatores (Mario Gómez Martin, 1964), La soga cortada (Luis F. Vasconcelos, 1964), La función (César Santos Fontela, 1964) el, a priori, más ambicioso, El Jarama (Julián Marcos, 1965), basado en la obra de Sánchez Ferlosio. Pequeñas historias realizadas por directores que tuvieron aún peor suerte que Aznar: de entre ellos podemos destacar a Mario Gómez Martin, que si bien no llegó a dirigir largometrajes, sí rodó más cortos, entre ellos el muy interesante Soy leyenda (1967), basado en el texto de Richard Matheson. En cuanto a Julián Marcos, que cuenta tan sólo con un tardío largometraje, inició sus prácticas con el sugestivo Día de muertos (1960), documental firmado junto a Joaquím Jordà, y en 1968 dirigió El libro de buen amor con José Antonio Páramo, realizador, este, que desarrolló su carrera en televisión con memorables espacios, como la serie El quinto jinete (1975-76). Esta adaptación del texto del Arcipreste de Hita, (en otras fuentes se especifica que es un documental) de 22 minutos de duración, contó con la participación de Asunción Balaguer, Paco Rabal y Fernando Rey como protagonistas. Lamentablemente poco más puede decirse de estas obras en pequeño formato al estar, en su extensa mayoría y en el mejor de los casos, archivadas en filmotecas.

Los protagonistas de ‘El desastre de Annual’ Tomás Aznar es el primero de la izquierda y el tercero Ricardo Franco (Web Pere Portabella)

Tomás Aznar fue también uno de los protagonistas del largometraje El desastre de Annual (1970), film rodado en 16 milímetros en blanco y negro con el que debutó Ricardo Franco. Prohibido por censura, fue tachado de subversivo al hacer referencia, de manera irreverente, a la mayor derrota del ejército español del siglo XX. Exhibida en cineclubes y colegios mayores llegó al festival de Benalmádena de 1971, donde obtuvo el Premio de la Federación Napolitana de Cineclubes, entelequia «inventada sobre la marcha», según un asistente anónimo. Un italiano que estaba en el festival le entregó el presunto premio a Franco, y éste lo celebró alzando el puño, lo que ocasionó la subsiguiente trifulca y redada de la guardia civil que terminó con Ricardo Franco y otros antifranquistas (Luis Eduardo Aute, Vicente Molina Foix y Víctor Erice, entre otros), en el calabozo. Como cuenta el escritor Javier Marías, coguionista del film, la intención era irreverente, más que subversiva, «Contra el ejército, contra la Historia de España, todo dentro de un tono de farsa”.  Entre los créditos del filme sobresalen, además de los nombrados, los de Pere Portabella o Emilio Martínez Lázaro en la producción. Visto lo cual, es posible que Tomás Aznar formara parte de la izquierda antifranquista, pero esto, como casi todo lo referente al director, forma parte de suposiciones.

Tomás Aznar realiza diversos trabajos publicitarios y debuta, según señala el solvente Javier G. Romero[1], con los cortometrajes La corrida (1970) y Viajeros estables (1970), a los que otras filmografías suman La Albufera (1970). Más conocidos fueron Las sepulcrales (1970), corto de 12 minutos de duración basado en un lúgubre cuento de Guy de Maupassant cuya acción transcurre, en su mayor parte, en un cementerio, y dos documentales, también en pequeño formato, Concierto en llamas (1971), sobre la figura del compositor Manuel de Falla y Una estoreta velleta (1972), entorno a una tradición valenciana que se celebra durante Las Fallas y que se expone en los 14 minutos de duración de este cortometraje. En alguna de estas cintas colaboró en el guion Juan Piquer Simón, futuro director y productor al que Aznar había conocido en la facultad de Bellas Artes y con el que estuvo a punto de debutar también en el largo poco antes, pues ellos dos, junto a Víctor Erice y el chileno Patricio Guzmán (otras fuentes ponen a Paco Montoliu), planearon realizar un film de episodios basados en obras de Gustavo Adolfo Bécquer, Historias de amor y muerte. Según Piquer Simón[2], “El primer episodio, el mío, era El monte de las ánimas. Tomás Aznar dirigiría El beso”. Un interesante proyecto de fantástico autóctono que por razones administrativas no llegó a buen puerto, pero que no enturbió la excelente relación entre Piquer Simón y Tomás Aznar, que prosiguió y, como veremos, se prolongó en futuros proyectos. Es en esta época cuando Aznar funda su propia productora, CineVisión, sello con el que produce, al menos, los tres últimos cortometrajes nombrados y parte de su filmografía posterior.

