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VAMOS DE ESTRENO * Viernes 15 de septiembre de 2023 *

15 septiembre 2023 Deja un comentario

 

EL SOL DEL FUTURO (Il sol dell’avvenire, Nani Moretti, 2023)

Italia. Duración: 95 min. Guion: Francesca Marciano, Nanni Moretti, Federica Pontremoli, Valia Santella Fotografía: Michele D’Attanasio Música: Franco Piersanti Compañías: Sacher Film Rome, Fandango Produzione, RAI Cinema Género: Comedia

Reparto: Nanni Moretti, Margherita Buy, Mathieu Amalric, Silvio Orlando, Barbora Bobulova, Jerzy Stuhr, Benjamin Stender, Elena Lietti, Blu Yoshimi, Francesco Rossini, Flavio Furno, Beniamino Marcone, Rosario Lisma, Francesco Brandi, Laura Nardi, Enrico Cerretti

Sinopsis: Giovanni (Nanni Moretti) un conocido cineasta italiano, se prepara para rodar su nueva película. Pero entre su pareja en crisis (Margherita Buy), su productor francés al borde de la quiebra (Mathieu Amalric) y su hija que no le hace caso (Blu Yoshimi), ¡todo se ha puesto en su contra! Siempre en el límite, Giovanni va a tener que replantearse su manera de hacer las cosas, si quiere conducir a todo su pequeño mundo hacia un futuro brillante.

Que el pesimista es sólo un optimista bien informado, nos lo dijo Benedetti desde su rincón de haikus, haciendo una finta entre los extremos que los psicologismos de hoy no alcanzan a vislumbrar. Visto desde el ángulo del uruguayo, el pesimismo no es sino una forma de optimismo, la que baraja mejor información y, por tanto, puede afrontar la adversidad con mejores sustentos. Ya Nietzsche había reunido en una misma oración pesimismo y fortaleza al hablar del héroe trágico, el único capaz de mantenerse jovial sabiendo que el destino siempre vence y corta el hilo. Y que por ello, precisamente, hay que enfrentarlo. Porque perdemos, luchamos. La larga ristra de alter egos con los que se ha desplegado Nanni Moretti a lo largo de sus filmes encajarían perfectamente entre las huestes de los optimistas informados.

Moretti es un trágico. Siempre lo ha sido, pero en El sol del futuro va un paso más allá y se arroga la capacidad de subvertir la lógica del acontecer. Su historia se acabará sustentando en las suposiciones, “y si…”, en un ejercicio de auténtica vida-ficción. Un final apoteósico que le ajusta las cuentas a la realidad al son de una tonadilla, más que circense, felliniana. Un pasacalle jubiloso que venga a Trotsky de la ruindad de Stalin y que hermana esta cinta con la tarantiniana Érase una vez en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, 2019). Cine dentro del cine para poner en jaque(mate) lo real, lo dado, lo que fue, porque sólo usando el arte como herramienta con la que transmutar el pasado, podremos dejar paso a la promesa de futuro. Moretti, más subversivo que nunca, decide no hacer un filme sobre la muerte del cine, la muerte del arte, la muerte del amor, haciéndolo. Pero para fugarse por la escuadra. Él es el autor, él decide. Y quizás se va, pero lo hace con una amplia sonrisa.

Desde la secuencia de los créditos iniciales sabemos que estamos ante un monumento al cine clásico. Moretti se nombra (y se acepta) heredero de toda la tradición italiana, en especial de Fellini, y se lee la cartilla a sí mismo, con acidez vitriólica y autorrespeto a partes iguales. El sol del futuro es un auténtico repaso de esos que no dejan títere con cabeza. Por sus fotogramas desfilan los problemas del cine hoy, desde la zafiedad de algunas propuestas que no hacen más que repetir esquemas que no aportan, hasta el imperio Netflix que se extiende sobre 190 países, pasando por la llegada de capital oriental. La muela del director sigue sacándole punta a todo. Revisa que revisa, parece poner en entredicho sus propios principios. Y, sin embargo, el italiano gira y gira, ahora en patinete eléctrico, por las calles de Roma. Todas sus películas tienen algo de diario íntimo. Su querido diario. Ese que confiesa seguir escribiendo a su edad. Moretti continúa siéndose fiel a sí mismo, ahora con una mirada más humanista que nunca, la edad es un grado, con la misma vis cómica que le caracteriza y con un vigor que no languidece. Como en Palombella rossa (1989), se arranca por Battiato mientras ilumina un ideario para el futuro. “E gira tutto intorno alla stanza mentre si danza”. Danza.

Parece que con El sol del futuro Moretti consigue cumplir su sueño de Aprile (1998), ante una situación política crítica, filma un musical, aunque su protagonista no es un panadero trotskista sino un director maduro que elige situar su relato en el momento seminal en el que la historia podría haber enfilado otro rumbo: la Europa de 1956 con los tanques soviéticos sofocando la revuelta en Hungría. Y si… Pudo ser y, si existió la posibilidad, nada impide que la ficción dé la razón a Hegel cuando remata que todo lo racional es real. En la Italia de Meloni, sacar a bailar a Trotski es un acto de valentía política y estética. El sol del futuro es una de esas cintas que merecen el calificativo de necesarias. Poliédrica y precisa. Clásica y actual. Una pieza madura de un director que a sus setenta años alcanza un verdadero estado de gracia. Si el viaje del nadador de Cheveer se da en el tiempo y no en el espacio, también Giovanni, el director de la ficción de Moretti (que en realidad es él mismo) se desplaza en esa coordenada, pero no para llegar al vacío, sino para decidir poner lo pleno. Tras el ácido retrato de lo actual, llega la decisión, como Deus ex Machina, de fabular la utopía risueña. La voluntad de crear ha de ser capaz de doblegar al ser y, así, que donde habría de haber estado lo descarnado, tome su lugar lo solar. Es hora de bailar.

Cuando vi El rey pescador en su estreno en cines, al llegar la escena del baile en la estación central, deseé que aquello que contemplaban mis ojos no cesase nunca. Era joven. Ahora ya no lo soy, sin embargo, todavía guardo intacta la capacidad de arrobarme ante la belleza de una obra que por un momento se me antoja perfecta. Y desearía poder seguir escribiendo sobre El sol del futuro sin término. De su acendrado apartado actoral, su brillante dirección, degustar algunas secuencias que pueden llegar a figurar en las antologías, entretenerme en su banda sonora. Sobre todo su score, obra de un inspirado Franco Piersanti, que musicó el primer largo de Moretti y le ha ido acompañando desde entonces, y que en este su último filme muestra como nunca su carácter de discípulo (y asistente) de Nino Rota. Y seguiría y seguiría dando vueltas sobre mi columna como un derviche giróvago. Pero es hora de terminar con una recomendación encarecida: róbenle una hora y media a su vida y déjense seducir por la magia danzante de El sol del futuro. Me lo agradecerán.

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