VAMOS DE ESTRENO * Viernes 8 de marzo de 2024 *

LOS PEQUEÑOS AMORES (Celia Rico, 2024)
España/Francia. Duración: 95 min. Guion: Celia Rico Fotografía: Santiago Racaj Compañías: Arcadia Motion Pictures, Viracocha Films, Noodles Production, RTVE, TV3 Género: Drama
Reparto: María Vázquez, Adriana Ozores, Aimar Vega, Blanca Apiláne, Ferran Rañé, Camille Figuereo, Miguel Angel González, Marta Fons, Pep Muñoz, Carme Vilar, David Aguilar, Laura Gaja, Júlia Morella, Jordi Rodríguez, Jesús Prieto Ortiz
Sinopsis: Teresa (María Vázquez) cambia sus planes de vacaciones para ayudar a su madre (Adriana Ozores), que ha sufrido un pequeño accidente. Madre e hija pasarán juntas un verano de lo más sofocante, en el que no conseguirán ponerse de acuerdo ni en las cosas más triviales. Sin embargo, la obligada convivencia removerá más de lo esperado y en las noches estivales Teresa vivirá momentos reveladores junto a su madre.

El verano como estación de mudanza es el presupuesto de toda novela de aprendizaje, esas crónicas del tránsito de un estado a otro en la vida de sus personajes. Así, Los pequeños amores es una novela de aprendizaje, pues da cuenta de la evolución de las emociones y de los modos de representación de la realidad en un verano decisivo. Sólo que desplaza el relato a la edad adulta, al fin y al cabo, la llamada crisis de los cuarenta es un periodo de cuestionamiento personal casi más radical que la adolescencia. Celia Rico regresa a la ficción real con otro retrato en femenino de un instante determinante, la asunción del fin de la juventud, visto desde una protagonista que podría ser la misma de Viaje al cuarto de una madre, sólo que veinte años más tarde.
En palabras de la directora: “he intentado navegar por la biografía emocional de una mujer en sus cuarenta y preguntarme sobre los modos posibles de sostener la vida y el amor a determinadas edades, cuando los padres se hacen mayores o ya no están, cuando los proyectos amorosos se desvanecen o no tienen como fin formar una familia”. Y de nuevo traza su pintura sobre el lienzo de las relaciones maternofiliales como contradictorio vínculo de admiración y reproche entre dos mujeres de generaciones muy distintas. Las madres como modelos y, a la vez, como frenos ante los que reivindicarse. A las madres, como seres paradójicos que simultáneamente retienen y dan alas, Rico las describe siempre desde el punto de vista de las hijas, porque no le interesa definir la maternidad sino su reverso, para el que llega a inventar un término, la “hijidad”. El telón de fondo de sus obras, de las que podemos afirmar ya que forman un díptico, es siempre la asunción del hecho de ser hijas de nuestras madres con todo lo que supone, conscientes de que ese habrá de ser el vínculo que defina y atraviese la agridulce experiencia del amor y la soledad, buscada o quizás involuntariamente hallada. Viaje al cuarto de una madre nos situaba en la casilla de inicio, en el preciso instante de la necesidad de alzar el vuelo, en la hora agridulce de la partida; Los pequeños amores, en cambio, nos coloca en un momento de retorno al nido que, aunque sea temporal, hace aflorar sentimientos no (auto)confesados en el día a día, pues, ahora que la juventud termina, asusta la idea de envejecer solas, sin nadie que nos asista si nos lesionamos una pierna o la casa arde en llamas. Un temor en el que todavía resuena un retintín de reprobación, que viene de una época pasada, pero que aún pesa sobre la mujer de hoy: si no tienes descendencia, ¿quién va a cuidar de ti cuando seas mayor? La nueva convivencia con la madre saca a la luz esa pregunta latente en la intimidad del yo femenino, pero, a la vez, de esa misma cohabitación renovada, aflora el aprendizaje que le da respuesta. Los años que han pasado desde la separación acaban permitiendo que hija y madre sean confidentes, que se traten de mujer a mujer, que el antiguo vínculo de autoridad ceda paso al de paridad, y se disuelva la impresión de desacierto. Ambas se ponen en valor y aprenden, juntas, que la soledad no es un menoscabo.

Celia Rico junto a sus dos protagonistas, Adriana Ozores y María Vázquez, durante el rodaje del film.