El 23 de abril de 1974 y dentro de la serie Los libros, se emitió por TVE una competente adaptación de Manuel Criado del Val y Jesús Fernández Santos de El libro de buen amor, dirigida por Santos. Y al año siguiente llegaba a los cines españoles la película de igual título con la que debutaba en el largometraje Tomás Aznar.

El libro de buen amor, obra maestra de la literatura castellana de la Edad Media escrita por el Arcipreste de Hita, ya señalaba en su texto que se trataba de una obra abierta a “añadir y enmendar si quisiere” el escrito por cualquier futuro poeta que lo deseara. Así que, al no haber ningún autor que corrigiera o ampliara el universo del Arcipreste, tuvo que ser, primero la televisión y poco después el cine, y no la literatura, los que, en forma de guion, acometieran la labor. Aunque existe una versión en Biblioteca Nacional fechada en 1972 y firmada por Tomás Aznar en solitario, el guion con el cual se rodó el largometraje está escrito por Tomás Aznar, Rubén Caba y Julián Marcos. Un guion que dio como resultado un film muy de su época pues, si por un lado a mediados de los años setenta, tanto la televisión como el cine buscaban inspiración en los clásicos; también, la picaresca del texto estaba abierta a incluir las gotas de erotismo necesarias en aquellos momentos de -tímido- destape. No en vano, uno de los más importantes cambios que incluye la adaptación cinematográfica de la obra es que, a diferencia del original, ‘Buen amor’ no se refiere al amor de Dios, sino al amor de las mujeres hacia el protagonista, que en la película no es arcipreste, sino simplemente amante y poeta. También Aznar utilizaría episodios y desecharía otros, cambiándolos de orden para crear una historia lineal.

Esta tendencia a recuperar textos eróticos y galantes del pasado se había iniciado en Italia con la adaptación de Petronio que realizó Fellini, Fellini – Satiricón (Fellini – Satyricon, 1969) y, sobre todo Pasolini con El Decamerón (Il Decameron) de Boccaccio. Luego surgieron mil y una imitaciones de estos clásicos. A pesar de que, paradójicamente, estas películas llegarían con años de retraso a nuestras pantallas, ya en la promoción del film se tuvo claro la conexión de El libro de buen amor con otros clásicos europeos: “En Italia: El Decamerón – En Inglaterra: Los cuentos de Canterbury – En España: El libro de buen amor. Comparable al Decamerón por su originalidad, por su poesía y por… todo lo demás”.

El film de Aznar, que produjo con su compañía Cinevisión, narra las peripecias y lances amorosos de Don Juan Ruiz (Patxi Andión), caballero que recorre diferentes lugares acompañado, primero, de un (in)fiel sirviente y, más tarde, de la sabia Trotaconventos (Josita Hernán), que ejercerá de consejera y celestina del joven. Amor y desamor, comedia y drama, la acción está bien narrada y bellamente fotografiada en escogidos escenarios naturales y de época (no en vano estuvieron a cargo de los prestigiosos Hans Burmann y Gerardo Moschioni). La película avanza dramáticamente hasta su abrupto fin, que ahora se diría abierto a una secuela. Un notable film de debut que cuenta con buenos medios de producción y un reparto que incluye a actrices del cine pretérito, como la gran Josita Hernán, una de las estrellas de Cifesa, aquella productora valenciana estandarte del franquismo que se anunciaba como “La antorcha de los éxitos”, que se despide del cine con este papel; así como también del cine libertino que estaba por llegar con actrices como Blanca Estrada, Susana Estrada o Mónica Randall; y finalmente del que ocuparía su lugar en los ochenta, representado por Pilar Bardem.

A pesar de lo que suele pensarse, y lo que es peor, escribirse, delatando que el que lo hace no ha visto el film, la película de Aznar no incluye numerosos desnudos, factor este que quizás pueda deberse a la acción de la censura. En todo caso, los que hay están más que justificados y repartidos, con Patxi Andión mostrando posiblemente más epidermis que las actrices. El actor, que recibió desiguales críticas, compuso e interpretó, además, las canciones de la banda sonora, inspiradas en los madrigales medievales, y que fueron editadas más tarde en disco.

La película se presentó en la XX Semana Internacional de Cine de Valladolid en abril de 1975, un certamen en el que la gran triunfadora fue La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971) de Kubrick, que se ofrecía por primera vez en nuestro país a modo de retrospectiva. En cuanto a El libro de buen amor, para Manuel Alcalá, enviado especial del ABC al festival, la película “ha fracasado, a pesar de aciertos individuales, no sólo por la dificultad del tema, sino además, por la incompetencia del director. La exhibición, que además tenía algunas secuencias de mal gusto, fue abundantemente pateada[3]. Mejor fue el recibimiento por parte de la crítica y el público cuando se estrenó, pero a pesar del buen recibimiento, durante su estreno arrastró la mala fama que trajo de Valladolid. Así, Pilar Trenas recogía el ambiente posterior a la première y, tras destacar la “generosa muestra de anatomía” que lució Mabel Escaño, señaló cómo el nervioso director anunció lo avanzados que estaban los preparativos para la segunda parte del filme: “Tras la visión del filme, todos los presentes coincidían en que había sido una pena retirar

Fotograma de ‘El libro de buen amor (Archivo Serendipia)

de cartel una de las películas más dignas y mejor hechas del cine español, ‘Hay que matar a B’, para sustituirla por algo tan malogrado como ‘El libro de buen amor’. Se comentaban las exhibiciones anatómicas de Patxi Andión en compensación a su poca eficacia como actor y cantante en esta película. De Blanca Estrada solo se salvaba su rostro angelical, ya que se hablaba de su nulidad como actriz y del desafortunado tipo con que le había retratado la muy regular cámara de Burman[4]. Anunciada como “la película española más aperturista del momento”, Ángeles Maso, a quien no terminó la película de convencer, aplaude la interpretación de Josita Hernán y la audacia de su novel realizador, a la vez que indica que “Para seguir a Pasolini le hace falta a Aznar bastante más experiencia y mucha más apertura”, a pesar de lo que, añade: “en cuanto a erotismo lo que se ve es más de lo que se ha visto hasta ahora. Por lo pronto la señora de Pitas Payas enseña lo suficiente para que el público confunda aperturismo con exhibicionismo[5]. Mejor recibida fue por el crítico del ABC, que, aunque la suspende como adaptación del clásico literario, resalta “La belleza plástica, muchas veces notable; la fotografía, nítida, profunda, con acertada valoración colorista” del film, así como el buen hacer de su protagonista, insinuando, de paso, la posible acción de la censura: “Patxi Andión es gallardo, da bien, canta poco, pero con buen aire, y si no tiene nada que ver con el auténtico personaje, que en Juan Ruiz se queda y a arcipreste no llega, no es culpa suya. Quizá ni tan siquiera de Tomás Aznar”, concluyendo que El libro de buen amores trabajo digno, decoroso, grato de contemplar[6].