El reputado crítico de cine japonés, Shigehiko Hasumi, sostiene que el gesto, en lugar del tema o la imagen, es el gran cauce expresivo del séptimo arte. Celia Rico no podría estar más de acuerdo con el comentarista. Para Rico son los gestos los que contienen las emociones, captarlos es lo que debe hacer cualquier cineasta si quiere rebasar lo local, porque, siempre para ella, lo universal no son los temas, sino los ademanes. Quizás darles la centralidad a los ademanes sea la premisa que ha determinado que la joven directora haya elegido para expresarse los modos del cine clásico. En su puesta en escena elegante domina la sutilidad, la arquitectónica de los planos pasa desapercibida a los ojos del espectador absorto en la trama. Sin embargo, no da puntada sin hilo, todo está estudiado y calculado al milímetro, desde la composición de los encuadres hasta el uso del fuera de campo, del peso significativo de la selección musical, a la elección de la paleta cromática que define a cada personaje. Unos personajes a los que ella misma, como autora que es del guion, les ha dado una profundidad psicológica que explica su transformación a lo largo de la acción. Brilla también en la dirección de actrices, de las que obtiene una interpretación solvente, algo en lo que concurre también el trabajo de las dos protagonistas: una Adriana Ozores que convence como madre firme y poco dada a expresarle a su hija su satisfacción con ella; y una María Vázquez absolutamente creíble como hija independiente que, sin embargo, en sus cuarenta todavía es vulnerable al juicio ajeno.
“Los pequeños amores es una película sobre las cosas más cotidianas y mundanas que nos suceden cuando convivimos con nuestras madres, pero también sobre las más complejas, esas otras que a toda hija nos sobrevienen cuando nos vemos reflejadas en ellas y miramos nuestras vidas en el espejo de los años”, nos dice la autora sobre su segundo filme. Un segundo largo que confirma a Celia Rico como cronista de lo íntimo con voz de mujer. Pero el suyo no es un cine exclusivamente para mujeres, porque conecta con lo universal que subyace en cada ejemplo particular y por tanto es extensible a todos. La directora, más que hablar de cine hecho por mujeres, prefiere hacerlo de mujeres haciendo películas. El suyo es un cine capaz de interesar a todo espectador más allá de su condición de género. Como ha ocurrido siempre con los grandes.
VINCENT DEBE MORIR (Vincent doit mourir, Stéphan Castang, 2023)
Francia/Bélgica. Duración: 115 min. Guion: Mathieu Naert Fotografía: Manuel Dacosse Compañías: Capricci Films, Bobi Lux, arte France Cinéma, Ciné+, Gapbusters, Goodfellas Media, Canal+, RTBF (Télévision Belge), CNC, Centre du Cinéma et de l’Audiovisuel Género: comedia dramática
Reparto: Karim Leklou, Vimala Pons, François Chattot, Karoline Rose, Emmanuel Vérité, Jean-Christophe Folly, Ulysse Genevrey, Anne-Gaëlle Jourdain
Sinopsis: Vincent empieza a ser atacado por la gente que lo rodea sin motivo aparente. Su anodina existencia se descontrola y, conforme la violencia crece, no tiene más remedio que huir. Pero ¿adónde?
Presentada en la Semana de la crítica del Festival de Cannes 2023, Vincent debe morir, ópera prima de Stéphen Castang, es un refrescante thriller apocalíptico cargado de humor negro que reflexiona sobre la condición humana y la violencia inherente en nuestra sociedad. Pero también es una película sobre el amor. El amor incondicional y la felicidad que dos personajes acaban encontrando cuando se encuentran sumidos en lo más hondo de la adversidad.
El protagonista, Vincent (Karim Leklou) es un tipo normal. Si acaso, es un poco más imbécil que la media de la Humanidad, pero no demasiado más. Y la rutinaria vida de Vincent cambiará cuando comience a ser agredido sin motivo ni previo aviso. Una situación anómala, dramática, pero a veces, también, inevitablemente cómica.
La historia, a cuyo pesimismo contribuye el paisaje industrial en el que se desarrolla en gran parte, baraja varios subtextos, como el miedo al otro, la soledad y, sobre todo, repetimos, la violencia presente en la sociedad, especialmente en una época de crispación y polarización política como es la actual.