Dado el éxito que El libro de buen amor obtuvo en los cines, donde fue distribuida por Almena Films, S.A., la productora de su amigo Piquer Simón, extraña que Aznar no fuera el elegido para dirigir su continuación, El libro de buen amor II (1976), y más teniendo en cuenta que la adaptación también fue firmada por Aznar, pero así fue y la secuela, muy inferior en cuanto a resultado y rendimiento, fue dirigida por el catalán Jaime Bayarri, y protagonizada por el divo de la época Manolo Otero, en sustitución de Patxi Andión, y un buen grupo de señoras estupendas entre las cuales destacan Esperanza Roy, Sandra Mozarowsky, Isabel Mestres y Carmen Maura, que ya formaba parte del reparto en la adaptación televisiva.

Quizás buscando prolongar el éxito de su ópera prima, Tomás Aznar se embarca en una nueva adaptación literaria con Viva muera Don Juan Tenorio (1977), y en la que, como en aquella, recurre a la

Guion original de ‘Viva-muera Don Juan Tenorio’

participación de populares cantantes/actores, en este caso Lorenzo Santamaría como protagonista y una jovencísima Ángela Molina de 21 años como Doña Inés, además de Carmen Carrión y Massiel, dando como resultado otra esmerada producción, con un aceptable y cuidado nivel de producción y localizaciones, pero sin llegar a la altura de El libro de buen amor.

Su argumento es harto conocido: lances amorosos, traiciones, aventuras y, acechando al fondo, el temible Santo Oficio. No tuvo el éxito y reconocimiento que hubiera merecido y representó la salida de Tomás Aznar de una prometedora posición en el cine español, así como el inicio de su (teórico) descenso a los infiernos pues, los siguientes guiones que escribe, Burlesque, junto a José Gabriel Ruiz Fuentes en 1977 o Adagio para una estrella, escrito en solitario al año siguiente, no se rodarán. Su productora, Cinevisión, se une a Almena Films para producir Escalofrío (1978), la segunda película de Carlos Puerto y otras producciones de aventuras dirigidas por Piquer Simón.

Fotograma de ‘Viva-muera Don Juan Tenorio’

Y llegamos a Más allá del terror.

En 1980 el cine de género español y especialmente el de terror no vivían su mejor momento. Tras unos años sesenta prolijos en coproducciones con Italia o Alemania que llevaron a los cines de todo el mundo películas protagonizadas por agentes secretos de saldo y vaqueros cabalgando por Almería; y unos años setenta durante los cuales hicieron lo propio con un eficaz cine de terror poblado de hombres lobo, vampiros y espectros resucitados, llegó la crisis. Ese cine pasó de moda. Dejó de dar beneficios en los mercados externos y se dejó de hacer. También llegó la Transición, y con la supresión de la censura, el españolito quiso ver todo el erotismo que se le había negado durante el franquismo.

Para intentar poner algo de orden y que no se desmadrara mucho la cosa, pues el desnudo se incluía, justificado o no, a modo de reclamo en casi todas las películas, se creó a finales de 1977 la clasificación ‘S’, que advertía al espectador que la película que se disponía a ver «por su temática, imágenes y contenido, puede herir la sensibilidad del espectador». Ya fuera por abordar temática de corte político que se estimara delicada, o escenas de violencia y sexo.

Así, lo directores que antaño se especializaron en género, pasaron a realizar incursiones en el cine erótico, como es el caso de Amando de Ossorio (Pasión prohibida), Miguel Iglesias Bonns (Violación inconfesable) o, el que más incidió en ello, Carlos Aured (Apocalipsis sexual, El fontanero, su mujer, y otras cosas de meter…). Paul Naschy fue navegando dentro del género terrorífico, con algunas paradas en el cine político, el thriller e incluso la comedia, añadiendo, eso sí, las prescriptivas dosis de erotismo, lo cual le supuso alguna calificación ‘S’ (El caminante). Así que durante la segunda parte de los setenta y primera de los ochenta, prácticamente el cine de terror desapareció, quedando por el camino algunas obras difuminadas, la mayoría de bajo nivel, manteniéndose en el fantástico, además de Jacinto Molina, unos pocos directores independientes como Juan Piquer Simón y Sebastià D’Arbó, que desarrollaron su carrera durante esos años. Más allá de la muerte forma parte de ese grupo de islas dispersas en el que también están títulos como la nombrada Escalofrío (1978) de Carlos Puerto, Sexo sangriento (1981) de Manuel Esteba o Secta siniestra (1982) de Iquino. Películas de muy bajo presupuesto en las que el sexo también campaba a sus anchas tras desaparecer el corsé de la censura.

Algunas de estas películas se han convertido, pasados los años, en obras de culto. O, si no tanto, en piezas para coleccionistas completistas, tanto es así que Escalofrío, Secta siniestra y Más allá del terror cuentan con lujosas ediciones realizadas en Estados Unidos o Alemania, donde gozan de gran prestigio entre los aficionados más especializados.

Más allá del terror, al igual que el film de Carlos Puerto, fueron producidas por Cinevisión y Almena Films y coescritas entre el director correspondiente y el propio Piquer Simón que, al contrario que en Escalofrío, en la película de Aznar intervino “bastante poco: aporté alguna localización, controlé el título, el cartel, revisé el guion por encima y para de contar[7]. En cuanto a localización, el film se rodó a caballo entre el antiguo poblado del oeste de Daganzo, creado por Philip Yordan en las cercanías de Madrid y que había adquirido poco antes, y los Estudios que poseía en la calle Pradillo. Piquer la coescribe firmándola con su seudónimo, Alfredo Casado, el mismo con el que figura como productor ejecutivo, y diseña el póster, que al igual que haría con el de Mil gritos tiene la noche, copiaría de un autor ajeno y conectado con el mundo del cómic: si en Mil gritos tiene la noche utilizó (sin acreditarlo) el trabajo de Mike Kaluta para The Shadow[8]; en el de Más allá del terror fusiló sin piedad la magnífica ilustración de Frank Frazetta para el número 11 de Vampirella (mayo 1971, Warren, USA)[9].

Original de Frank Frazetta utilizado para Vampirella número 11

Original de la obra de Frank Frazetta utilizada como portada de Vampirella número 11

COPIANDO, QUE ES GERUNDIO…

Vayamos, pero, a la película en sí, con cuya sinopsis fantasea la guía original: “Más allá del terror es la historia de un grupo de jóvenes drogadictos y violentos en un mundo de crueldad y destrucción. Tienen los principales atributos humanos: amor a la agresión, al lenguaje, a la belleza. Pero no han entendido aún la verdadera importancia de la libertad, la que disfrutan del modo más sangriento… Es, en primera estancia, la tragedia de una locura, pero de una locura colectiva que va cubriéndose obsesivamente de estructuras dobles, paralelas y subyacentes hasta arribar a un plano alambicado en que la ficción y lo real intercambian sus posibilidades para descubrirnos un mundo alucinante en el que el más allá se adueña del presente y el presente se transforma en una enfermedad carcomática de seres desechados…Algo tenebroso que podría situarse en el corazón de la región onírica y esotérica del mundo… del terror”.

Leyendo semejante sinopsis, se diría que el drogado fue el encargado de redactarla. La película, como ya hemos dicho, escrita por Aznar con la colaboración de Miguel Lizondo y Alfredo Casado (Piquer Simón), mezcla el, por entonces en boga, cine quinqui con el terror, añadiendo de paso unas gotas de sexo. Una mezcla genérica que resulta, cuanto menos, sorprendente pero cuyo resultado, más que emparentar el film con los de De la Loma o Eloy de la Iglesia, se encuentra mucho más cerca del Iquino de Los violadores del amanecer (1978), de Los violadores (1981) de Paul Grau e incluso, salvando las distancias, de Coto de Caza (1983) de Jordi Grau.