Con ciertos momentos que nos trajeron a la memoria la obra maestra de Philip Kaufman, La invasión de los ultracuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1978), Vincent debe morir se alzó con los galardones de Mejor dirección novel y Mejor actor para Karim Leklou en el Festival de Sitges 2023. También fue nominada a Mejor ópera prima en los premios César franceses y en los European Film Awards (EFA).
LA BESTIA EN LA JUNGLA (La bête dans la jungle, Patric Chiha, 2023)
Francia/Bélgica/Austria. Duración: 103 min. Guion: Patric Chiha, Jihane Chouaib, Axelle Ropert. Novela: Henry James Música: Émilie Hanak, Dino Spiluttini Fotografía: Céline Bozon Compañías: Aurora Films, Frakas Productions, Wildart Film Género: Drama
Reparto: Anaïs Demoustier, Tom Mercier, Béatrice Dalle, Mara Taquin, Martin Vischer, Juan Pedro Cabanas, Bachir Tlili, Joël Bunganga
Estrenada en el Festival Internacional de Cine de Berlín en la Sección Panorama, LA BESTIA EN LA JUNGLA plantea un viaje sensorial a través de un hombre y una mujer que tienen múltiples encuentros en un club sin nombre. La película tuvo su premiere nacional en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) y después se pudo ver en la Sección Oficial de esta edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla.
Basada en la icónica obra de Henry James, esta adaptación transporta a los espectadores a un vertiginoso viaje a lo largo de 25 años, desde 1979 hasta 2004, en un colosal club nocturno. Allí, un enigmático hombre y una enigmática mujer observan y aguardan un evento misterioso. A medida que la música evoluciona desde la disco hasta la tecno, se convierte en la banda sonora de esta cautivadora crónica sobre una obsesión que desafía el tiempo y el espacio.Patric Chiha traslada a la pareja de la historia corta de Henry James al club, y contrasta su espera fatal con la sensación última de estar en el momento presente y el deseo hedonista de los bailarines de disolver el tiempo en coreografías eternas.
LA EXTORSIÓN (Martino Zaidelis, 2023)
Argentina. Duración: 105 min. Guion: Emanuel Diez Música: Pablo Borghi Fotografía: Lucio Bonelli Compañías: 100 Bares, Cimarrón Cine, Infinity Hill, Particular Crowd Género: Thriller
Reparto: Guillermo Francella, Pablo Rago, Andrea Frigerio, Carlos Portaluppi, Alberto Ajaka, Romina Pinto, Mónica Villa, Guillermo Arengo, Juan Carlos Lo Sasso, Joselo Bella, Osvaldo Djeredjian
Sinopsis: Alejandro (Guillermo Francella), piloto de avión, esconde un secreto. Cuando los agentes del Servicio de Inteligencia lo descubren, le chantajean. Alejandro se verá sumergido en un universo de intriga y corrupción, que le pondrá a él y a sus seres queridos en peligro, mientras intenta escapar con vida, sin importar el precio.
La extorsión es una de esas películas que obligan al espectador a estar muy atento a la pantalla pues en, por ejemplo, lo que se puede tardar en hacer una rápida visita al lavabo, las tornas pueden cambiar y los antes amigos ahora son los enemigos. Y en medio de todo se encuentra Guillermo Francella, un actor harto conocido cuya simpatía contribuye a que espectador le acompañe y sufra con él este trance. Este quilombo repleto de peligros que tendrá que ir sorteando y en el que no habrá respiro.
Dirigida por el realizador argentino Martino Zaidelis (“Re Loca”, la serie “Los Enviados”), La extorsión se presentó en la Sección Òrbita en la pasada edición del Festival de Sitges, después de su exitoso estreno en Argentina, donde con más de 400 mil espectadores, se convirtió en la película más taquillera del año. Escrita por Emanuel Diez, además de Guillermo Francella (“El robo del siglo”, “El secreto de sus ojos”), el film cuenta con Pablo Rago (“El secreto de sus ojos”), Andrea Frigeiro (“El ciudadano Ilustre”, “Rojo”) y Carlos Portaluppi (“Argentina, 1985”, “Vidas Robadas”), junto a Guillermo Arengo, Alberto Ajaka y Mónica Villa.
Distribuida en Argentina por Warner Bros., la película es una producción de Particular Crowd, 100 Bares (productora de «El secreto de sus ojos») e Infinity Hill (productora de «Argentina, 1985») en asociación con Cimarrón.
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