Raquel Rodríguez y Alexia Loreto en ‘Más allá del terror’

La película, que se comenzó a rodar en marzo de 1980 y se estrenó el 14 de julio, sigue a cuatro amigos Lola (Raquel Ramírez), su hermano Nico (Emilio Siegrist), Chema (Francisco Sánchez Grajera) y Jazz (Martin Kordas), que no se detienen ante nada para conseguir dinero, el cual gastan en droga. Mientras roban en una cafetería son descubiertos por la policía y no dudan en masacrar a todos los clientes, trabajadores y agentes, además de al propio Jazz, que ha sido herido y al que rematan. Faltos totalmente de escrúpulos, como vemos, secuestrarán a una pareja “para cubrir las apariencias”, Linda y Jorge (Alexia Loreto y Antonio Jabalera), que resultarán ser igual o peor que los delincuentes. Prenderán fuego tras entrar y robar en una casa, quemando vivos a sus habitantes, una anciana (Andreé Van de Woestyne) y un niño (David Forrest), que vivían junto a un perro (interpretado por Sultán). Una casa que tiene una extraña decoración en sus paredes. Mientras muere, la anciana realiza una invocación y comenzarán a suceder extraños sucesos, que se intensificarán cuando el grupo se refugie en una antigua iglesia abandonada: música misteriosa, muerte y unos espectros que cobrarán vida en una pesadilla durante la cual serán visitados por el niño, su perro y la vieja dama.

Gotas de gore, mucha violencia y una escena, no demasiado gráfica, de sexo, a lo que se suman muchos elementos blasfemos e incluso incestuosos, hicieron merecedor al film de la clasificación ‘S’. Correctamente rodada, con decorados construidos en los Estudios California y exteriores localizados en Madrid, Alpedrete, Daganzo y Segovia, concretamente en Fuentes de Carbonero, un pueblo deshabitado donde se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. El templo semiderruido con la casona cercana[10] llega a ser un protagonista más en la trama, rodeado de una fantasmal niebla que le otorga un aspecto de portal a otra dimensión. El interior de la iglesia supone para los protagonistas un espacio que, al igual que sucedía con los de Escalofrío, no parecen poder abandonar. Algo que se ajusta bien al reducido presupuesto de ambas cintas.

Alexia Loreto se enfrenta a sus fantasmas en ‘Más allá del terror’

Lo cierto es que, vista ahora y en buenas condiciones, la película resulta simpática y entretenida. Un producto que ha valido la pena recuperar. Con buenas localizaciones y una atmósfera extraña que consigue que el espectador no se fije demasiado en los enormes agujeros de guion y en la alarmante economía de medios reinante. También consigue hacernos sonreír con sus diálogos y expresiones de argot, muy de su época.

A los actores, auténticos desconocidos, se les suele defenestrar sin piedad. Pero disfrazarse de lo que se entiende como quinqui y competir con los protagonistas de Perros callejeros o Deprisa, deprisa e intentar trasmitir credibilidad con semejantes diálogos es, cuanto menos, imposible.  Alexia Loreto, que interpreta a Linda, es la que tuvo una carrera más prolongada en el cine, pues cubrió los años ochenta participando en todo tipo de género: terror (El carnaval de las bestias, El retorno del hombre lobo, ambas de y con Paul Naschy); acción (la inenarrable Matad al buitre); comedia (J.R. Contraataca, Brujas mágicas, El liguero mágico, El hijo del cura…); musical (La comedia musical, en TVE) hasta que, por las circunstancias que fueran, abandonó el cine. En Más allá del terror su papel cumplimentará la tasa, por entonces casi obligada, de desnudo. Antonio Jabalera, interpreta al amante de Linda y al contrario que la actriz, desarrolló su carrera durante los años setenta, principalmente en televisión, culminándola con su labor en esta película. Por la parte “quinqui” el promedio no es mucho mejor: Francisco Sánchez Grajera, que interpreta al cabecilla de la banda de malhechores, es titulado en Arte Dramático por el Instituto del Teatro de Barcelona y daba el tipo para esta clase de personaje, por eso ya venía dehaber participado en La patria del rata (Francisco Lara Polop, 1981) cinta que se enmarca también dentro del cine quinqui. Haría poco más en el cine, pero mucho menos haría su compañera en la banda, Lola, (Raquel Ramírez), que tan solo participó en esta película. Como se intuye la actriz procede de otro mundo interpretativo, algo que confirma Grajera, “era una extraordinaria artista, que era bailarina, cantante de jazz y de lo que le pusieras. Era una persona que me interesaba muchísimo, porque era muy inteligente. Estuvo en The Rocky Horror Show, en Jesucristo Superstar, y en otros muchos musicales, y actuaba en boites y discotecas en las que había espacio para la canción de mayor calidad. Yo la respetaba y la quería mucho[11]. Emilio Siegrist, por su parte, debutó en la excelente Los claros motivos del deseo (Miguel Picazo, 1976), tras lo cual estuvo realizando pequeño papeles en todo tipo de producciones durante sus 20 años de carrera cinematográfica.

A pesar de que Piquer Simón siempre declaró estar satisfecho con la recaudación obtenida con Más allá del terror, la -por otro escasamente fiable- web del Ministerio de Cultura declara un monto de 461.196, 41 pesetas de recaudación en taquilla, con 532.250 espectadores. Algo que no parece demasiado, teniendo en cuenta que costó unos 20 millones de pesetas (120.000€ aprox.). Así que quizás las ganancias a las que se refiera Piquer Simón sean las obtenidas en el mercado doméstico y exterior. No en vano aseguró a la prensa que la película estaba vendida antes del rodaje a Estados Unidos[12], Inglaterra e Italia.

También recibe fuertes pullazos por parte de la escasa crítica que se digna a hablar de ella: “Difícilmente pueden darse, en una película, tantas torpezas y tantas pruebas de ignorancia y tantas ocasiones de ejercitar la vergüenza ajena como se dan en ‘Más allá del terror’” escribía Pedro Crespo en ABC[13]. “El empeño -marcado con la denigrante ‘S’-“, prosigue Crespo, “no pasa de ser un ‘producto’ que, con mayor profesionalidad, alcanzaría la poco deseable calificación de ‘porno-terrorífico-blasfematorio’, y que se queda, simplemente en una colección de groserías, truculencias y trucos fallidos realmente lamentables”. Tras este tropiezo en carteleras, la carrera de Aznar ya fue en caída libre.

C’est facile et ça peut rapporter… 20 ans, conocida por estos lares como Un gendarme en Benidorm, es una extraña comedia que según donde se consulte, se acredita diferente director y nacionalidad. Parece más que claro que se trata de una producción enteramente francesa, pues tanto las productoras, como el equipo técnico, sus protagonistas y la mayor parte de los secundarios lo son. Pero al estar rodada en Villajoyosa (Alicante) -que no en Benidorm- y contar con algunos nombres españoles en su reparto, se ha tendido a considerar, en nuestra opinión, erróneamente, española. También se atribuye alegremente a Tomás Aznar, pero estamos convencidos de que no fue así. Jean Luret, tanto su director, de prolongada trayectoria en el porno galo, como los protagonistas, son cómicos totalmente desconocidos en nuestro país, así que nos cuesta pensar, a pesar de estar incluida en el inventario de la web del Ministerio de Cultura, que se trate de una película española e incluso de una coproducción (se llega a decir que es coproducción entre España-Francia y Canadá). La película cuenta con la participación de Rafael Alonso (Alonzo en los títulos) totalmente doblado con una voz grave; Ricardo Merino (Melino en créditos); Emilio Linder, como ligón de playa; y Rafael Hernández. También se especifica en diversas fuentes la participación de Carla Antonelli, pero ni está ni se la espera… Es posible que en nuestro país fuera editada en formato video, y de ahí su título español, pero no hay constancia de que se estrenara en cines.

A pesar de que este engendro no sea atribuible a Aznar, sí que lo es su última película, Playboy en paro (1984), producida por José Frade con guion del prolífico Juan José Alonso Millán, responsable de los guiones de memorables comedias, aunque, en este caso, no se encontrara en estado de gracia. Playboy en paro es un encargo alimenticio que Tomás Aznar acomete como mejor puede. Una comedia de la época a remolque de los grandes éxitos de Mariano Ozores, pero sin llegar a su solvencia. A pesar de contar con la presencia de un Andrés Pajares, que acababa de terminar su colaboración con Fernando Esteso, y una poco inspirada Silvia Tortosa como protagonistas; además de los siempre eficaces veteranos José Sazatornil ‘Saza’, Gracita Morales y José Luis López Vázquez, a los que da bastante grima vez en este subproducto; y a los que se suman los jóvenes talentos de Azucena Hernández y Alejandra Grepi. También, a modo de curiosidad, puede verse a José Luis Ayestarán (Supersonic Man, Tarzán…) luciendo palmito. Chascarrillos políticos muy de su época y hoy totalmente desfasados, equívocos y saltos de cama en cama en una forma de entender la comedia que comenzaba a agonizar.

Tomás Aznar falleció en Madrid en 1996 dejando un reducido legado fílmico, y si hoy es recordado, no es por el éxito de la hoy olvidada El libro de buen amor (casi 2 millones y medio de espectadores), sino por  Más allá del terror (que llevó al cine en su momento a tan sólo medio millón de almas), film que primero se convirtió en pieza de culto entre buscadores de rarezas, especialmente tras su edición en VHS y que, rescatada por los norteamericanos tras su paso por sus cines y videoclubs, ha sido restaurada en 4K por el sello especializado Cauldron, que la ha puesto (dignificada) a disposición del aficionado con una insuperable edición en blu-ray.

Carlos Benítez (Artículo publicado previamente en el fanzine ‘El Buque Maldito’)

NOTAS

[1] Cuyo artículo ‘Juan Piquer Simón. Arte y negocio de la fantasía’ incluido en la primera edición del libro Juan Piquer Simón, mago de la serie B, (Museo Fantástico, 2011), en el que también tuvimos ocasión de participar, ha sido de estimable ayuda.

[2] En “El reencuentro con la niñez. Entrevista a Juan Piquer Simón” realizada por Miguel Ángel Plana e incluida en Juan Piquer Simón, mago de la serie B (Museo Fantástico, 2011) y previamente en el fanzine Flash-Back número 3 (otoño 1994).

[3] ALCALÁ, M. “Gran éxito de la sección informativa y cultural”. ABC (Edición Andalucía) del jueves, 24 de abril de 1975, pág. 67.

[4] TRENAS, P. “El libro de buen amor, un estreno poco feliz”. Blanco y negro, 16 de agosto de 1975, pág. 83.

[5] MASO, A. “El libro de buen amor”. La Vanguardia, miércoles 18 de junio de 1975, pág. 61.

[6] LÓPEZ SANCHO, L. “El libro de buen amor, loable ensayo en un gran camino para el cine español”. ABC, miércoles 6 de agosto de 1975, pág. 39.

[7] VALENCIA, M. “Entrevista. El cine de género desde la trinchera”. Cine fantástico y de terror español. Donostia Kultura, 1999, pág. 430

[8] Concretamente The Shadow – The Master of Men (1976)

[9] Pintura mítica que también se plagió y utilizó, sin ningún tipo de reparo, para el póster de The Witch Who Came from the Sea (Matt Cimber, 1976).

[10]  Recientemente el templo ha sido reconstruido por iniciativa popular y habilitado nuevamente como lugar de oración.

[11] SALVADOR ESTÉBENEZ, J.L., “Entrevista a Francisco Sánchez Grajera, protagonista de «Más allá del terror»”. La Abadía de Berzano, 11 de junio de 2021 <https://cerebrin.wordpress.com/2021/06/11/entrevista-a-francisco-sanchez-grajera-protagonista-de-mas-alla-del-terror/&gt;

[12] Donde recibió diferentes nombres: Beyond Terror, Further Than Fear y Terror Gang

[13] CRESPO, P. “Más allá del terror, de Tomás Aznar”. ABC, sábado 9 de agosto de 1980, pág. 35.

Estreno de ‘Más allá del terror’ en Broadway con ‘La marca del hombre lobo’

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